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  Vulgares Gritos de un Alma Vulgar (Caranva Romero)
 

 

 

Vulgares Gritos de un Alma Vulgar

 

Caranva Romero

 

Poemas

 

Presentación

 

Muchas veces he querido

mirarme en mil cuartillas

y aliviar de mis costillas

el peso de desengaños,

que dejaron sin apaños,

mi mundo de maravillas.

Mas ¿cómo poderlo hacer

si un preso era el pensamiento,

un alud el sentimiento

y la inconstancia mandaba?

El silencio me ahogaba,

mucho más el desaliento.

Hago un esfuerzo hoy,

y alzando la vista al cielo,

firmes los pies en el suelo,

intentaré, que sin mengua,

de mi alma hable la lengua,

sobre el papel de consuelo.

 

I

 

¿Dónde están los tristes y alegres años de mi infancia?,

¿Dónde están los paisajes y gentes de mi pueblo?,

¿Dónde, dónde están?

Que quiero vivirlos de nuevo,

que quiero contemplarlos otra vez.

¡Ah, pero si están aquí, conmigo,

en el fondo de mi corazón!.

¡venid, venid más arriba!

¡Oh, años inolvidables!,

años que no volveréis.

¡Oh, paisajes y gentes de mi pueblo!.

Ya no os volveré a ver como os vi;

¡qué pena!, ¿verdad?

Pero me quedáis vosotros, recuerdos,

vosotros que ya nunca os separaréis de mí.

Herreros, verano 1972

 

II

 

Una tarde de verano,

majestuoso y tirano,

el sol brillaba,

como queriendo borrar

el suavizador vientecillo

que de la sierra llegaba.

Los gorriones, tordos y golondrinas

al aire lanzaban,

despidiendo el día,

cantos de vida y esperanza,

mientras el murmullo apagado de los niños,

que entre alegres gritos se divertían,

susurraba a mi alma ternura y amor.

Pero todo esto, como en día,

poco a poco fue extinguiéndose,

y las sombras y el silencio de la noche,

encerrándolo fue en recuerdos,

para que mi alma, en todo momento,

le diera luz con la palabra coronada.

Herreros, verano 1972

 

III

 

Brillaba con fuerza el sol en mi alma,

arrancando vivos destellos de fe,

gozo, ilusión y esperanza

que vibrar hacían todo mi ser.

Pero así como la noche, poco a poco,

va sin compasión matando el día,

así, también, nubes de triste rostro,

envolviendo fueron el alma mía,

hasta sumirla en espesas sombras

de tristeza y soledad ya viejas,

que hicieron nacer lágrimas hondas,

que morirían antes de que a los ojos llegaran, sin quejas,

porque la mente en silencio quería pensar

y saber qué viento a las nubes llevó,

impidiendo al sol varios días brillar

y nutrirla de luz, vida y calor.

Y la mente en silencio pensó aturdida,

descubriendo, al fin, que era el viento de los recuerdos

el que hasta mi alma llevó nubes de horas vividas,

eclipsando aquel sol sin esfuerzo,

aquel sol que un día a ella tornaría esplendoroso.

Pero, ahora, había que iniciar un corto vuelo,

y los recuerdos, convertidos en viento muy furioso,

con las nubes impidieron que mi alma contemplara un limpio cielo.

Mas, no; no era en ella todo oscuridad,

permanentemente brillaba un tenue rayo de sol,

que, filtrándose por entre las nubes quería aliviar

la espesura, inflamándola de amor,

hasta que un día volviera a brillar con fuerza el sol en mi alma,

arrancando, de nuevo, vivos destellos de fe,

gozo, ilusión y esperanza,

que vibrar hicieran todo mi ser.

Herreros, verano 1973

 

IV

 

Querría decir lo que pienso,

lo que siento;

mas las palabras no salen;

se me quedan dentro

clamando por una libertad

que nunca tuvieron.

Bien cerrada está la celda.

Sólo ahogados gritos se oyen,

gritos, que a veces silencia el llanto desconsolado,

porque el mundo los oye y pasa de largo.

Estoy solo. Pienso en el mundo

y siento deseos de pisotearlo,

de pisotearme yo mismo,

hasta exterminar esta sociedad

que vive matando,

que muere matando

sin mirar un instante, siquiera,

al cielo, al mar, a la tierra

para verse a sí misma.

No puedo hablar.

No puedo, aunque quiera, decir

más que palabras que se perderán

en el silencio indiferente del alma de la sociedad.

De nada sirve soñar

para el alma que no duerme;

sólo piensa, siente

hasta que muere aprisionada por lo imposible.

Sí, muere, muere porque ese imposible,

que fue posible en un principio, es la vida;

vida que me enseñaron a matar muy pronto

con flechas cargadas de veneno

sin antídoto posible,

porque habría de empezarse otra vez.

Di adiós, amigo; no te quedes.

Ya sabes que vivir es despedirse sin parar,

dejando un poco de ti en cualquier parte,

para que los demás hagan de él lo que quieran.

Ya sabes que el pasado

va marcando dolorosamente un presente

que casi nada es,

mientras que el futuro aguarda en sombras

para llevarnos a la muerte total.

Busca otro mundo, amigo.

¿No ves en éste esos árboles?

Nadie los riega,

nadie se fija en ellos,

sólo cuando los necesitan.

¿Ves esas miradas,

esas manos suplicantes?

Tan sólo el horizonte y el cielo las recogen.

Así somos: egoístas para nada;

ni para nuestra propia satisfacción,

ni para ser un instante felices...

Son las ansias de un querer no sé qué.

Barcelona, noviembre 1974

 

V

 

Está llamando el viento a mi ventana

con gemidos ahogados que se pierden

en las espesas sombras de la noche.

¿A mi ventana llama tan sólo?

Le he dejado entrar

y me ha envuelto en un frío manso de soledad.

Ha querido hablarme,

y sus heladas palabras

me han hecho daño,

porque su dolor es el mío,

porque su soledad es la mía.

Él de un lado a otro

va siempre llamando:

silenciosamente, unas veces;

otras con gemidos lastimeros,

y otras con ira irreprimible.

Llama a cada ventana

por si alguien con él quiere irse.

Mas nadie, nadie quiere seguir su incierto caminar.

El lo necesita

y por eso llama y llama:

en silencio,

con palabras ahogadas

o con gritos.

Le escuchan muchos,

le entienden algunos,

mas nadie, nadie con él quiere irse.

¡Mátame, soledad!

Ahoga mis gemidos, mis gritos,

y mi gélido silencio, también.

Que la gente no me vea,

ni me sienta ni en mí piense.

Déjame morir en la nada,

para que mis deseos imposibles

sigan el mismo camino.

Barcelona, 28-11-1974 (2 de la madrugada)

 

VI

 

Deja, amigo, que tus sentimientos, envueltos en el vibrar de las cuerdas de tu fiel compañera, salten al aire, llenándolo de mil ecos de llantos, alegrías o calmas profundas.

Deja, que las primas canten, que los bordones lloren y los acordes griten, para que hasta el cielo se entere de que tu alma vive sintiendo.

