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  El Pilloyo (Jodé Carlos Qué Duna y Caranva Romero)
 

 

 

El Pilloyo

Jodé Carlos qué Duna Y Caranva Romero

¿Tú conoces al "Pilloyo",

un medio ciego inculto, relleno y frescuelo;

la mirada de pollo

pendenciero

y jetaza de raposo

rumboso,

que saca el dinero del burro

que trabaja vendiendo productos

rascosos...?

¡A chufla se toma al invidente!

Por eso me da pena

y me causa una rabia imponente.

Ciñe su cuerpo una chaqueta,

que lleva bolsillos repletos

de distintas tarjetas,

signo de gran respeto

paleto.

Yo le he visto gritando,

amenazando

con rabia y sin tino,

ganando

con saltos felinos,

y apartando, a zarpazos,

a demócratas y válidos jefazos.

Y el robusto "Pilloyo" babea

degusto, mientras vea

que, con su fiel cuadrilla,

la ONCE queda en mantillas.

¡A chufla se toma al invidente!

A mí me da pena

y me causa una rabia imponente.

Es su gran ambición

tu cepo y tu cruz,

tu vida sin luz,

tu asco y el incierto futuro

de los ciegos con pan duro,

que mal vivirán del Estado,

algunos bien, de su trabajo

a puros huevos logrado

por arriba y por abajo,

sin madre que ponga su seno;

sin padre que se afane

en buscar lo bueno,

porque estos dirigentes

bien clavados tienen sus dientes.

En El Alto, sano,

tiene un buen cubil

-¡al dinero alcanza la mano!-,

pa coger mil, mil y mil.

Llena sus alforjas

-que son sus tarjetas-.

Adulando, sus cuatro amiguitos

se agrupan riendo.

Y, entre carantoñas, les va repartiendo

cargos y buenos suelditos

con la parsimonia de un antiguo rito:

-¡Chavales/as!

¡DT de... cualquier sitio.

Gobernad al dictado.

Estaréis encantados.

Y este cargazo, ¿no es na?

¡Sacao uno a uno del fondo der má!

¡Gloria pura é!

Los carguitos se cubren tamié,

que el servilismo se premia.

Así..., despasito.

Muy remascaíto.

¡No te cabrees, Manuela!

Tú no puées; ¡no te amuela!

¡Es tan discolita

mi ciega bonita!...

Así despasito.

Muy remascaíto,

migaja a migaja -que dure-,

le van dando fin

a los años de la ONCE y su festín.

Luego, entre guiñapos, durmiendo,

por matar el frío, muy apiñaditos,

Santa Lucía contempla al "Pilloyo"

gimiendo.

Y hay un ángel rubio que besa la frente

de cada joven cieguito.

¡A chufla se toma al invidente!

Por eso me da pena

y me causa una rabia imponente.

 

 
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