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  Alcaucil, Moro Famoso, Caricatura (Jorge Llopis)
 

 

 

Alcaucil, Moro Famoso (caricatura)

Jorge Llopis

Alcaucil, moro famoso,

el de la rizada barba,

el que lo mismo maneja

el puñal que la guitarra,

sin equivocarse nunca

al esgrimir cosas ambas :

la primera en el combate,

y la otra en la cuchipanda;

el que nació en hora buena,

aunque lo hizo por etapas, pues

fue un parto tan difícil

que su madre a poco casca

a pesar de los auxilios

de la comadre Daraxa,

que en las orillas del Darro

la obstetricia practicaba.

Alcaucil, el más valiente

moro, con cólera y saña,

pateando está las losas

de la plaza de Bib-Rambla.

y de vez en cuando mira

hacia lo alto, se espatarra,

y profiere, agrio y dolido

un "¡Maldita sea su estampa!"

A un amigo que se acerca

responde, tanta es su rabia,

arrojándole furioso

una ración de alcaparras.

y el otro moro se humilla

enjugándose la cara,

que recibió con encono

tal alcaparrandanada.

De pronto Alcaucil se encrespa,

¡bien el moro se encrespaba! ,

y, perdiendo una babucha

de cordobán verde y malva,

dirígese al encubierto

grupo de cinco o seis damas,

que descubren sólo un ojo,

según la morisca usanza.

y dirigiéndose a una,

Alcaucil así le parla:

"Zulima, quiero decirte,

y honor por mi boca mana. .."

"No soy Zulima", contesta

con risitas la tapada.

Alcaucil a otra encubierta

se dirige, verbigracia:

"Quiero que sepas, Zulima..."

"Tampoco acertaste, vaya."

"Bueno, pues hablaré a todas,

por si mi Zulima se halla

en el grupo, que si andamos

con acertijos y máscaras,

tenemos hasta que se hundan

todos los Reinos de Taifas."

y dirigiéndose al grupo,

por si en él Zulima estaba,

Alcaucil cerró los ojos

y dijo con voz muy lánguida:

"En las torres que a la Vega

se asoman desde la Alhambra,

y en la paz son aire y sueño

y en el combate amenaza,

no está bien, Zulima hermosa,

que tiendas la ropa blanca:

Primero, porque le quitas

altivez a las murallas,

y segundo, porque pueden

todas las huestes cristianas

mirar de pronto hacia arriba

y hacer befa, y, ¡qué caramba!,

a don Fernando el Católico

no debe importarle nada

la hechura de mis camisas

ni la color de tus bragas."

y con un triste suspiro

se terció el moro la capa,

ajustó sobre sus sienes

esa especie de ensaimada

conocida por turbante,

y, con la cara muy pálida,

a la Cuesta de Gomeles

se fue por fin a hacer gárgaras.

De "Las Mil Peores Poesías de la Lengua Castellana

Con Nociones de Gramática Histórica, Rudimentos de Retórica y Poética y un Falso Florilegio de Poetas Laureados".

 

 

 

 

 

 
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