Deja, que en arpegios, ligados, trinos y trémolos, tus sentimientos viajen en busca de realidades que los llenen.

Deja, amigo, que mis sentimientos a los tuyos se unan, salpicando de palabras el sonar de las cuerdas en tus manos, para que al ritmo de tu sentir hecho música y el mío palabra, broten cantos, que, aunque la gente no entienda porque ni a oírlos se para siquiera, a nosotros nos inunden de paz y nos recuerden que existe amor y felicidad.

Mas intentemos, ¡por Dios!, que la gente nos oiga al menos: Sube la izquierda, amigo, que yo elevaré la voz; y arráncale gritos con ligados, con acordes y con trinos agudos, para que la gente se acuerde de que las palabras navegando en barcos de mentira nunca a buen puerto llegarán, de que el mundo, en el que para respirar unos, hay a otros que asfixiar, nunca, nunca podrá amar.

¡Bah! Pero para qué decir nada; desiste, amigo: no se puede lo imposible alcanzar; nadie nos oye; mas tú no dejes de tocar.

Baja la izquierda ahora, y que lloren los bordones, las primas y los acordes, para que en nuestro rincón de siempre, acabemos la canción un día de realidades vestidas de blanco y en mi mayor.

Barcelona, febrero 1975 (A J. S.)

 

VII

 

¡Cómo me duele sentir tu ausencia;

sentir el rebotar de los ecos

en los deseos de mi pecho

ávido del gozo y sufrimiento

de tu pasada presencia!

 

¡Cómo me duele sentir lo que siento,

pensar lo que pienso!,

porque la casa es hermosa,

pero está vacía

y sin luz por dentro;

tan sólo la habitan

claros recuerdos,

que van de acá para allá,

dejando su huella profunda

y limpios sueños que,

cansados de buscar

un cálido rayo de sol,

han quedado dormidos

en cualquier rincón.

¡Dormid sueños e ilusiones,

dormid, dormid tranquilos!,

que la esperanza os despertará

en la realidad

de una casa iluminada,

porque entrarás a raudales, entonces,

por mis ventanas abiertas al sol

de tu primavera y verano,

para calentar y dar luz

al frío y penumbra

de mi otoño e invierno.

Mas, no; no durmáis sueños e ilusiones,

que la esperanza se quedará sola

y podría dormirse también;

o quizás, cansada de esperar,

podría perderse en la noche

en busca de paisajes nuevos,

de una casa con amo despierto

que le ofrezca, tras el sombrío

bosque que la rodea,

un engañoso hogar

de luz y calor

donde descansar

para siempre.

Pero ¡oh cielos! ¡Qué digo!

Debo callar, pues

cuanto más hablo y pienso,

más me duele sentir tu ausencia,

sentir el rebotar de los ecos

en los deseos de mi pecho

ávido del gozo y sufrimiento

de tu pasada presencia.

¿De qué me sirve hablar,

pensar o sentir

si no tengo lo que quiero;

si la casa está vacía

y sin luz por dentro;

si no veo el horizonte

que se pierde allá, allá lejos;

si tan sólo veo el desierto

que me aisla del mundo entero?

Dejadme, pues al menos,

pensamientos y sentimientos,

sueños, ilusiones y esperanzas

mirar al cielo,

al mar y a la tierra,

si es posible,

para morir en silencio

y con una indescriptible

sonrisa

en mis labios sin besos.

Barcelona, febrero 1975

 

VIII

 

Llueve fuera, llueve dentro;

truena fuera, silencio dentro.

Y en silencio con el agua se va mi tiempo,

abriendo surcos profundos,

que los recuerdos irán llenando,

hasta que ya no tenga más tiempo.

Pero lo tengo aún, lo tengo;

¿Y para qué?, -me pregunto:

¿Para seguir rumiando mi impotencia quieto?

¿Para seguir viendo siempre lo mismo?

Sí, se me va, se me va hacia la nada mi tiempo

y yo, yo lo siento,

porque miro y miro,

y para lo que quiero, no hay,

no ha habido, ni habrá tiempo.

Barcelona, marzo 1975

 

IX

 

Hoy, precisamente hoy,

quiero prender en tu limpio corazón

la humilde flor de mi palabra,

esperando que la sangre

de tus recuerdos más queridos,

no la dejen nunca marchitar,

y pueda así su cálido perfume,

en el amanecer de una amistad,

permanentemente llenar

este tu ser

de niña y mujer.

Mas ¿sabes? Es difícil,

muy difícil conservar,

cuando el tiempo inexorablemente pasa,

los puros sentimientos de las almas,

pues la vida y las personas,

como si de ramas secas se tratara,

cruelmente los va tronchando

hasta dejarlas desnudas

al frío de una noche interminable.

Pero no. Hoy, precisamente hoy,

en el amanecer de esta amistad,

nuestras almas se rebelan

y quieren hacer brotar

nobles sentimientos que las vistan,

para que jamás muera

lo que siempre ha de vivir.

Barcelona, 5-3-1975 (A M. B.)

 

X

 

Ayer, dormido te soñé y no lo supiste;

hoy, despierto te sueño y no lo sabes;

mañana, despierto o dormido

te recordaré y no lo sabrás.

Mas despierto o dormido

siempre dentro te tendré,

aumentando un día

los momentos ya vividos

y que hoy corren en palabras

por las líneas del papel,

esperando que el tiempo

de polvo los cubra

y se lleve las palabras y el color.

Sin embargo, escondidos

los momentos quedarán

en un remoto rincón del alma,

asomando a la luz,

de vez en cuando,

con descolorida sonrisa de vida

en el tiempo ya perdida.

Pero hoy eres presente,

sólo presente,

y despierto te sueño y no lo sabes

(hojas en el suelo);

lejos, muy lejos te veo, y no lo sabes

(estrellas en el cielo);

en todas partes te siento, y tampoco lo sabes

(aire que respiro con anhelo).

Cierto, eres presente,

sólo presente,

vives ahora mismo mi tiempo,

llenas mis momentos,

mi ser entero,

mi alma y mi cuerpo;

pero mañana serás recuerdo,

y, aunque mi alma tenga más momentos,

dormidos o despiertos,

tú siempre en ella estarás.

Barcelona, marzo 1975 (A C. M.)

 

XI

 

A lomos de mi corcel rebelde

querría correr

por tiempo de mañanas blancas,

de rojizas y perfumadas tardes

y noches estrelladas de luna clara

con tus manos amorosas

en mis hombros apoyadas,

levantando polvaredas

de sueños y esperanzas

que a las vidas oprimidas envolvieran

hasta desvanecerse en el espacio

de realidades por siempre añoradas.

Sin embargo, no corro.

A lomos de mi corcel rebelde

despaciosamente ando

por tiempo de mañanas grises,

de tardes que por pronto encanecidas

quieren irse

y negras noches que con frío las reciben

sin tus manos amorosas

en mis hombros apoyadas

y sin tampoco levantar polvaredas

de sueños y esperanzas

porque llueve y llueve

y la tierra está mojada.

