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  La Fiesta de las Balsicas (Juan José Avellán)
 

 

 

La Fiesta de Las Balsicas

Juan José Avellán

La pedanía mazarronera de Las Balsicas, en el Valle del Mingrano, a 9 kms. de su Ayuntamiento y 4 del Puerto, con 208 habitantes al 1/5/96 que disminuyen progresivamente, conserva una de las escasas fiestas autóctonas que aún perduran en las zonas rurales murcianas próximas al litoral.

Cuenta la tradición que a finales del siglo XVIII los vecinos decidieron edificar una ermita para su Patrona, la Purísima Concepción, en la colina más cercana, teniendo que transportar los materiales de construcción a lomos de burro por empinadas cuestas hasta la cima.

Terminadas las obras con esfuerzos y sacrificios, se reunieron en comida de hermandad. Los burros descansaban mientras tanto en las inmediaciones al sol del invierno mediterráneo. Todos estaban derrengados, excepto uno que mezclándose familiarmente con los comensales, rebuznaba contento y feliz, como si no hubiera realizado trabajo alguno.

Las personas allí presentes fueron poco a poco imitando al entrometido burro y a sus congéneres, que habían interrumpido el descanso para incorporarse gozosamente al grupo, convertido en jubilosa coral humano-asnal, onomatopéyica y polifónica.

Desde aquella efeméride, rebuznando igual que lo hicieron hombres y pollinos, reciben homenaje de gratitud tan nobles animales irracionales, sin los cuales no existiría la Ermita, llamada comúnmente Iglesia de la Purísima de Las Balsicas.

En la explanada del pequeño templo, con vistas al mar, celebran la fiesta el Día de los Santos Inocentes o el domingo más cercano cuando es laborable el 28 de diciembre. Este año tendrá lugar el 26.

Empieza la conmemorativa jornada con solemne misa oficiada por el Párroco de la Iglesia de San José del Puerto de Mazarrón, que atiende también a Las Balsicas. Durante la ceremonia cantan a la Virgen los trovadores y las cuadrillas locales y suena la Rondalla formada por gente joven, hijos de los que buscaron mejor fortuna en la emigración. Incierto porvenir el de la rondalla.

A la salida son institucionalmente rebuznados el Cura, el Alcalde de Mazarrón, el Pedáneo de Las Balsicas y los visitantes ilustres, en orden riguroso de jerarquías. Vienen después los rebuznos particularizados por encargo.

Indiscutibles protagonistas del peculiar acontecimiento, los rebuznadores llevan sombrero con cintas de colores y los utensilios del esquilado (grandes tijeras corta crines) y del herrado (martillo, clavos y herraduras), siendo incansables mientras responde la garganta.

Siempre ha destacado por su resistencia y destreza Francisco García Vivancos, coloquialmente Paco "El Ministro", hombre de bien que por recomendación médica no rebuzna desde 1.996.

Sus compañeros Pedro Martínez Lucas y Bartolomé Vivancos "Bartolo", dignos sucesores de "El Ministro", mantienen la calidad y potencia de los rebuznos a excelente altura. En 1.996 actuó José Pujante de la pedanía murciana de Los Ramos, pero no es normal que intervengan rebuznadores forasteros.

Cumplen el rito de la siguiente manera: los rebuznadores escogen a sus víctimas entre los asistentes, siempre por encargo de algún amigo que abona el correspondiente donativo. El infortunado aguanta los estrepitosos rebuznos en plena oreja y después deja con mansedumbre que lo hierren y esquilen simbólicamente.

Aunque la primera impresión no sea precisamente gratificante, este tratamiento depara gran honor a quienes lo padecen. Sin embargo, suelen pagar con el fin de abreviar el martirio. También pueden devolver al iniciador la broma o encaminarla hacia otra persona.

Con el dinero recaudado conservan decorosamente la Ermita y su entorno y sufragan los gastos que ocasiona la festiva jornada, pero las recaudaciones vienen decreciendo, según informa Francisco Moreno Francés, Presidente de la Comisión de Fiestas, al que me dirigí por indicación del actual Pedáneo José García Moreno.

En el aspecto gastronómico, sobresalen las migas, el atascaburras y las moragas de sardinas, con el reconfortante acompañamiento del vino picoso de la comarca.

Lamentable la pérdida de los cantes y bailes pujados, que muchos desean recuperar en sucesivas ediciones.

Declina con el día la diversión, continuándola en el salón de la escuela únicamente los naturales de la pedanía y sus invitados hasta la madrugada, animados por un conjunto de música moderna.

Medios de comunicación españoles y extranjeros se han ocupado de la Fiesta de los Santos Inocentes de Las Balsicas, también llamada de los rebuznos. Recordemos como ejemplo el diario norteamericano New York Times, con amplio reportaje y entrevista a Paco "El Ministro". Por tanto, no parece exagerada la idea de solicitar la declaración de interés turístico, al menos regional.

En memoria del ilustre protagonista de la más conocida obra de Juan Ramón Jiménez, ¿por qué no se levanta en el Valle del Mingrano un monumento en sencilla piedra al universal Platero, rodeado de jardines que lleven el nombre del onubense Premio Nóbel, con algo de ocio infantil y actividades culturales y recreativas?

Dijo en 1.998 el entonces pedáneo Juan Antonio Martínez que "...cada vez hay menos gente joven que quiera continuar la fiesta... " y el Alcalde de Mazarrón felicitó a los de la pedanía" por su empeño en conservar las tradiciones de la tierra".

Obras son amores... Las Concejalías de Cultura y Turismo de Mazarrón debieran arrimar el hombro para preservar una reliquia autóctona de tanta importancia, acometiendo valientes iniciativas, entre las que sugiero éstas:

Escuela Comarcal de Rebuznadores, que precisa escasa dotación presupuestaria, al no utilizar más instrumento que la garganta y poderse ubicar en un bajo municipal, aunque previamente insonorizado en consideración a la vecindad; pollinicos de solapa mostrando exclusivamente la cabeza y de sobremesa con pedestal el cuerpo entero, excelentes pisapapeles para los despachos de ciertos políticos y otros conspicuos ciudadanos; folletos, postales, cassettes, videos, etc.; y servicios de burro-taxis estilo Mijas en Mazarrón y el Puerto.

Hay que salvar tan honrados, agradecidos y sinceros rebuznos humanos, noble manifestación de gente sencilla y poco estudiada, preferibles a los mentales y verbales de algunas personas instruidas.

Aquí también rebuznamos bastante, pero de forma distinta, digamos que puñetericamente. Nunca por encargo y con fines altruistas. Los nuestros son rebuznos espontáneos e irreprimibles. Cuando lo hacemos, rebuznamos porque nos sale del alma y caiga el que caiga.

No faltarán patricios y matricias, perdón patricias, que sientan indignación y repulsa leyendo este artículo, broma y elogio del rebuzno.

Esos y esas patricios y patricias respetuosos y respetuosas - así decimos ahora - de las instituciones, de los intereses creados, de los valores tradicionales, de las virtudes de la raza y de tantas y cuantas cosas más, todas ellas fundamentales y eximias, deben estar seriamente preocupados y preocupadas por el hecho de que la sabiduría popular llame ministro al que mejor rebuzna.

E. M. de C. (18/12/1999)

 

 

 
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