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  Una Píldora de Esoterismo (José Gómez Ibars)
 

 

 

Una Píldora de Esoterismo

José Gómez Ibars

¿Qué es el Esoterismo?

El esoterismo es el estudio integral de la Naturaleza. La Naturaleza está constituida por siete planos o niveles de existencia, de los cuales el hombre corriente nada más conoce uno: el mundo físico de tres dimensiones en que vive. Estos niveles son: el Físico, el Psíquico, el Mental, el Intuicional, el Espiritual, el Monádico y el Logoico.

A lo largo de la Historia el interés por los estudios esotéricos se ha ido desplazando de Oriente a Occidente y de Occidente a Oriente en una especie de movimiento pendular. Hasta ahora el péndulo ha estado inclinado hacia Oriente, pero ahora ya se va desplazando hacia Occidente. Esto quiere decir que el interés por el esoterismo se está desvelando entre nosotros; pero las lenguas occidentales todavía no han elaborado una terminología precisa ni para designar los niveles superiores al Físico, ni los estados de consciencia correspondientes, ni los fenómenos que se producen, lo cual puede crear una cierta confusión.

Así, pues, no es cierto que la sabiduría esotérica sea un patrimonio exclusivo de Oriente. Occidente también la ha tenido, pero la perdió, y ahora la está recuperando.

El Esoterismo y el Universo

Materia y espíritu son una misma energía en diferente grado vibratorio. Materia es espíritu condensado, y espíritu es materia sutilizada. Así, pues, el esoterismo se puede considerar perfectamente como un Materialismo Trascendental. Tan correcto es decir que todo es materia como decir que todo es espíritu. No discutiremos por esto. También podríamos decir, siguiendo a Einstein, que todo es Energía, y, como dicen los hermetistas, que todo es Mente, cosa que personalmente prefiero. Nada más precisamos comprender el hecho de que esta materia, o espíritu, o energía, o mente, se manifiesta en diferentes campos vibratorios. Estos campos vibratorios o Niveles de la Naturaleza, ocupan el mismo espacio, se "interpenetran", pero no se "mezclan", como no se mezclan en un mismo cable telefónico la gran cantidad de comunicaciones que por él circulan simultáneamente en ambos sentidos. Llegados a este punto, es preciso aclarar que la materia, en el sentido tradicional de la palabra, no es eterna, porque en los ciclos sucesivos de la Naturaleza se va condensando y sutilizando alternativamente. Estos ciclos son la expresión de la gran "ley universal del ritmo", la cual podemos ver confirmada a niveles mucho más reducidos en las estaciones del año, las mareas, la respiración o los latidos del corazón.

El Esoterismo y el Hombre

El hombre es un microcosmos. Por esto es perfectamente válido aquello de "conócete tú mismo y conocerás el Universo. Por ser una copia de la Naturaleza, contiene elementos de todos sus niveles, en tres de los cuales funciona activamente, si bien tiene la consciencia básicamente enfocada en el Físico. Cuando actúa funciona en el Físico, cuando siente (pasiones, deseos, sentimientos y emociones), en el Psíquico, y cuando piensa, en el Mental. El hombre se cree que piensa con el cerebro y que siente con el sistema nervioso; pero esto no es exacto. Detrás del cerebro hay una Mente, y detrás de los nervios hay un Psiquismo o Naturaleza Psíquica. Cuando la mente piensa, vibra de diversas maneras, y el cerebro recibe estas vibraciones y nos las hace llegar a la consciencia. Cuando el psiquismo siente, vibra igualmente de diversas maneras, y los nervios reciben estas vibraciones y nos las hacen conscientes.

También el teléfono recibe unas determinadas vibraciones y nos las hace llegar al oído en forma de voz; pero ni el teléfono es la voz, ni los nervios son el psiquismo, ni el cerebro la mente. Está claro que cuando el cerebro o los nervios -como aparatos que son- se estropean, la mente y el psiquismo tampoco funcionan bien, de la misma manera que cuando se nos estropea la radio o el televisor, tampoco recibimos bien ni el sonido ni la imagen, aunque el programa sea una maravilla. Al psiquismo y a la mente el esoterismo llama Cuerpos o Vehículos, y ahora veremos por qué.

La muerte y el "más allá"

Hemos dicho que todos los planos o niveles de la Naturaleza se interpenetran y ocupan el mismo espacio. Esto equivale a afirmar que todos están "aquí mismo" y nos rodean como una segunda atmósfera. Como el hombre corriente no los percibe, los niega o los acepta nada más en teoría. Pero hay algunas personas con bastante sensibilidad como para ser conscientes; son las personas que tienen "percepción extrasensorial".

Como no podemos nadar días y días como un pez, si queremos viajar por mar hemos de utilizar el barco. Como no podemos volar como un pájaro, si queremos ir por el aire hemos de utilizar el avión. Y cuando, después de la muerte física, la Naturaleza nos empuja hacia el nivel siguiente, hemos de utilizar el Cuerpo o Vehículo psíquico, más popularmente conocido como Cuerpo Astral, el cual, mientras hemos estado en la Tierra, nos ha servido para manifestar todos nuestros sentimientos y afectos, desde el "cabreo" más impresionante hasta el amor más sublime.

