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  Romances de Curas y Frailes (Autores Desconocidos)
 

 

 

Romances de Curas y Frailes

Pepita

Un cura, que dice misa

en la iglesia del Pastor,

se enamoró de una niña

desde que la bautizó.

Mientras que vivieron sus padres,

no la pudo lograr, no.

Cuando sus padres murieron,

la niña sola quedó.

Un día del mes de mayo,

peinándose estaba al sol.

Pasó por allí el mal cura,

pasó por allí el traidor.

"Vente conmigo, Pepita,

Pepita del corazón".

La ha agarrado de la mano

y a su casa la llevó.

Un día de Jueves Santo

con la niña se acostó.

Le puso la mano al pecho

y el cuerpo muerto quedó.

"¡Vecinos, los mis vecinos,

si tenéis buen corazón,

sacadme de aquí esta niña

donde no la vea Dios!".

A la mañana siguiente,

a decir misa marchó,

y al tiempo de alzar el Cáliz,

del Cielo bajó una voz:

"Deténte, traidor, detente;

deténte, padre traidor,

que no puedes decir misa

ni consagrar al Señor".

A la mañana siguiente,

para Roma se marchó,

a que le confiese el Papa

y le eche la absolución.

-Que te arrastren cuatro potros

desde Roma hasta Aragón.

-Esa es poca penitencia,

más grande la quiero yo.

-Que te suban a una torre

y te pongan por reloj.

-Esa es poca penitencia,

más grande la quiero yo.

-Que te metan en un horno

hasta que te hagas carbón.

-Como era una niña santa,

ésa me merezco yo.

Isabel

Siéntate, si vas despacio,

que te cuente un entremés;

lo que le pasó a un tahonero

en casa con la mujer.

Ha entrado fray Fulanito,

que le haga de comer,

que le guisara un conejo

con hojitas de laurel.

Estándoselo comiendo,

a la puerta llama Andrés.

-¡Señor cura, mi marido!

¿Dónde le meto yo a usted?

-Méteme en ese costal

y arrímame a la pared,

como fanega de trigo

que ha caído de moler.

Al entrar Andrés en casa,

lo primerito que ve.

-¿Qué es aquello que allí veo

arrimado a la pared?

-Una fanega de trigo,

que ha caído de moler.

-Sea trigo o no lo sea,

mis ojos lo quieren ver.

Al desatar el costal,

la corona se le ve,

la sotana y el manteo,

y el sombrero calañés.

-¡Qué bien que me viene, padre,

qué bien que me viene usted,

que tengo la mula coja

y ha caído de moler!

Le ataron a la una,

le soltaron a las diez,

y le dejaron el cuerpo,

que no se podía mover.

Al otro día siguiente,

a misa fue la Isabel,

y al verla el cura en la iglesia,

no dejaba de correr:

"Aunque cien años yo viva,

no me engaña otra Isabel".

El cura y la criada

Estaba el curita

malito en la cama;

y a la media noche,

llamó a la criada.

-Hazme chocolate.

-Señor, si no hay agua.

El pozo está hondo,

la soga no alcanza.

-Yo te daré una,

que al fondo llegara.

A la orilla el pozo,

la picó la rana,

la picó con gusto,

la picó con gana.

Y a los cinco meses,

la barriga hinchada;

y a los nueve meses,

parió la criada.

Y parió un chiquillo

con capa y sotana.

"¿Cómo le pondremos?"

"Cabeza Pelada".

-Échale al hospicio.

-Nome da la gana,

que quiero criarlo

como moza honrada,

que tengo dos pechos

como dos campanas,

que me dan más leche

que catorce cabras.

 

 

 
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