En la ONCE vieja, hundida por el chollo
y en su mitad podrida,
con las turbias maniobras aún en desarrollo
a muchos se les muestra la salida.
¡La ONCE setentona en la cocina
se lame el dedo! Un coscón amarillento,
le manga el bienestar y la comida
a un colectivo dormido o soñoliento.
No será, cual fue desde sus albores
pan, servicio y compañera
sino descenso a los rigores.
Ejército de ciegos en hilera
va trepando por ella, y en sus entrañas
urden sus tejemanejes los pirañas.
Antes que te derribe, ONCE que quiero,
con su cachava el pastor, y el camarero
brinde por tu recuerdo mañana
con copas llenas de euros o pesetas;
antes que roja en el hogar, ya cana,
tu historia, arda en alguna triste caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje el torbellino
y te duerma el coro de las voces blancas;
antes que el río hacia la nada te empuje
por valles y barrancas,
ONCE, quiero grabar en el alma entera
la gracia de tu vida bendecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de mi prima Vera.