Hasta ahora, la continuidad de la consciencia después de la muerte del cuerpo físico era una cuestión de fe. Pero a partir del siglo XIX ha pasado al dominio experimental, y los experimentos han confirmado plenamente aquello que las religiones han proclamado siempre, el alma, -es decir, la consciencia, el "yo" de cada uno de nosotros- es inmortal. Antes, los experimentos sobre la supervivencia se hacían por medio de la hipnosis. Ahora no es necesario. Cada vez hay más personas que pueden hacer el viaje astral conscientemente de una manera espontánea, o que aprenden a hacerlo mediante técnicas que enseñan los libros y los centros de estudios esotéricos. Por otra parte, tenemos los casos de pacientes clínicamente muertos y retornados a la vida por medio de la reanimación que explican sus experiencias a los doctores. Tengo la impresión que de estas experiencias, los doctores han tenido conocimiento siempre, pero que hasta ahora no las publicaban por no comprometer su prestigio.

Así, pues, no necesitamos esperar a morir para saber que seguiremos viviendo en el "más allá"; Las personas que van y vienen nos dan testimonio.

Reencarnación y Karma

Una de las enseñanzas más sublimes y alentadoras del Esoterismo es que la Naturaleza está gobernada por leyes, y que obedeciendo estas leyes el hombre se eleva inevitablemente hasta las más altas cimas de la espiritualidad. Una de estas leyes es la Reencarnación, corolario lógico de la ley del ritmo, a la que se ha aludido al hablar del "Esoterismo y el Universo". En efecto; si cada noche "morimos" un poco y "renacemos" al día siguiente, ¿por qué, después de la muerte real, no hemos de renacer en una nueva vida Las reencarnaciones son tan naturales como la sucesión de los días y las noches; son días más largos, días compuestos no de horas, sino de años; días de escuela en los cuales aprendemos determinadas lecciones por el método más sencillo y empírico: equivocándonos y rectificando, sufriendo en la propia carne el dolor que hemos causado a los otros y gozando de la felicidad que les has sabido dar. Aquí entra en juego otra de las leyes naturales: la ley de la Causalidad, popularizada en esoterismo con la palabra sánscrita "karma", que quiere decir "acción". Toda causa tiene un efecto; todo efecto tiene una causa. La reacción es igual y contraria a la acción. Si tiras una pelota contra la pared, la pared te la devuelve. El mundo nos devuelve aquello que le damos. Tú y nadie más que tú has forjado las cadenas que ahora te oprimen; tú y nadie más que tú sembrarás la semilla de toda la belleza y de toda la nobleza que ahora florecen en tu corazón. Nada ni nadie, ni dioses, ni diablos, ni hombres, no te castiga, ni te premia desde fuera. Nadie más que tú eres tu propio juez y tu propio verdugo. Nadie más que tú eres el responsable de cómo eres, de cómo vives, de aquello que te ocurre y de las circunstancias que te rodean. No culpes, pues, a nadie de lo que te ocurre; sería tan absurdo como echar la culpa al martillo cuando te golpeas el dedo clavando un clavo. El karma es una ley automática, impersonal y neutra, y si le pudiéramos atribuir intencionalidad, ésta, en todo caso, sería "formativa", nunca "punitiva". El karma es un maestro que nos quiere dar determinadas lecciones y que irá insistiendo hasta que las aprendas. Así, pues, no lo rechaces ni te rebeles; asúmelo plenamente por duro que sea, y piensa que todavía podría serlo más. Todo esto se parece un poco a lo que nos dicen los sacerdotes; pero hay una pequeña diferencia: los sacerdotes nos dicen que las "pruebas" nos las envía Dios, y que los designios de Dios son inescrutables, con lo cual la justicia divina queda malparada. En cambio el esoterismo nos dice que las "pruebas" son el efecto de un karma negativo que nosotros mismos hemos generado y con el cual Dios no tiene nada que ver.

El karma actúa en todos los niveles de la Naturaleza. Esto quiere decir que podemos generar karma positivo o negativo con la acción, con el sentimiento y con el pensamiento: karma físico, psíquico y mental. Si un rico, por pura vanidad, gasta su dinero en favor de la cultura y el bienestar de su país, genera karma positivo a nivel puramente material, pero espiritualmente no recibe ningún beneficio, porque el motivo de la obra no ha sido impersonal. Si un pobre de corazón noble y generoso no puede ayudar materialmente a un amigo suyo con problemas y nada más se ha de limitar a hacerle sentir su apoyo moral y sus buenos deseos, crea karma positivo a nivel espiritual, pero no lo ha podido crear a nivel físico.