Mas a pesar de esto,

detener no quiero mi montura;

antes bien,

cabalgar quiero con premura,

porque quizás

en algún recodo del camino,

y en noche oscura,

esperándome estés,

para saltar a la grupa,

y por tiempo de alternancias constantes,

conducirme hasta la comprensión

de un mundo que siempre ha sido igual,

de un mundo que anda

por caminos a sangre y fuego hechos,

de un mundo hipócrita

que vive por fuera y muere por dentro.

¡Corre, corre!, pues,

sin cesar corcel rebelde,

que mañana a tu grupa saltará

mi amiga del alma,

y con sus manos amorosas

en mis hombros apoyadas,

juntos correremos

por tiempo de días eternos,

buscando siempre

lo bello entre lo feo,

la luz entre las tinieblas,

lo alegre entre las penas,

lo real entre los sueños

para depositarlo,

bajo un cielo sereno,

a los pies del viento,

que veloz lo llevará

por este mundo,

perpetuamente, sin tiempo.

Barcelona, marzo 1975

 

XII

 

Dejaré, una vez más, que resbalen mis dedos por la máquina con gusto para ti.

Agoniza el verano, pero su respiración es tranquila. Su aliento, ayer terriblemente ardiente, hoy es fresco.

Vuelvo atrás en ancas de mis recuerdos; todo pasa, y siempre hay algo igual y algo diferente. Unas veces el tiempo corre, vuela, otras despacio transcurre, pero siempre pasa, y de la monotonía no hay Dios que se salve. Pero este verano por mí deprisa anduvo.

Sí, agoniza el verano, y con él se va un poco más de mi vida. Mi alma cada vez se reparte más; a trozos se va quedando en la tierra, en el espacio, en las personas; el universo hará lo que quiera de ella, y me parece bien.

Agoniza, agoniza el verano, y en su corta existencia algunas cosas pasaron que contarte aquí no quiero. Diferentes eran y conmigo quedan, en recuerdos, lo sé, pero fueron cosas, y de cosas que fueron y que son, se van componiendo las que serán. Las cosas que serán las espero, y entre esperar, recordar y siempre vivir, aunque a veces no se quiera, la vida llegará donde tiene que llegar.

Hoy, amiga, no quiero contarte cosas que ya fueron, hoy quiero divagar sin decir nada, recreándome yo solo en mis luminosas ilusiones, porque ya habra tiempo de repasar pensamientos y sentimientos.

Sí, respira tranquilo el verano en su agonía, y por respeto a su muerte cada vez más próxima, el pueblo calla, hace silencio, y hasta el cielo parece que se ensombrece un poco. Cuando muera, el pueblo quedará casi vacío, hasta que el "heredero" lo llene en otra corta vida.

¡Oh luminoso y abrasador verano! Una vez más mueres para sumirnos en la oscuridad, en el frío, en la tristeza. Ya todo será nostalgia, melancolía, recuerdo de cielos claros y nuevos. Yo, en esta tarde silenciosa, quiero salir a la ventana de esta cuartilla para levantar mi mano, y con pena en el corazón, decirte adiós aún en vida, para que sepas, que a pesar de otros antecesores tuyos que por mí pasaron con más pena que gloria, te amo y que espero tu sucesor con esperanza siempre.

Herreros, septiembre 1975 (Carta a C. M.)

 

XIII

 

Sin haberte ido nunca,

sin dejarme nunca,

hoy llegas hasta mí

envuelto en recuerdos

de ausencia indeterminada

para inflamar hasta lo infinito

mi deseo de volver

a tener otra vez

tu silencio vivo,

para atar aún más

mi presente y futuro

en sombras sumidos

a aquel pasado

de negro destino.

¿Sabes? Hoy llueve, amigo;

el cielo llora como ayer,

y en las gotas que sin rabia

de las grises nubes se descuelgan,

van también mis penas y tristezas:

son ríos de agua

que corren con rumor de ausencias

hacia el mar inmenso de la nada.

Sí, hoy llueve, amigo,

el cielo llora como ayer,

y entre amargos sollozos

dice con dolor

que todo sigue como siempre,

que todo sigue igual:

un pasado que te duele,

un presente que apenas vives

y un futuro que se te abre y se te cierra.

Hoy sólo tengo soledad,

llanto y dolor,

porque el mundo, la vida y su tiempo

los llevo metidos hasta los huesos

y, porque queriendo abrir

nuevos horizontes

y al cielo vestir

de claro azul, veo

que este maravilloso deseo

se me vuelve, porque

en las sombras, muchas manos

construyéndonos están

un mundo sin amor.

Sí, hoy, amigo,

podría contarte muchas cosas

que fueron y que son,

pero, ¿para qué?

¿Para acercarme aún más

a lo que por lo que tú ya sabes

quiero alejar?

¿Para verme caer

más claramente aún

de lo alto de mis pocas

esperanzas e ilusiones?

No; dejaré ya de manchar

este papel con mis palabras,

para que después,

en el frío de tu silencio ausente,

vaguen mis pensamientos y sentimientos,

ya sin palabras,

en busca de su morada.

Pero antes,

desde aquí y hoy,

desde lo más profundo de mi alma,

quiero enviarte

un apretado ¡hasta pronto

y hasta siempre, amigo mío!

Barcelona, 6-2-1976 (A J. M. G.)

 

XIV

 

Cuando a la sombra de la imposibilidad

discurre mi camino

y el frío viento de la pasividad

me cruza el rostro;

cuando el manto gris del cielo

indiferentemente me cubre

y mis sueños se ahogan

en una lágrima impotente,

mis deseos veloces vuelan a encerrarse

en un hogar de luz y calor,

mientras yo, con bandadas de pensamientos

surcando mi mente,

en silencio suspiro y suspiro.

Cuando el mundo me rodea

con sus brazos egoístas

y me oprime brutalmente

hasta casi ahogarme;

cuando tan sólo veo horizontes

de desigualdad y miseria

y oigo mil ecos

de llantos de pena y dolor,

mis deseos veloces vuelan a encerrarse

en un hogar de luz y calor,

mientras yo, con bandadas de pensamientos

surcando mi mente

lloro en silencio también.

Cuando por el jardín de la vida

despacio camino

y veo hombres y hombres

con sueños de pan;

cuando a muchos hombres veo

arrastrar carros sin tentemozos

mientras que unos pocos

sonriendo arriba van,

mis deseos veloces vuelan a encerrarse

en un hogar de luz y calor,

mientras yo, con bandadas de pensamientos

surcando mi mente

grito: ¡Rebelión, yugo para todos!

Cuando, dulcemente, tú

acaricias mis sueños

y la luz de un beso

ilumina mi rostro;

cuando tus brazos me rodean

y con voz firme,

pero en ternura bañada,

dices que me amas,

mis deseos veloces vuelan a encerrarse

con los tuyos

en un hogar de luz y calor,

mientras yo, con bandadas de pensamientos

surcando mi mente,

en un susurro, te pido:

¡Ayúdame, por Dios,

a luchar por un mundo de amor!

Barcelona, 6-2-1976

 

XV

 

En el amanecer de esta cuarta,

quinta o ¡sabe Dios qué dimensión!,

quiero dedicarte esta ensalada

de palabras con sabor a rabia,

resentimiento ironía y amor.

