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  El Papel del Braille para Mejorar la Participación de las Personas Deficientes Visuales en... (María Jesús Cañamares)
 

 

 

El Papel del Braille para Mejorar la Participación de las Personas Deficientes Visuales en la Vida Política, Económica, Cultural, Social y Familiar".

María Jesús Cañamares.

Hola, me llamo Braille, ¿cuál es tu nombre? Te cuento: mi padre se llamaba Luis Braille, era francés, y al quedar ciego, no tuvo más remedio que crearme a mí. Él me dio vida, yo cambié la suya. Lamentablemente, murió hace muchos años; pero yo soy inmortal. NO, no te rías: yo no moriré nunca, porque no soy un ser humano, soy un sistema, un código, y tú me necesitas para multitud de cosas.

¿Cómo? ¿NO me crees? Pues te aseguro que yo podría transformar tu vida radicalmente, mejoraría tu situación social, política, cultural.... Si me permites, seré tu mejor amigo...

¿Quién dice que un sordociego no puede hacer nada porque no ve ni oye? ¿es que no tienes manos con el sentido del tacto? ¡Pues ahí está el mundo: en tus manos, en tus dedos! Conmigo lo vas a descubrir. Tócame, estoy aquí, plasmado en este pequeño papel. Sí, ya sé que pincho, soy extraño al tacto, pero con paciencia, ilusión y sólo seis puntitos, formamos un gran alfabeto, lo aprendes y te aseguro que nada tendrás que envidiar a una persona con vista y oído. ¡vamos, empecemos ya! Te han hablado de este colegio de la ONCE. Para que vengas a conocerme y ya tienes aquí, en esta mesa, el material que necesitas. Coge una pauta, papel grueso y un punzón, atiende las explicaciones de tu maestro, y pincha en los cuadritos de la regleta: a la derecha, el 1, 2, 3; a la izquierda: 4, 5, 6. ¡Ya está! O mejor aún: coge una máquina Perkins y teclea lo contrario a la pauta, porque para leer no hay que dar la vuelta al papel, de modo que lo que en la pauta queda a la derecha, en la Perkins está a la izquierda. ¡NO te enfades, relájate; verás como incluso a veces te resultaré hasta divertido. Sé que te es muy difícil acostumbrarte a tocar, el tacto todavía no lo has desarrollado bien, y te cuesta distinguir la forma de las letras y diferenciar las líneas que no están separadas entre sí! ¡Paciencia y tesón; tienes un maestro estupendo! ¿No ves cómo escriben y leen tus compañeros?

¡Muy bien, ya sabes escribir y leer! eres un parbulito leyéndome en tu cartilla escolar... pero cada vez lo haces mejor y con más soltura, a mayor velocidad.

Ahora, ¿qué me dices? Vamos a empezar a estudiar, sí, a aprender a ser una persona de provecho. Yo formo libros, cartas, etiquetas. Conmigo estudiarás una carrera, la que tú quieras. Conocerás a personas con tu misma problemática. NO podrás equivocarte al comprar un medicamento o buscarlo en tu botiquín para tomarlo; no te darán un producto por otro cuando compres en el súper. Podrás saber la hora exacta en tu reloj y no tener que preguntarla constantemente, pues yo estaré en su esfera sin moverme. Te será facilísimo encontrar el botón del ascensor para dirigirte a una determinada planta.. Incluso puedes llegar a ostentar un alto cargo en una administración. Cuando cumplas la mayoría de edad, podrás ejercer tú mismo el derecho al voto secreto en los distintos Comicios, porque yo estaré presente en esas papeletas que meterás en la urna sin que nadie tenga que saber tu ideología política.... ¡Vamos, te espera un mundo lleno de sorpresas que yo te ayudaré a descubrir!

¡Caramba, cómo pasan los años! Hace unos 20 que nos conocemos. Tú eres un joven licenciado en esa carrera por la que tanto has luchado. Un hombre maduro con porvenir brillante. YO sigo siendo tu sistema, tu código de lectoescritura y comunicación, ¡tu amigo fiel de toda la vida!

NO, no tienes nada que agradecerme. te he ayudado a salir al mundo, a aprender. Pero yo también debo agradecerte a ti muchísimas cosas: me has llevado a todas horas contigo; me has difundido allá donde te lo han permitido; me has defendido con todas tus fuerzas cuando alguien que no me quiere bien ha intentado erradicarme de vuestro mundo... Recuerdo ese día, cuando tú ya estabas cursando segundo de la ESO en un colegio de Integrada. La maestra os explicó que la palabra "sistema" tenía muchas variantes y según la que en cada momento se empleara, esa palabra significaba cosas muy distintas. Os ordenó hacer una redacción sobre las variantes de la palabra sistema a ver cuántas conocíais. Recuerdo que, finalizados los trabajos, la profesora os hizo leerlos en voz alta. Cuando llegó tu turno, dijiste muy claro que para ti el mejor sistema era yo, el sistema Braille. ¡Qué caras de asombro en tus compañeros, qué cuchicheos! NO entendían que lo que ellos no necesitaban para nada, fuera tan importante para ti. La maestra, mucho más serena y comprensiva, les explicó el porqué de este altísimo valor que tú me dabas, expuso todos los argumentos y razones que ella sacó de su almacén de sabiduría, de tal suerte que a mí, sólo de observarlo, se me alborotaron todos mis puntitos en el papel de tu redacción, pero ella logró que a partir de ese día, todos los alumnos sin excepción quisieran conocerme y convivir conmigo como convivías tú. La misma profesora me utilizó como cómplice, para que yo marcara ese sobresaliente que te puso al pie del trabajo, y tú, con tus propios dedos, pudiste leer el número nueve como puntuación.

Me siento muy orgulloso de ti viéndote manejar con gran soltura ese ordenador, con tu línea braille. O jugando con tu teléfono móvil. Haciendo cálculos interminables en la calculadora con una precisión perfecta. Y en todos esos aparatos de nuevas tecnologías, yo sé que soy el pilar básico para que puedas desarrollar muchas tareas. Por eso, también yo tengo que darte gracias, por tenerme siempre presente en tu vida, una vida que, tal y como te advertí cuando todavía eras un niño, yo te la he transformado por completo.

¡Que seas siempre feliz!

 

 

 

 

 
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