Caranva Romero

-¿Quieres enseñarme a escribir como tú? Le preguntó ella.

Él le hizo un abecedario, le explicó cuatro cosas y le preguntó a su vez:

-Y para qué quieres aprender?

-Para podernos escribir cuando no estés en el pueblo.

Desde entonces (13 años tenía él y 13 años ella) pauta, punzón y papel fueron cambiando de casa: durante los períodos vacacionales en la de él, el resto del año en la de ella.

Hoy, esa pauta, ese punzón y unos cuantos pliegos en blanco, duermen en mi casa en un baúl de recuerdos de él, que era mi padre, y de ella, que era mi madre.