¡Qué terrible desierto

es la vida, Ruiseñor!

Sobre él, perdida,

hambrienta, sedienta,

ahogándote en un círculo cerrado,

volabas, como siempre,

unos metros hacia un lado,

otros tantos hacia otro.

Un día volaste

más de la cuenta en un sentido

y te encontraste conmigo.

Yo, que como pude

siempre volé en un sentido,

dejados atrás largos

y fríos otoños e inviernos,

en brazos de cálidos

sueños primaverales dormía.

Tú llegaste a mí

con el verano en una mano,

y tanta luz, tanto calor

y tanto sol abrasador

me deslumbraron y encendieron.

Despierto ya, me incorporé

y quise volar contigo,

pero tu libertad

política del amor

trajo las tormentas de verano,

y, entonces, me acariciaste

los cabellos con tu mano,

buscaste una casita sin salida

y me pusiste cama

con almohada de adefesios

adornos preñadas

donde soñar mis sueños pudiera,

para que, al final y en lo mejor

del sueño fríamente las quitaras.

 

¡Dios!, ¡pero qué loco Ruiseñor!

No sabes qué inventar

para beber, comer,

buscar espacios nuevos

y encontrar un camino abierto.

La vida se te va pasando,

y por confiar sin más

en la juventud de tu presente

y esperar de un futuro

lo que por jugar no fraguas,

no catas de la vida lo que debieras.

¿Es verdad lo que digo?...

Jugando te envejecerá el alma,

y en el lago de la vida

tu barca se irá a pique.

Pero ¡cielos!, qué cosas digo.

Si seguramente un día

tu bajel suavemente se deslizará

por las aguas tranquilas

de un lago de amor que no sea el mío;

si seguramente, por la tierra,

despacio marcharás un día

de la mano de alguien que no sea yo,

en busca de aquel perdido

oasis de amor de dos.

Pero no importa;

para entonces, yo estaré lejos,

donde mis sueños toquen

libremente el firmamento

y mi amor viaje por la tierra

sin siquiera conocerte.

Sí; viajaremos ambos por la tierra,

pero tú por un lado y yo por otro,

porque así lo quisiste, Ruiseñor.

Es posible que algún día te arrepientas,

o quizá nunca.

Yo tan sólo podré arrepentirme

de haber empezado,

de haberme dejado mecer

por manos sin horizonte,

y de haberme dormido al conjuro

de una canción sin glosa ni estribillo.

Pero algo más, Ruiseñor.

¿Sabes? Un día,

desde lo más profundo de mi alma,

quise dedicarte

las más bellas palabras coronadas,

mas hoy, tu querer

este deseo va matando,

y mis palabras y sentimientos

quieren vestirse de indiferencia

y volar hacia otros lugares

donde la luz sea clara

y el calor amor que valga la pena.

Barcelona, 8-3-1976 (A E. R.)

 

XVI

 

Te has ido dejándome solo,

flotando en un mar de incomprensiones,

de pensamientos y recuerdos

que están pretendiendo ahogarme,

sin que mi estómago pueda ser más

que un buque solitario

girando sin parar

sobre el torbellino brutal

de sus sentimientos.

Sí, ya sé, ya sé que nunca supe,

ni sé, y que quizá jamás sabré

expresar con profusión

de palabras bellas mi sentir,

pero sí te sé decir,

mejor o peor,

que mi estómago revienta de dolor,

esparciéndose con rapidez

por mi espíritu y mi cuerpo,

el antibiótico irresistible

de tu perfume, de tu nombre

y de tantas otras cosas,

que me van debilitando más y más

hasta casi la extenuación.

No puedes, criatura,

ni siquiera imaginarte

lo que siento.

Hoy soy mar embravecido

y barquillo de papel abandonado,

cielo encapotado

y hombre en la tormenta perdido.

Pero ¿qué sientes ahora,

estómago mío?:

rebeldía y vacío,

rabia y dolor,

resentimiento y pasión,

incomprensión

y hasta amor,

y ¡sabe Dios!,

qué tantísimas cosas más,

porque la contradicción

de esta amada flor

es tanta, que el todo y la nada

son nada para contarlo.

¡Cielos! Que pase volando el tiempo,

y que callen mis pensamientos

y sentimientos, mis recuerdos

y hasta el silencio también.

Pero, ¡oh, qué dolor!

Tú seguirás aquí,

mientras yo,

mil y mil veces me repetiré:

¡Virgen, qué placer,

si jamás la hubiera querido así!

Barcelona, 10-3-1976 (A E. R.)

 

XVII

 

Consumiendo pensativo una vez más

los cigarrillos del paquete de mi vida,

siento que se me van pudriendo los pulmones

y quemando la garganta más y más.

Mi pecho dolorido ya no puede casi soportarel peso de las hojas secas que la Humanidad

por su boca va arrojando, día a día, sin cesar,

para que el viento, porque guardadas han perdido su fuerza natural,

las arrastre por la tierra siempre de acá para allá,

mientras mis ojos, cansados de mirar en la oscuridad,

y por el humo negro de los actos que envolviéndonos está,

dejándonos apenas respirar,

lloran y lloran, pues se ha

desbordado de mis entrañas ya el manantial.

Barcelona, 26-3-1976

 

XVIII

 

Me duelen los ojos

de tanto mirar al cielo

y los pies de tanto

andar y andar por la tierra;

me duelen el alma y el cuerpo

porque, como suspendido

en el aire, no encuentro,

ni arriba ni abajo,

ni afuera ni adentro,

apoyo para mi ser maltrecho.

Barcelona, 30-3-1976

 

XIX

 

¡Callemos!,

que es tiempo de silencio;

¡hablemos!,

que es tiempo de hablar;

¡actuemos!,

que es tiempo de actuar;

mas, en silencio, palabras o hechos,

dejemos que se desborde el manantial

de nuestros pensamientos y sentimientos,

y ¡vivamos!,

que es tiempo de amar.

Barcelona, 5-5-1976

 

XX

 

Cuando, en mis largas noches,

la luna se esconde

tras los inaccesibles montes

que salpican el paisaje de mi vida,

sin miedo me asomo

al negro precipicio,

que a mis pies espera,

para en sus fríos,

pero siempre acogedores brazos,

transportarme a lugares insospechados,

y en lo más profundo de su negrura,

creo oír un helado adiós

a la banalidad del mundo

que me rodea y al vacío inmenso

de mi triste soledad.

Pero cuando, en mis largas noches,

la luna irresistiblemente se alza

en hembra sobre los montes

que salpican el paisaje de mi vida,

se retiran suspirando

las tinieblas, y mis ojos,

con destellos de sueños nuevos,

no miran hacia la clara

profundidad del precipicio,

sino que decididos se levantan

hacia un cielo tachonado

de estrellas blancas,

desde donde tú bajas,

para que yo, tras alcanzar

la más alta cumbre,

me refugie entre tus brazos

y contigo recorra,

sin negruras insondables

ni cansancios, los caminos

que dibujan los paisajes de la vida.

Barcelona, 9-8-1976

 

XXI

 

Quisiera sentarme en el cielo

y con un velo

taparme la cara

para no ver este mundo,

que sin rumbo,

camina hacia la nada.

