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  Pregón Fiestas Herreros 2008 (Caranva Romero)
 

 

 

Pregón Fiestas Herreros 2008

Caranva Romero

14 de agosto de 2008

Buenas noches a todas y todos: Si además de festivo queréis darle al acto un tono íntimo, por mí, podéis apagar las luces: no las necesito para leer, y encima ahorraréis pasta y energía.

Antes de nada, agradecer a las autoridades el que hayan pensado en mí como pregonero de las fiestas de este año. Es todo un honor que, por supuesto, no merezco.

Hay una célebre composición poética de Lope de Vega que comienza así:

Un soneto me manda hacer Violante,

en mi vida me he visto en tal aprieto...

Pues eso mismo dije yo, aunque con alguna mínima variación:

Un pregón me pide hacer la autoridad,

en mi vida me he visto en tal aprieto;

en primer lugar, porque cuando oigo la palabra pregón, mi mente sólo contempla una acepción: aquella que me retrotrae a los años de mi infancia y adolescencia, en que el pregonero (hasta que lo hubo) y, posteriormente, por turno cada uno de los vecinos del pueblo) iban haciendo sonar aquella famosa gaita, bocina o como se llamara en diferentes puntos estratégicos del mismo para reclamar la atención de la gente y comunicar, por ejemplo, que "por orden del sr. alcalde se hace saber...", o que tal o cual vendedor se hallaba en la plaza de Costumbre, la del Ayuntamiento o donde fuera, vendiendo esto o aquello, y a tal o cual precio. Y en segundo lugar, porque, una vez asumida y asimilada la existencia de la otra acepción del término, se me presentaba, martirizante, la pregunta clave: ¿Qué les digo? Y por si esto fuera poco, que sea novedoso y pueda ser de interés. Pues bien, aun a riesgo de repetir cosas ya dichas en años precedentes y que algunos me tilden de Abuelo Cebolleta, ahí va el rollito.

Recuerdo que, cuando de pequeño iba a Abejar, mis parientes a modo de saludo solían decirme: ¿Qué pasa, chaveto? A mí aquello, la verdad, me sonaba mal, casi a insulto, supongo que porque relacionaba chaveto con chaveta, vocablo que con el significado de cabeza, forma parte de esa frase tan extendida de "estar mal de la chaveta". Con lo cual, chaveto era como decirme loco. Más tarde supe que chaveto es el gentilicio de Herreros. ¿Su origen etimológico? No soy ningún lingüista, ni filólogo, ni cosa que se le parezca (yo sólo me licencié en Historia para vivir del Cuento) que no es mala filosofía, pero creo que procede de la palabra latina "clavis", (llave). Por otra parte, chaveta también significa clavija o lavija, que tienen la misma raíz. Por tanto, cabe pensar que el pueblo (no olvidemos que se llama Herreros) durante algún tiempo se debió especializar en la elaboración de llaves, clavijas o lavijas. Por cierto, que si alguna chica o chico de los presentes, que no hayan acabado aún la ESO, desean investigar como si fueran deberes de verano, podrían intentar mañana encontrar en el pueblo una lavija y explicarnos para qué servía.

Dicho esto, pasemos a otra cosa. Herreros, no cabe duda, es un pueblo de altura y duro en todos los sentidos. Para simbolizar lo dicho, aquí está, situado a 1118 m. sobre el nivel del mar, con lo cual tenemos garantizado un frío que pela, y con su nombre de duro oficio, que le fue impuesto al ser repoblado el Alto Duero por Alfonso I de Aragón en el primer tercio del siglo XII, o sea, antes de ayer. Inicialmente fue el de Ferreros, derivado del latín, en atención a que sus primeros colonos se dedicaban preferentemente a las artes del hierro.

Otras cosas interesantes y curiosas. No sé si sabéis, pero el caso es que se conoce que Herreros tenía solamente cinco vecinos el año 1270 (por lo visto estamos volviendo a nuestros orígenes), y que, según un documento del Archivo de Ntra. Sra. del Espino de Soria, fechado el 22 de Agosto de 1352, el nombre del Cura de Herreros era Blasco López. Ya veis, y ahora la inmensa mayoría no sabemos cómo se llama el actual. Y que en 1788, según el historiador diocesano Loperráez, Herreros contaba con 56 vecinos, que no estaba nada mal para aquella época.

