Era un Munt muy sonriente;
era una Xifré impaciente
por parir;
era a la vida asomada,
una rosa ilusionada
por venir.
Era un sino que, empero,
quiso arrancarles, traicionero,
los cabellos,
pues eras tú un tesoro
de más quilates que el oro
para ellos.
hízolo dejando sin luz
a la Rosa de su jardín.
Desde entonces, ¡vaya cruz¡,
todos a luchar sin fin,
para que el muy puñetero,
al no salirse con la suya,
cantara así, plañidero,
dando a todos la bulla:
Rosa, ¡joé, qué torpeza!
Se me metió en la cabeza
jorobarte
a ti, también a tus padres.
Y aunque del todo no cuadre,
sí en parte.
Tú eres inteligente,
trabajadora, prudente,
¡qué rediós!
También muy estructurada,
y de memoria probada,
¡vive Dios!;
mas ¿quién te apagó la luz,
prendiéndola muy después?
¿Quién, con ello y por virtud,
te hizo llorar, ya ves?
¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Que es traicionero
el destino?
¿Que te dan por todas partes,
aunque a veces te apartes
del camino?
A ver, Rosa querida,
a la que yo, bien herida
la dejé,
dime ¿quién te quitó la silla
cuando salisteis de Sevilla?
Yo lo sé.
¿Quién cultivó el intelecto
tanto, para que un proyecto
se incumpliera?
¿Quién al margen se mantuvo
de política de tubo
y ligera?
Y a ver, Rosa jubilada,
dejémonos de tonterías,
y en jornada tan señalada,
fastídiame mi putería.
Rosa, ¿has sido feliz,
aunque con algún matiz,
hasta hoy?
¿Has logrado, en general,
dar la respuesta mental
de adónde voy?
Tú, que has sido maestra
y pedagoga nuestra,
califica,
pon nota, así, verbal,
a tu vida laboral.
¡Notifica!
¿y a tu vida personal,
dinos, Rosa del rosal,
¿cuál pondrías?
Y en cuanto a tu opinión
sobre la visual lesión,
¿Qué dirías?
Digas lo que digas, Rosa,
yo, con voz triste y llorosa,
gimoteo
por despachos y pasillos,
escaleras, descansillos:
¡No te veo!
Rosa María Munt Xifré,
por tu bien o por tu mal,
¿quién te llevó de mi CRE
que de él ya no eres profesional?
Caranva Romero