Quisiera llevarme conmigo

a los hombres, que sin trigo,

pretenden dar de comer al hambriento

a los hombres, que sin nada,

luchan con las ganas

de ver a los pueblos viviendo.

Y quisiera, que todos juntos,

con la justicia en lo más profundo

de nuestro ser,

pasáramos, sin miedo ni rubor,

cual ángel exterminador,

por esta sociedad que no quiere ver.

Quisiera que los cañones del amor

tronaran alrededor

del egoísmo y de la maldad,

y que, tras batalla incruenta,

reinara sobre la tierra nuestra

la soberana igualdad.

Quisiera ya, que los llantos,

los gemidos y los espantos

cesaran,

y que los oprimidos y opresores,

los pequeños y los mayores

se abrazaran.

Y quisiera, que sobre cimientos hondos,

con piedras de fondo

blanco, blanco de nieve,

se construyese una sociedad

en plena libertad,

que con el viento fácilmente no se fuese.

Barcelona, 21-8-1976

 

XXII

 

Es la vida un ramo de sueños blancos,

que sin agua ni jarrón,

se marchitan al instante con dolor;

un manojo de imposibles cardos,

que sin juicio ni razón,

se clavan con saña en el corazón.

Y en el corazón se me clavaron,

y los sueños blancos con dolor se marchitaron;

y es por eso que con rabia y con dolor

hoy sangro sentimientos por la voz.

¡Oh rebelde flor de la palabra!,

rebeldía sin perfume,

que perdida y mustia hoy te levantas

sobre los caminos marcados de la vida,

dime, dime ¿quién con imposibles sueños te secó?,

¿quién de tu vergel florido te llevó?,

dime, dime tú ¿quién te mató?

¡Oh!, tirana y podrida sociedad,

jardín de imposibles cardos

y cementerio de muertos vivos,

¿adónde pretendes llegar?,

¿qué quieres de la vida respetar?

Durmiendo ya me tienes,

sobre espinas de puntas duras

y rodeado de flores mustias.

Y ahora, ahora ¿qué más?

Sueña para tus adentros

con sueños blancos de libertad,

de amores rojos y de igualdad;

sueña con flores vivas,

con el agua y con el jarrón;

sueña con la amarilla paz

en un mundo multicolor.

Y ahora, ahora ¿qué más?

muere en la oscura y triste soledad

de un día de tormenta artificial,

que sin duda limpiará,

lo que tú llamas "podrida sociedad".

Barcelona, 24-8-1976

 

XXIII

 

Hoy se ha llenado mi alma

de mil tristes y eternas despedidas;

hoy mi ser entero ha pedido

a gritos huir del pasado,

del presente y del futuro;

hoy, encontrados sentimientos,

hasta el pensamiento

han ascendido ensombreciéndolo;

hoy ya no existen horizontes, no;

todo es agua fría

dentro y fuera de mí,

que me hiela la esperanza

y apaga amores encendidos

y fogosas ansias de trabajo;

hoy, en fin, soy una pavesa

volando sin sentido,

que se desintegrará

en el pozo de la nada, del vacío.

Barcelona, 31-8-1977

 

XXIV

 

Sueños limpios,

miradas claras;

todo un destino

ante tu cara,

"Lindo Torbellino",

que hoy se te abre muy florido

y repleto de palomitas;

pero nunca olvides,

que a lo largo del camino,

las flores y palomitas

no todas tienen

porte gentil,

mas todas tienen

su porqué,

sus encantos y,

lo verdaderamente bonito,

que dentro siempre palpita.

Barcelona, 31-8-1977 (A S. M.)

 

XXV

 

Hoy más que nunca

he sentido ahogarme

en el caos de la vida.

Voces escondidas

han llamado al agotado

pajarillo de mi alma envejecida,

que ha comenzado a revolotear

con la mirada perdida,

pues las sombras le acechan

por abajo y por arriba.

Ya no hay noches estrelladas

ni rojos amaneceres,

ya no hay horizontes claros

ni días de amarillo limpio;

su fin está próximo,

nadie lo salvará.

Desde que nació,

las sombras le acecharon,

y en plena vida,

sus cansadas alas cesaron

de batir el aire

para dejarlo caer

en el misterio insondable.

Se le han partido sueños

en espera de besos perdidos,

en espera de servir para algo,

en espera de... ¡tanto!

Esperará un poco más;

pero, mientras, ni un sollozo,

ni un gemido dejarán escapar sus labios,

tan sólo una leve e indescriptible

sonrisa bailándole en ellos:

la vida se lo merece.

Se está esforzando el agotado

pajarillo de mi alma envejecida

en mantener su cuerpo arriba,

mas se siente descender hacia el vacío;

sin embargo, no sabe cuándo

contra brazos vacíos chocará,

sólo que falta menos ya.

Barcelona, 1-9-1977

 

XXVI

 

Están cruzando el cielo

mensajeras del dolor;

su velocidad es grande,

su destino conocido es:

aquí está,

mi corazón,

yo.

Barcelona, 3-9-1977

 

XXVII

 

Todo lo mancho de negro,

¡qué asco!;

todo lo visto de negro,

¡qué chasco!;

pero es que en mi pueblo

no venden el blanco

ni aquel arcoiris soñado,

tan sólo el negro

de enlodado charco.

Barcelona, 3-9-1977

 

XXVIII

 

Se me empaña la mirada

cuando contemplo el presente y el pasado,

se me ahoga entera el alma

cuando miro hacia el futuro,

en los labios me florece una sonrisa,

cuando con palabras o en silencio yo me digo:

¡qué más da!, moriré, seguro.

Barcelona, 3-9-1977

 

XXIX

 

Se me ha roto un beso entre los labios,

y partiéndose en mil suspiros,

ha penetrado hasta mis entrañas

como mortífero veneno,

aletargando despiertos sueños

y despertando dormidas desconfianzas.

Me está doliendo todo el cuerpo,

me duele el alma entera,

pues el beso está aquí dentro

en mil suspiros partido,

proyectando sobre la vida mía,

mil penas de decepción.

Pero quizás todo esto pase,

y mil besos el aire cruzarán,

en busca de los cálidos

labios de otro tiempo,

que amorosos la caricia aguardarán,

tras aquellos gastados besos,

que en pasajeros juegos lo fueron.

Barcelona, 4-9-1977 (A M. L.)

 

XXX

 

Avanza lenta la tarde.

Se ha acurrucado mi tristeza

entre mis brazos, y contra mi pecho,

fuertemente la he apretado.

Siempre estuvo conmigo.

Juntos recorrimos caminos

de estrechez, de sufrimiento,

de dolor, de inconfesables cosas,

de sueños de pan,

de trabajos desesperantes...

Juntos anduvimos por

prados de mayo en flor,

arrancando con ternura honda

campanitas y margaritas:

flores distintas para vaso

con agua en la mesa puesto.

Juntos recorrimos los sueños

desde los pies a la cabeza,

los desengaños desde el alma

hasta el alma quieta,

la felicidad desde la noche

callada y clara hasta el horizonte

blanco de día blanco.