Más cosas. Por lo visto, además de herreros, en el pueblo destacaron algunas personas con otras profesiones, por ejemplo, escultores, pintores y doradores. Este gremio está representado por Bernardo Romera y Juan Verde. Obra de estos artistas fue la primorosa cajonería (sí, sí, he dicho ca-jo-ne-rí-a) de la Iglesia Parroquial de Abejar tallada en nogal. Y en pleno siglo XX, el día 15 de Octubre de 1925, se perdió con el fallecimiento de Félix Andrés, (Carpintero, escultor, dorador y charolista) el último eslabón de esta tradición artística. De él hay en la iglesia del pueblo alguna obra suya, así como en diferentes iglesias de la provincia de Soria. Otro personaje ilustre del pueblo, indudablemente de más resonancia, fue José Clemente Carnicero Torroba, nacido en Herreros el 18 de Noviembre de 1770, Sacerdote, Archivero de Indias en Sevilla y, según parece, consejero de Fernando VII (curiosamente uno de los más nefastos reyes de la Historia Moderna de España); por tanto, bien poco nos podemos enorgullecer de ello, a no ser que pensemos positivamente y lleguemos a la conclusión de que si no hubiera sido aconsejado por nuestro paisano, habría sido mucho peor. Legó a la posteridad varias obras, en su mayoría inéditas. Gran defensor de Soria y de su tierra escribió un libro polémico sobre la nueva demarcación provincial realizada el año 1833. En él su firma literaria fue Camilo Batanero y Tundidor.

Penúltimas cosas. No sé si estáis enterados, primero, de que en la Leyenda de los Siete Infantes de Lara, a esos a los que decapitaron camino de Córdoba allá por el siglo X, se cita expresamente el valle de Febros (Río Hebrillos). No sé si les daría tiempo a los pobres infantes a verificar si en él había cangrejos o no. Y segundo, de que el novelista Pío Baroja, al regresar de Urbión, cansado y perdido por las hondonadas de Amblau, entró en el pueblo a la luz de la luna por la Ermita de la Soledad y disfrutó por una noche de la amable hospitalidad de una familia chaveta. ¡Ya me gustaría saber en qué casa pernoctó el bueno de Pío y qué cosas explicó! El que tenga interés, que investigue y nos cuente el año que viene lo que logre averiguar.

Y por fin, la última cosa. Ya que al comienzo he hecho referencia a una composición poética, pues acabaré con una que es más de campo que las amapolas y que evoca aquellos tiempos de la trilla, algunas otras tareas agrícolas y la llegada de los primeros veraneantes. Os explico brevemente cómo llegó hasta mí. A finales de los 60 mis padres me compraron un magnetofón a Cassette, que por cierto me fue de gran utilidad en los estudios. Con él grabé a algunas personas del pueblo (no conservo ni un sonido de ellas), entre las cuales estaba Juan Pedro Villares. Me recitó varios poemas, extraídos probablemente de los periódicos Hogar y Pueblo o Campo Soriano, o vaya usted a saber de dónde. El caso es que de tanto escuchar alguno de ellos, lo aprendí de memoria y aquí está. Se titula El Saturnino y la Ruperta, su autor, todavía lo estoy buscando.

-Saturnino, yo a la trilla

le temo como a un nublado;

¡hay que ver lo que se suda

y hasta que se mide el grano!

¡Yo termino reventada!

-Ruperta, que no es pa tanto.

Lo que tiene que eres falsa

y más floja que un gazpacho.

-No digo que no, marido,

pero somos los más arrastrados.

Contempla los veraneantes

y los demás funcionarios

¡qué buena vida se chupan!

-Qué lamentable es tu engaño.

¿Piensas que la vida es un chupete

pa que la gastes chupando?

Todos esos veraneantes,

y los demás funcionarios,

que tú miras a reojo,

rinden tributo al trabajo:

los unos con el cerebro

y los otros con sus manos.

Todo trabajo es nobleza

siendo bueno y siendo honrado.

-Saturnino, ¿también honra

el matar escarabajos?

-Sí, parienta, porqué no.

Es útil y es necesario

exterminar esa plaga.

-Pues búscame el arseniato.

Pero sostengo lo dicho:

somos los más arrastrados;

si de nuevo me casara,

lo haría con funcionario.

-¡En segundas nupcias piensas

con todo el cabello cano;

a disgusto estás conmigo

y quieres verme relevado!

-Perdón, perdón, Saturnino,

consérvate largos años,

habla una disparates.

-Por eso no te hago caso.

Cuando termine la trilla,

tú te pondrás el refajo,

la saya y la toquilla

del día que nos casamos;

te echarás la permanente,

y agarraditos del brazo,

con un aire distinguido,

marcharemos muy despacio

por las orillas del río

los paisajes contemplando,

pero a nadie has de envidiar

aunque sea millonario.

Y bien, antes de dar los gritos tópicos y típicos de rigor, dos recomendaciones: 1º, disfrutad las fiestas; bueno, esto es prácticamente obligatorio, y, 2º, dado el momento de profunda crisis económica en que nos encontramos, tened cuidado, pues según me han dicho hasta el perro de San Roque está cabreado y rabioso. A lo mejor ni respeta las roscas del Santo y se las come antes de subastarlas.

Y ahora, no seáis tímidos, y gritad conmigo:

¡Viva Herreros!

¡Vivan las fiestas!

 

 
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