Explicando una tarde onceanografía
un ciego profesor,
de la ONCE a sus oyentes daba
perfecta descripción.
Ahogado en sus propias penas
la compostura perdió;
y a riesgo de que loco le creyeran,
con alterada voz:
"Dicen, señores, explicaba pálido,
que la ONCE YA SE hundió
y que ya no existe esta entidad divina.
¡Error, craso error!
Aquí está, señores, viva todavía,
pues de uno de sus CRE vengo yo;
¡esos hijos de p..., que tal falsedad gritan,
no tienen razón!"
Un ciego que del aula oscura
en braille lee en un rincón,
mientras los otros asombrados oyen
tan público dolor,
sonriendo a un amigo y compañero
le dijo a media voz:
"¡Piensa que la ONCE en su CRE aún manda,
pero no, señor, que no!"