Juntos caminamos por amores limpios

desde el tiempo hasta el tiempo,

desde la boca hasta los labios,

desde el pecho hasta las rodillas.

Juntos recorrimos los caminos de la vida

desde el monte hasta el mar,

desde el hombre hasta el animal,

desde el cielo hasta la tierra.

Y juntos, ahora, marchamos por la muerte

desde el pensamiento hasta el sentimiento,

desde el sentimiento hasta el pensamiento.

Pero, sí; ahora, parados aquí y allá,

abrazados estrechamente mi tristeza y yo,

nos miramos hacia dentro,

en el tiempo y para el tiempo,

en la vida y en la muerte;

nos queremos, nos amamos,

nos besamos y acariciamos...

Siempre hemos estado juntos

y siempre lo estaremos,

como dos locos de amor,

que recorren su camino

en la vida y por la vida,

en la muerte y por la muerte,

despreciando comentarios,

miradas y sonrisas

inyectados en envidia.

Barcelona, 5-9-1977

 

XXXI

 

En el parque del tiempo

de la ciudad sin nombre,

y en un banco de doble cara,

espalda con espalda,

un hombre y una mujer sentados

(islas vecinas que se ignoran)

y que albergan en la mente,

en el alma,

en su ser entero,

en el mismo punto

del cielo y de la tierra,

los mismos deseos,

las mismas ilusiones,

las mismas esperanzas,

mientras, en turbulentas aguas

subterráneas, pretenden sumergir

mil recuerdos dolorosos

que habrán de correr con ellas

en pos de la imposible nada.

Pero, ¡por Dios!, una palabra

(puente prístino entre las almas)

una palabra entre estas dos almas

que transitan por la vida

en busca de ternura compartida,

de paz y sosiego

en la seguridad mutua,

de comprensión en la sensibilidad pura,

del estímulo en la superación de cada día,

del amor malgastado

y redimido al fin.

La palabra salió

al conjuro de un suspiro,

y las dos almas en una,

dan gracias a quien sea.

Barcelona, 4-7-1987

 

XXXII

 

A tientas ando por mi alma

desde aquel día en que la luz artificial,

pobre sucedáneo de un sol

que quizás nunca hasta ella llegó,

tras parpadeos que fueron siempre ignorados,

de golpe se extinguió.

En mi desesperado ir y venir

de fiera enjaulada,

voy tropezando con mil cosas

esparcidas por doquier,

y hechas del duro material de la mentira,

hiriéndome los recuerdos que llevo a flor de piel.

Me he sentado, por fin,

en el rincón de un escondido sentimiento,

lo he elevado a la categoría de pensamiento,

y mirando atentamente en derredor he descubierto

que, por un resquicio de la puerta

y de las ventanas, también,

filtrábanse anhelados rayos de luz,

que con letras de oro escribían tu nombre,

en el centro mismo del aposento.

Barcelona, 4-7-1987(A M. r.

 

XXXIII

 

Tras larga y veloz carrera

por la hermosa tierra del amor,

mi ser entero acusa

los golpes del corazón,

porque habiendo trabajosamente corrido

por campos de confianza en flor,

por naturales caminos

de sinceridad al sol,

por tortuosas sendas

de fidelidad ansiada,

inaccesibles montes

de mentira agreste

se han interpuesto, de repente,

hiriéndome el amor propio,

mi paciente constancia

y dignidad de hombre.

Descanso, ahora,

sobre el sueño de una ilusión,

que tú acercas a mis labios

resecos de tanta sed,

el manantial de una esperanza,

mientras, todo yo,

entre gemidos de impaciencia febril,

me pregunto una y otra vez:

¿Sueño, esperanza,

ilusión, realidad?

El tiempo nos lo dirá.

Barcelona, 8-7-1987

 

XXXIV

 

Ya mis blancas palomas se escaparon,

aquellas que con tanto cariño cuidé,

las vi perderse en el cielo

y en la distancia del no volver.

Vacíos sus nidos quedaron

al tiempo de amanecer.

¡Qué tristes días me esperan

sin una a la que dar de comer!

Vacío está el palomar,

y yo vagando en silencio por él,

sin el aterciopelado batir de sus alas

ni el apasionado arrullo de un querer.

Mas al reclamo de mi deseo profundo,

una se ha dejado ver;

era una blanca paloma herida,

"muerta de hambre y de sed";

¡aquí la tengo!, en mi corazón,

curada, satisfecha y fiel.

Barcelona, 9-7-1987

 

XXXV

 

Tengo atragantada una ilusión

en el espacio de un tiempo indeterminado,

que me produce gran impaciencia,

porque por más esfuerzos que hago,

hacia fuera no quiere salir,

para pudrirse al paso del tiempo,

ni hacia dentro quiere pasar

para ser la realidad de un día eterno,

desde donde poder discernir

lo que es mentira de lo que es verdad,

desde donde contemplar feliz

el mundo que no está tan mal

y que, sin duda, algún día mejorará.

Barcelona, 10-7-1987

 

XXXVI

 

En un largo antesdeayer,

te vi en mi mente pugnando

por entrar en mi corazón;

en un corto y duro ayer,

te vi en mi mente, atando

con tus cabellos mi corazón;

hoy te he visto en mi mente,

es una ilusión,

toda tú en mi corazón.

Barcelona, 10-7-1987 (A M. R.)

 

XXXVII

 

Esperar contra toda esperanza,

soñar dormido o despierto,

acariciar una ilusión sin alas,

¿es malo, es bueno?

No puedo saberlo.

Pero sí sé, que sin pausa,

las penas del corazón

y aquella maldita causa,

que sin piedad las originó,

caminan hacia el "no son",

al mismo tiempo que algo,

en intermitencia incesante,

me dice que espere el milagro

de los que miran hacia adelante

con valentía sabia y constante.

Barcelona, 11-7-1987

 

XXXVIII

 

Amigos tengo, y muy buenos;

familia muy buena, y que quiero;

pero qué solo se encuentra uno

con su propio pensamiento;

por él discurre el pasado,

sobre el lecho de mil recuerdos,

que lo van llevando en silencio,

hacia un soñado futuro,

porque el presente no es más que eso,

la intersección de dos semiplanos, que son:

el pretérito sin regreso

y el porvenir que anhelante espero.

Barcelona, 13-7-1987

 

XXXIX

 

Van pasando lentas

las horas en el reloj,

la noche avanza sin pausa

cubriendo mi corazón

de tristes recuerdos que andan

hacia el principio del "yo";

recorren mi vida entera

hasta que llegan al hoy,

y aquí me paro y pregunto:

¿pero quién soy?,

¿porqué caminos transito

y hacia dónde voy?

En este instante bendito,

maldito o ¡yo qué sé!,

me digo con confianza

una y otra vez,

que la hora más oscura

precede al amanecer.

El nuevo día se acerca,

el nuevo día está aquí,

hago una raya en mi vida

y parto buscándote a ti,

dándome el sol en la cara,

con el alma en la mano y feliz.

Barcelona, 14-7-1987

 

XL

 

Ya sé que mi vida es una recta,

en la que un día perdido en la entrepierna

del tiempo y sus caprichos,

marqué un punto de amor,

quedando partida en dos,

¡las cosas del destino!

