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  La Confesión de un Gitano (Popular)
 

 

 

La Confesión de un Gitano

(Diálogo en un acto)

Popular

Introducción de Emilio Lara

Este juguete cómico se representó en MONTALVOS, mi pueblo, a finales de los años cuarenta. Yo todavía no tenía cumplidos los quince años y desde entonces permanece almacenado en mi memoria, de donde intentaré rescatarlo y trasladarlo a estas páginas virtuales para mis amigos.

Comoquiera que se trata de una obra de carácter popular, no ofende la sensibilidad de ninguna creencia religiosa. Baste decir que fue el mismo cura del pueblo quien prestó una de sus sotanas para aquella representación.

La acción se desarrolla en el patio de la casa del cura, que forma parte de una iglesia rural manchega.

Mientras el cura permanece sentado con un libro en las manos a la sombra de una higuera, aparece ante él un gitano alto y mal encarado que porta una larga vara de fresno.

GITANO.- Padre, vengo a confesarme.

CURA.-¿A confesarte!

GITANO.-Sí, a eso vengo,

a ver si quiere escucharme

y de gratis perdonarme,

los pecaíllos que tengo.

CURA.-Eso es cierto?

GITANO.-Se lo juro.

CURA.-Al confesionario iremos.

GITANO.-No, que allí está muy oscuro.

Este sitio es más seguro.

Aquí que las caras nos vemos.

CURA.-Algún ángel te ha inspirado

a que busques confesión.

Ven, acércate a mi lado.

Cuéntame lo que has pecado,

que Dios te dará el perdón.

(Para sí)

GITANO.-Vaya tío y que buen cachorro está.

CURA.-Vamos, cuéntame, hijo mío.

GITANO.-Padre, si es que no me fío,

de decirle la verdá.

CURA.-¿Temes que yo te delate?

El confesor no hace eso.

GITANO.-Si hace usté tal disparate,

le echo mano al gaznate,

y lo dejo patitieso.

CURA.-hijo, no seas así.

No te impacientes, ten calma,

que yo rezaré por tí

para conseguir así

la salvación de tu alma.

Empieza ya, ves diciendo:

GITANO.-Verá, yo fui una mañana,

cuando estaba el día rompiendo,

y me encontré a mi gitana,

que se estaba divirtiendo

con un gachó que vestía

lo mismico que viste usté.

¡Y cómo se divertían!

Al verme entrar ¡Madre mía!

Se giñó encima, chipén.

Ella comenzó a gritar,

y yo pa que no gritara,

le largué una bofetá,

que algo más de la mitá

se le perdió de la cara.

A los gritos infernales

que lanzaba el amor mío,

acudieron los curiales

a recoger los quijares,

que entavía no han paecío.

Se echaron encima e mí

lo mismico que chusqueles,

pero yo no me encogí.

Le di aire a los pinreles,

y como un rayo salí.

Tomé viento y me largué.

Ya en la calle, al primer paso,

con un guardia me topé,

y de un solo puñetazo,

sin narices lo degé.

Aquello fue más sonao

que en Toleo la campana,

y yo lo he recomendao

pa bailar las sevillanas

con un guiri en un tablao.

Desde aquel maldito día ,

no me dejaron parar;

como me se perseguía,

pa ganarme la conía,

fuí y me dediqué a afanar.

Mangué un pollino en Lucena.

Una jaquilla en Carmona.

Una muleta en Purchena.

Dos mulas en Estepona

y un caballo en Trebujena.

Usando las mañas mías,

y sin pecar de ignorancia,

me hice en muy pocos días,

hombre de gran importancia,

tratante en caballerías.

Entré a una iglesia a rezar,

y en un rincón me escondí.

Cuando me quise marchar,

se vino detrás de mí,

to lo que había en el altar.

A la virgen le pedí

los pendientes y el anillo.

Ella me dijo que sí.

Y los cuartos del cepillo,

que también los recogí.

A un fraile muy gordinflón,

de esos que cantan en coro,

al darme la bendición,

le trinqué una cruz de oro,

diez duros y un medallón.

Me recogió un hermitaño,

una noche de aguacero,

y sin querer hacer daño,

me llevé tres candeleros

y una bandeja de estaño.

Me encontré a un cura en un prao

que se empeñó en confesarme.

Después de oirme, asustao,

no se atrevió a perdonarme

y lo enterré en un sembrao.

¿Qué, qué tal la confesión?

CURA.-Flaquezas del ser humano.

GITANO.-¿Me dará la absolución?

CURA.-Sí, hijo y Dios soberano

te concederá el perdón.

GITANO.-Entonces voy a seguir.

CURA.-¿Te queda más todavía?

GITANO.-Claro está padre, que sí.

CURA.-Déjalo para otro día.

GITANO.-Ca, yo ya no vuelvo a venir.

Como soy un buen cristiano,

tengo miedo a condenarme,

y además que soy gitano,

quiero deltó confesarme,

a ver si la gloria gano.

CURA.-Sigue pues, pero abreviando.

GITANO.-Está bien, abreviaré.

Ya sabe usté que afanando,

la manduca me gané,

cuando no pude engañando,

por andequiera que fui,

de lo que vi me apropié.

Que nunca miedo he tenío,

siéndome todito listo,

y que ande yo me he metío,

lo que mis ojos han visto,

mis manos han recogío.

CURA.-¿Queda más?

GITANO.-Una aventura,

de una vez que fui a emparnarme

a un pueblo de Extremadura,

y al no tener qué llevarme,

ne llevé al ama del cura.

CURA.-Hijo, no tienes salvación.

Poder salvarte no espero.

GITANO.-Sí le ha entrao a usté quemazón,

pero en fin me se figura,

que a usté ya se le olvidó,

que fue también otro cura

el que amí me la quitó.

Bueno, yo ya he terminao.

Puede perdonarme o no.

Porque si queo condenao,

con usté voy a hacer yo,

lo que con aquel del prao.

CURA.-Sí, sí, sí te absolveré,

aunque eso es muy grave.

GITANO.-Padre, ya está hecho ¿Qué quié usté?

Por la gloria de mi madre,

que otra vez no lo haré.

CURA.-Yo te perdono hijo mío,

de Dios en su santo nombre,

y, procurarás, confío,

desde hoy ser un buen hombre.

GITANO.-Eso yo siempre lo he sío.

CURA.-Ya estás listo, márchate.

GITANO.-Padre, ¿Y la penitencia?

CURA.-Yo por tí la cumpliré.

GITANO.-¡Qué buenecico es usté.

Ya me ha limpiao la concencia.

Padre, ahora que me acuerdo,

yo no sé si volveré.

Y por si acaso me pierdo,

y no lo vuelvo a usté a ver,

quiero que me dé un recuerdo.

CURA.-¡Un recuerdo?

GITANO.-Claro está.

Yo tengo muchos apuros.

Ni ayer ni hoy, gané na.

Deme usté veinte durillos,

pa que me pueda najar.

CURA.-Tómalos y vete ya.

GITANO PARA Sí.

Válgame y qué tonto he sío.

He hecho una barbaridá.

Si más le llego a pedir,

lo mismico me lo da.

-Adiós padre, buena suerte.

Que se conserve usté bueno.

Si otra vez vuelvo a pecar,

cuando tenga el saco lleno,

volveré aquí a confesar.

CURA.-Adiós hijo, buena suerte.

Que te conserves muy bien.

Que Dios quiera protegerte.

Y que yo no vuelva a verte,

por nunca, jamás, amén.

 

 

 

 
 
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