¿Te acuerdas de aquel ripio
que leímos aquel día
en braille, sin conocer
quién transcrito lo había?
Pero qué estilo, qué duende,
qué sentimiento y qué tos;
creo que se nos borraron
los puntitos a los dos.
"Toíto te lo consiento
menos fartarle a la ONCE;
que a una ONCE no se encuentra
ni ahora, ni entonces.
No pienses que va to esto
por la próxima elección.
Tú sabes que por ti tengo
grabás en mi corazón
dos equívocas letrillas
que como mías no sintiera
ni en ésta, ni en anteriores
elecciones ganaderas.
Pero es bonito el ripio
y se lee muy bien, hombre:
"Toíto te lo consiento
menos fartarle a la ONCE..."
Y me enterao, casuarmente,
de que le fartaste, ¡joé!;
y nadie me lo ha contao,
nadie, pero yo lo sé.
Yo tengo entre dos pasiones
mi corazón repartío.
Si me encuentro a una jodía
es que la otra la ha jodío;
y mira, yo sí me quejo
de tus caprichos constantes.
¿Quieres un cargo? ¡Catorce!
¿Un reló? ¡De oro y que hable!
Y sí que me importa que la gente
vaya de ti murmurando,
que ganas más que un ministro,
que mucho tegusta el mando,
que en la diestra y la siniestra
tienes un par de agujeros
por donde se va a los baños
el río de los dineros...
Cómo que ¡y a mí qué...?
Espero que de mi lao
de una vez te desepares,
porque la ONCE fue pa muchos
lo mismito que una mare.
Porque esa gente con miedo
que no te alza la voz,
sólo ha tenido contigo,
según mandaras, sí o no;
que anda como adormilá
que sí gime y suspira,
que se le llenan los ojos
de rabia cuando te mira;
que te mantiene con cupones;
que confió en tus manos
la fiel administración
de un buen y leal cristiano,
Y algunos, tiempo hace ya,
consumieron su juventú
cuando eran cuarenta veces
mucho mejores que tú.
Tienes que hacerte a la cuenta
de que no está en los artare
porque ya te has cargao
a la que fue buena mare.
Por eso la fobia que te tengo
se la debes a su amor,
que yo me junté contigo
porque ella me lo mandó.
Conque a ver si tu conciencia
se aprende esta copla mía
mu semejante a aquer ripio
que leímos aquer día
en braille, sin conocer
quién transcrito lo había:
"A la ONCE de mi arma
la quiero desde la cuna;
por Dios, no me la avasalles
que ONCE no hay más que una
y a ti..., más vale que calle.