No quería marcar otro punto,

porque la semirrecta, en conjunto,

yo deseaba seguir,

pues el amor en segmentos

me hiere los sentimientos,

dejándome "así".

Barcelona, 14-7-1987

 

XLI

 

Quisiera ser luna llena

y estrellas que iluminaran

la noche de tu alma sola,

lucero, alba y aurora

de un nuevo día que te llevara

al zenit de la felicidad terrena;

quisiera ser pajarillo,

que alegremente te despertara

del sueño que te atormenta,

y decirte que no te das cuenta

de que tu alma se amarga

si tiras hacia tras del ovillo;

quisiera ser una idea,

que en tu mente se afianzara,

la del derecho a vivir,

que es tanto como decir,

a buscar la perla más rara

en cualquier lugar por oscuro que sea;

y quisiera ser tantas cosas,

sencillas pero profundas,

que mis pobres palabras, ahora,

son como guitarra sonora,

que está metida en su funda,

sin poder emitir una nota.

Barcelona, 15-7-1987

 

XLII

 

Charquito de mi ilusión,

seca tierra de mi esperanza,

ya sé que estáis pidiendo que caiga

el agua en aluvión;

pero ya sabéis lo que pasa

cuando así descargan las nubes,

de las aguas el nivel tanto sube,

que te derriban la casa.

Por eso, id paso a paso,

recibiendo la mansa llyuvia,

que nunca la vista enturbia,

ni conduce al fracaso.

No quieras ser desbordado,

ni tú anegada al fin,

que las llamadas "aguas mil",

lo dejan todo hecho un asco.

Sed conscientes y responsables,

con base firme y real,

que si apoyado estás mal,

el golpe es irremediable.

Charquito de mi ilusión,

seca tierra de mi esperanza,

utilizad bien la balanza

que tenéis de alta precisión;

poned siempre en un platillo

vuestros deseos de felicidad,

en el otro, la pura y simple realidad:

hay que encontrarle el truquillo,

porque si no, perdemos el equilibrio,

la desgracia en nosotros se ceba,

vagamos como alma en pena

y morimos en pleno delirio.

Barcelona, 15-7-1987

 

XLIII

 

Enamorarse es dar cuerda

al tren de tu corazón,

hacer volar el avión

de tu loca imaginación,

olvidando, en alguna que otra ocasión,

los raíles y la dirección.

La llave la tengo yo,

el mando, también, sí, señor,

pero es preciso que dos

jueguen en combinación,

porque si no, la diversión,

se convierte en llanto y desolación.

Mi tren está en la estación,

a punto de despegar el avión:

¡todo en orden, señor!,

va a comenzar la función.

Barcelona, 16-7-1987

 

XLIV

 

Dos iglesias hay en mi pueblo

con grandes campanas de amor,

que repican al mismo tiempo;

las de la una tocan a muerto,

las de la otra, a gloria y resurrección.

Barcelona, 16-7-1987

 

XLV

 

Me dicen que escriba tu nombre

a la izquierda del papel,

remate final o broche,

indispensable para saber

seguro, la mujer que duerme donde

a todos alegra el querer.

Reacio soy a decirlo,

un día ya lo diré,

importándome poco el oído

zafio al que llegare él;

como, empero, muchos lo piden,

acerco mi mano al papel,

lo escribo, sí, aunque miren,

vigorosamente con letras de miel;

¡oh!, ya sabéis lo que dicen.

Barcelona, 17-7-1987 (A M. R.)

 

XLVI

 

En el ruedo de la vida,

torero soy,

que lidia día a día,

y sin temor,

los toros que me asigna

mi sino o Dios.

Ya muchas son las heridas

que llevo yo,

en cicatrices amigas

que pican hoy,

aunque el tiempo lo alivia

con el amor,

que es sana medicina

y bella flor,

que da al hombre energía,

también valor,

para luchar con valentía

contra el picor.

Mas no tengo todavía

este amor;

yo ya sé que algún día,

torero soy,

una nueva embestida

vendrá al sol,

para que el alma mía,

con corazón,

con arte, con alegría

y con pasión

lidie con garantías

otra ilusión.

Soria, 24-7-1987

 

XLVII

 

Marcando estoy una raya,

que parta mi vida en dos,

pues quiero darle un adiós,

a mi pasado que no calla,

pretendiendo que me vaya,

de los recuerdos en pos;

pero yo os digo a vos,

que ya se ha puesto su saya

el irrenunciable futuro,

que corre delante veloz,

con paso firme y seguro,

llamando con suave voz

al presente limpio y maduro:

el pasado muerto quedó.

Soria, 24-7-1987

 

XLVIII

 

Está muriendo una ilusión,

la que en un principio dormía

en la cuna de mi corazón,

y que en un tormentoso día,

calladamente se despertó

entre las brumas del alma mía.

Agoniza una ilusión,

ni estirado se había

para intentar tocar el sol,

que por el fondo aparecía,

y que luchaba con gran valor

con la oscuridad que cedía.

Muerta ya está la ilusión,

comenzada apenas su vida;

¿posible la resurrección?

La breve esperanza perdida

en cenizas se convirtió,

como la ilusión querida,

que dejará libre el lugar

a otra que no morirá.

Soria, 26-7-1987

 

IL

 

Con tal sigilo el umbral,

has cruzado de la entrada,

que apenas he sentido

tus pisadas por mi alma.

Despierto y al acecho,

como siempre yo estaba,

y por eso he podido,

como buen perro de caza,

seguir tus ligeros pasos

uno a uno por mi casa.

Abierta estaba la puerta

y las ventanas cerradas,

una estrella lucía,

la noche no me importaba,

porque un día el viento,

que a cada hombre le habla,

me dijo con clara voz:

mañana, amigo, mañana.

Y aquí te estoy esperando

ante una mesa de plata,

con dos sillones de oro

para que hablemos, mi amada.

Por fin, mujer has llegado,

y han sobrado las palabras,

pues te has acercado

y han bastado las miradas;

nuestros labios se han juntado

en la caricia anhelada,

nuestros pechos se han llenado

de golpes que nos mandaban

al suelo de un nuevo día,

que por el Este llegaba,

uniéndose nuestros cuerpos

en una única alma.

Soria, 2-8-1987

 

L

 

Cuánto me cuesta encontrar el auriga,

que maneje con firmeza y maestría

las riendas de mis desbocados caballos

para que arrastren mi pobre y pesado carro

por el difícil e interminable camino

de la vida que mucho me duele ahora mismo,

hacia el amor universal que no llega,

hacia la felicidad que conmigo juega.

Sí, mi yo sin cesar buscando estoy,

aquel escondido actor que soy,

entre la negrura de mil personajes

y la penumbra de uno en viaje;

mas me identifico con éste tanto,

que ahora mismo estoy representando,

que siempre tropiezo ¡Dios me ampare!,

con la famosa máscara "personare".

Sin embargo, yo sé que algún día

encontraré al actor o auriga,

que se esconde entre mil pensamientos,

deseos, emociones y sentimientos,

que arrastran mi pobre y pesado carro

demasiado cerca de un gran barranco.

