ONCE nuestra que estás por los suelos; mal utilizado es tu nombre. Vuelva a nosotros tu reino, así para los ciegos como para los de baja visión.
El cupón nuestro de cada día dánoslo para hoy. No perdonemos a nuestros dirigentes así como ellos no perdonan a los discrepantes y opositores, y no nos dejes caer en la tentación de votarlos ahora ni en las próximas elecciones. Amén.
Dios te salve, ONCE, porque Santa Lucía no puede, llena eras de gracia, el Señor era contigo, bendita tú eras entre todas las instituciones, y bendito el fruto de tu vientre: el cupón.
Santa ONCE, madre de los ciegos, ruega al Estado por nosotros, para cobrar una digna pensión ahora y hasta la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Presidente del Consejo General, al Director General y al espíritu democrático, así como no era en el principio, por los ciegos de los ciegos, amén.
Cuatro esquinitas
tiene mi cama,
ninguna Angelita
me la guarda
ni que me diga:
duerme y reposa,
sin miedo, vida mía,
después de hacer una cosa.
Angelita de mi guarda,
dulce amada mía,
hagámoslo por la noche,
hagámoslo por el día,
no me dejes solo,
que es mejor en compañía.
Bendita sea tu pureza,
sólo hasta ahora lo sea,
pues mi flauta ya se recrea
en tu graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
que avivas la marcha mía,
yo te ofrezco en este día
huevos, picha y lametón
mírame con gran pasión,
y escúrreme, vida mía.
Maldita sea tu pobreza
y eternamente lo sea,
pues todo un club remenea
en tu pasada riqueza.
A ti, celestial no empresa,
yo te ruego en este día,
que con alma y corazón
no fomentes la pensión,
no me dejes, ONCE mía.
Más de cuatro productos
vende la mi ONCE
más de cuatro "angelitos"
que se los comen,
y que me dicen:
!No toques las narices!,
duerme y reposa,
y no tengas miedo
de ninguna cosa.
ONCE de mi guarda,
buena compañía,
no me dejes sin trabajo,
ni de noche ni de día,
no me dejes sin servicios,
pues encima me lo haría.