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  La Juerza d'un Queré (Luis Chamizo)
 




  La Juerza d'un Queré

Luis Chamizo (1897-1944)

 

Jue´n la joya de las Torbiscas una siesta,

cuando´l sol achicharraba;

una siesta qu´entumía los sentios

el bochorno de la calda;

sin arrullos de las tórtolas

ni continos sonsonetes de chicharras,

sin triníos de cogutas

y sin roncos gurrapeos de las ranas;

una siesta pa dormía baj´un chopo,

panz´arriba, junt´al agua.

Tan siquiera

los oídos barruntaban,

con la zumba de los negros moscardones

y las negras telarañas,

chorrear los goterones derretíos

de la pringue de las jaras.

En un claro de la joya las Torbiscas

está Blas, el de la Juana,

mesmamente, de cluquillas, currucao

al sombrajo d´unas matas,

con la boca mu abierta

y los ojos encendíos como brasas.

Junt´a Blas están, cansinos y moörros,

los borregos que le jorman la pïara,

y a la vera los borregos, dos mastines

con dos bocas que se páecen a dos fraguas

po su recio resoplá como los fuelles

y sus lenguas colorás como las llamas.

Blas recorta con cudiao

los canutos d´una caña,

porque Blas quiere jacé con los canutos

una flauta,

pa de noche, con la luna,

dir a dá su serenata

junt´al chozo donde duerme

Rosarillo, la zagala:

una moza con los ojos más oscuros

qu´una noche de borrasca,

más alegre que la risa

d´un regacho d´agua clara

y más güena que la Virgen de las Cruces,

la patrona de las fiestas de la Raza.

II

Con los pelos desgreñaos,

con los ojos escocíos po las lágrimas,

medio loca por el mieo,

revolando los jarones de las sayas,

trompezando, dando brincos, dando voces

que retumban en las sierras solitarias,

va corriendo pa la joya las Torbiscas

Rosarillo, la zagala,

y detrás de Rosarillo va la loba,

una loba echando babas,

con los ojos de carbuncos encendíos,

con el jopo entre las patas,

esgarrando a dentellás las chaparreras

po la juerte calentura de la rabia.

Naide acude de las sierras de l´umbria,

naide viene a socorrer a la zagala;

ya la probe, ni gañir pué tan siquiera

y s´ajoga bajo´l sol que l´achicharra.

Páecen muertas las laëras de los cerros,

y las joyas d´al reor, y las barrancas.

Páecen muertos los pastores, los zagales,

los mastines y los borros y las cabras.

Jacezando va corriendo, ya cansina,

con los pelos desgreñaos, la zagala,

y, trotando detrás d´ella va la loba

con el jopo entre las patas.

Va la loba ya mu cerca, va tan cerca

que l´alcanza...

Al prencipio resonó com´un jiguero

qu´en la joya las Torbiscas canturrara,

y endispués como los trinos d´una mirla

que dijera sus quereles junt´al agua.

Era Blas que ya jormó con los canutos

una flauta,

y soplaba pa jacé con sus soníos

una durce serenata

pa qu´al son se le durmiera po las noches

Rosarillo, la zagala.

Algo asín como la vida que viniera

po los aires con el toque d´una flauta;

algo asín como la lumbre d´un relámpago

qu´en la noche las negruras esgarrara

luminando las majás a los perdíos

en metá de la montaña,

jue la música de Blas pa la chiquilla

tan a punto que la loba l´alcanzaba.

D´un tirón saltó una peña;

y, al roär por la barranca,

dio un chillío; dio´l chillío de las tórtolas

bajo´l vuelo de las águilas;

un chillío qu´en la joya las Torbiscas

resonó como´l clarín d´una batalla.

Blas sintió qu´aquel chillío

l´esgarraba las entrañas,

y notó que de sus deos s´escurrían

poco a poco los canutos de su flauta.

Blas la vido, Blas la vido como loca

revolcase entre las zarzas,

y era ella, ¡era ella!,

Rosarillo, la zagala,

la que Blas tanto queria dende nuevo

sin icirle una palabra.

Lo mesmito qu´un jabato corralao

po los perros, entre medio de las jaras;

lo mesmito que la trompa d´un torrente

corre blas pa la barranca

donde viene ya la loba

con el jopo entre las patas.

Blas miró pa Rosarillo, de reojo,

y tiró por la navaja,

y se jue com´un alano pa la loba

qu´en un risco l´aguardaba.

Reguñendo como perros ajotaos

dieron güertas al reó d´una retama,

y endispués de cada güerta

s´encogían, s´aplastaban,

se miraban con los ojos encendios

como puntas de carbuncos jechos ascuas.

Eran dos lobos iguales en la juerza;

eran dos juerzas iguales en la rabia.

A la par s´abalanzaron dambos juntos,

s´estrujaron, s´enrearon con tal gana,

qu´escupíos, y mordíos y abrazaos

se jundieron entre medio d´unas zarzas.

Sólo Dios que dende arriba ve las cosas

que suceden en las sierras solitarias,

sólo Dios vido la riña cuerpo a cuerpo,

sólo Dios vido la lucha tan extraña

de la juerza de la rabia d´una loba

con la juerza del queré d´una zagala.

Ya no hay mieo, ya no hay mieo, la he matao,

dijo Blas cuando salió d´entre las zarzas,

esgarraos los carzones,

jecha cisco la zamarra,

jecho un charco po la sangre

que del pecho y la caëza le manaba.

ya no hay mieo, ya no hay mieo de la loba

la maté con mi navaja.

Ella vino despacito, sollozando,

s´arrimó sin dá la cara;

con la punta del mandil, jecho jirones,

premcipió a secá sus lágrimas.

- Eres juerte dijo entonces Rosarillo -.

¡Gracias!, ¡gracias!:

eres juerte y eres güeno

como el Cristo de las Aguas. -

Con la juerza d´un queré jondo, mu jondo,

que s´ajoga dentro´l alma,

Rosarillo, de repente, le dió un beso,

el primero qu´ella daba,

que tamién a Blas quería dende nueva

sin icirle una palabra.

Blas reía, se reía lleno e sangre

con la risa d´un regacho d´agua clara.

III

En las noches del verano,

en las durces noches claras,

cuando tiemblan las estrellas

entre medio d´una luna´zul y branca,

y s´escuchan a lo lejos los cantares

de los grillos y las ranas,

algo asín com´un jilguero

qu´en la joya las Torbiscas canturrara,

algo asín como los trinos d´una mirla

que dijiera sus quereles junt´l agua,

se barrunta dende arriba de las sierras,

entre medio de los brezos y las jaras.

Es que Blas junt´a la choza donde duerme

Rosarillo, la zagala,

toca siempre, toás las noches,

los canutos de su flauta,

porque ice que se sueña su Rosario

toás las noches con la loba de la rabia,

y se duerme mu tranquila, poco a poco,

con el son d´aquella flauta;

y dormía se le ríe, se le ríe

con la risa d´un regacho d´agua clara.

 

 

 

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