El karma implica determinismo, pero no fatalismo, porque podemos modificar los resultados. Si nos pica un escorpión y no nos aplicamos un antídoto a tiempo, el veneno nos puede matar; si aplicamos el antídoto, el veneno actuará igualmente -la "causa" producirá inevitablemente su "efecto"-, pero tan atenuado que podremos salvar la vida.

Cuando una cosa nos gusta mucho tenemos la tendencia a repetirla y repetirla durante muchas vidas seguidas. Esto da lugar al fenómeno de los niños-prodigio, fenómeno que se produce no sólo en el campo de las artes, sino también en el de las ciencias, el comercio, las finanzas, etc.. Pero estas polarizaciones extremas, estas "superespecializaciones", no son buenas, porque no dan al alma la felicidad que tanto desea. La felicidad radica en el cultivo equilibrado y armónico de "todas" las posibilidades humanas. Quien cultiva nada más el intelecto olvidando la espiritualidad, no llega a ser un verdadero intelectual. Quien cultiva nada más el espíritu y olvida el intelecto, llega a ser un santo estúpido.

Los padres y educadores con conocimiento esotéricos saben que un niño no es una página en blanco en la cual se puede escribir lo que se quiera. Cuando un alma viene al mundo trae toda una carga de tendencias, actitudes, talentos y carencias provenientes de sus vidas pasadas. Los psicólogos esoteristas han llegado a la conclusión de que muchas fobias, miedos, inhibiciones, depresiones, etc., no se explican si el análisis se limita a la vida presente, y han ideado técnicas para hacer revivir experiencias de vidas pasadas sin necesidad de recurrir a la hipnosis.

Si bien es cierto que no recordamos detalles de las vidas anteriores -no recordamos, por ejemplo, si en alguna de ellas fuimos banqueros, campesinos o piratas-, el "recuerdo profundo" no sólo puede incidir de una manera dramática en nuestra vida presente, sino que, de hecho, determina todo lo que ahora somos. Nuestra forma de ser, nuestra idiosincrasia, nuestra moralidad o amoralidad, nuestra propensión al vicio o a la virtud, nuestra amplitud o estrechez mental, nuestras grandezas y nuestras miserias, son la resultante y la síntesis de todas nuestras vidas pasadas, no de la última o de la penúltima, sino de todas. Un pollito es la culminación de un proceso que dura días. Un recién nacido humano es la culminación de un proceso que dura meses. Y una "consciencia", un "carácter", es la culminación de un proceso que dura vidas. Todo hoy es el fruto de un ayer. Todo mañana será el fruto de un hoy. Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos. Seremos lo que seremos porque somos lo que somos. El destino está en nuestras manos. Que nuestras vidas sean un poema o bien una tragedia depende de la sabiduría con que las vamos tejiendo en el telar del karma.

Pinceladas finales

El tiempo que transcurre entre dos encarnaciones depende de cada caso concreto. Hay quien reencarna al cabo de cinco años; hay quien lo hace al cabo de cinco siglos. Cuando uno no ha visto todavía la luz del Espíritu y está atrapado en la telaraña del poseer y del dominar, las reencarnaciones son muy seguidas. CUANDO uno no se apega a las cosas, porque ya ha "despertado" y sabe que las cosas nada más podrán proporcionarnos placeres efímeros, pero nunca felicidad duradera, porque la felicidad nada más la da el Espíritu, las reencarnaciones son mucho más espaciadas. En todo caso, uno reencarna voluntariamente para llevar a cabo una misión concreta en favor de la Humanidad, pero no porque este mundo le diga gran cosa.

El hombre, en general, suele dar un paso adelante y dos -o más- hacia atrás. Así, pues, no caigamos en la idea romántica de que la reencarnación ha de ser necesariamente mejor que la pasada. En todo caso, aquello que se ha ganado en un sentido u otro, nunca se pierde; queda como un capital del cual no podemos disponer, pero no se pierde. Por eso, la máscara del subnormal puede ocultar al sabiondo que ha abusado del intelecto, y la del mendigo achacoso, al rico que ha abusado del dinero y de la salud.

Es preciso tener el coraje y la voluntad férrea del montañés para hacer de la reencarnación y el karma la norma de nuestra conducta, pero no hay otro camino si queremos ascender hasta las altas colinas de la espiritualidad.

La crueldad es el "pecado" que antes se paga. Burlarse de un jorobado nos puede crear una joroba para la próxima vida.

Cuanto más seguidas son las reencarnaciones, más fácil es recordar los detalles. Os recomiendo el libro "Veinte casos comprobados de reencarnación", de Ian Stevenson y Banerjee.

Las religiones nada más se pueden comprender bien a la luz del esoterismo. Antes de conocer esoterismo, yo era ateo. Ahora soy un enamorado del Cristo, porque he aprendido que el Cristo es verdaderamente la Luz del mundo.

Amigo Gómez: Sea cual sea la dimensión en la que te halles, espérame durante mucho tiempo.

 

 

 

 
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