Pero he de buscarlo con ímpetu creciente

porque es la misión de todo ser viviente.

Soria, 6-8-1987

 

LI

 

Yo, microcosmos en el cosmos,

llevo escritos sin conocerlos

millares de oscuros retornos,

pseudomuertes, vida en segmentos,

con sus pasados y presentes,

con sus futuros sin tiempo,

como esta vida consciente

que ahora estoy viviendo,

como las que, indudablemente,

habrán de venir en cueros,

esperando que a leer aprenda,

dormido y despierto,

en lo profundo de mi ser,

en los detalles de lo externo:

el que se logra conocer,

también conoce el Universo.

Y conocer anhelo yo,

entre los brazos de Morfeo

o en la vigilia de mi hoy,

el futuro de un deseo.

Yo sé que escrito está

en mí y en el Universo,

pero ¿en qué secreto lugar,

y por qué yo no lo encuentro?

La ignorancia de mí mismo,

desconocer el alfabeto

me obstaculizan el camino,

impidiéndome ir más lejos.

Mas, por conocer un nombre,

ya despierto, ya en sueños,

por saber quién es, cuándo y dónde,

hallaré mi ser verdadero,

conociendo por fin al hombre

y al Divino Universo,

su pasado y su presente

y su futuro sin tiempo.

Soria, 7-8-1987

 

LII

 

En los fríos y gruesos barrotes

de mi celda, apoyo mi frente,

desgranando mil pensamientos

de amores y desamores,

que, como flagelos hirientes,

laceran mi ser entero,

haciendo eternas mis noches,

sin que llegue el sol naciente

ni a abrirme el carcelero.

¿Cuánto tiempo aquí llevo,

entre estas cuatro paredes,

donde me introdujo a golpes

el amor tirano de siempre?

Desde que quise ser hombre,

poniéndome a caminar risueño,

rápido, orgulloso y valiente

por mil luminosos senderos

con rumbo fijo hacia el Norte,

y con el joven pecho abierto

al déspota que no conoce.

Y hoy, cansado está mi cuerpo,

y cansadas mi alma y mi mente,

tras recorrer silenciosamente

el tiempo de mis prisiones,

pues se hace penoso el encierro

sin espacio para tenderme,

sin luz que por un resquicio asome

ni quien abra este agujero

donde me metieron para siempre

los amores y desamores.

Soria, 12-8-1987

 

LIII

 

Entre un hola y un adiós,

camina mi corazón

haciendo mil equilibrios,

mientras mi pecho

(mar de sentimientos)

se ensancha dulce, pacífico

hacia un lejano

horizonte de amor

donde te veo y no te veo.

Te veo en la hola

(deslizante deseo)

que suave viene

a besar mi ternura,

la misma que,

recuerdo de espuma,

perezosa se va,

dejándome un agridulce adiós

de libertad no querida;

y no te veo,

cuando, en un suspiro,

desapareces tras la horizontal

línea de la realidad

y, cuando el remolino

(ilusiones que vienen y van)

me hace girar sin cesar

sobre un punto marcado

en el mapa del alma,

donde el tuyo se borra

con tristeza por lo que pudo

ser y no fue,

porque un grito que

me recorrió el ser

nunca a los labios llegó.

Mas el grito está aquí dentro,

en dos palabras partido,

entre un hola sin progreso

y un adiós que es olvido.

Barcelona, 15-10-1987 (A M. E.)

 

LIV

 

Baja el tono de tu voz

y llena de dulce miel mis oídos,

de frescas y cristalinas aguas mi alma

y de suave batir de alas mi mente.

Descubre con tus palabras

(puente y barrera a la vez)

las flores que riega tu sangre,

los movimientos de tu lago escondido,

los sueños que alberga tu mente;

y deja, que desde fuera y desde dentro,

tome entre mis manos tu cara,

me dilate por dentro y por fuera,

comulgue contigo en la catedral de la vida

y bese tus labios como signo de... ¡no sé qué!

Barcelona, 15-10-1987 (A M. E.)

 

LV

 

Muchas veces viene a mi memoria aquella noche perdida, aunque sepa que de nada sirve volver la vista atrás (suave masoquismo), pero es que aquella noche se había vestido de ternura, de germen de amor, tal vez de crisálida de nada, y la verdad es que, desde la altura de unos cuantos días más, acuso la insatisfacción, la impotencia del regreso tan sólo en el pensamiento, imaginando lo que podía haber sido, lo que podía haber vivido contigo, lo que podía haber "querido" contigo; sin embargo, no supimos olvidarnos de los demás y vivir nuestra... quizás única noche de... no sé de qué; sí, de amor, no cabe duda, de amor abonado por una atracción escondida que dormía en la cuna de nuestros subconscientes.

Hoy, ¿sabes?, en el pensamiento, me asomo, otra vez, a aquella noche, en la que juntos, recorremos nuestras almas en conversación íntima y sincera, interrumpida por silencios llenos de comunicación (llave que abre la puerta a otro mundo de carne empapada de cariño donde entramos sin reservas ahogándonos en nuestra mutua miel). Pero emerjo, de nuevo, a la realidad de ahora mismo, quemando en la distancia esperanzas o ilusiones, no lo sé muy bien, de otra noche en el futuro perdida y sin poder decirte que ¡te quiero!

Barcelona, 15-10-1987 (A M. E.)

 

LVI

 

Van surcando el cielo

de mi noche serena

estrellas fugaces,

¿eres tú una de ellas?

Su luz mi camino

solitario ilumina;

alguna, con brillantes destellos

de alma, me deslumbra,

pero yo sigo

buscando una fija.

Tú, cierto, eres estrella,

lo sé muy bien,

mas ¿fija, fugaz?...

Tu luz, suavemente

sobre mi frente se posó,

mientras, un pálido reflejo,

en mi abierto pecho,

fuente de inclinaciones, anidó.

La bella noche serena continúa,

tras negro y pavoroso temporal,

con juegos de luces

de estrellas fugaces,

pero yo, a ti,

voz dulce de cuerpo y de alma,

te digo con verdad,

que buscando sigo

para la noche una "fija"

y el sol para cada día.

Barcelona, 20-10-1987 (A M. C. O.)

 

LVII

 

Si yo pudiera,

cuando pienso en ti como ahora pienso,

decirte lo que corre por mi ser,

escucharías las más bellas palabras

vestidas de arco iris,

como un eco inmenso

de un sentir profundo y limpio,

que habita en el sótano

de mi alma redimida.

Si yo pudiera

proyectar sobre tu alma de niña hecha mujer

mis sueños e ilusiones coronados,

sería de la tierra

el hombre más feliz,

porque pisaría el cielo con mis pies

y una estrella fija alumbraría

los caminos de mi alma

ayer ensombrecida.

Si yo pudiera,

en fin, tenerte ahora mismo entre mis brazos,

seguro callaría,

para que hablara por los codos el silencio

y los besos sellaran nuestros labios

como un ¡te quiero!,

en el aire escrito,

que vive con la vida

y muere con la muerte.

Barcelona, 25-10-1987

 

LVIII

 

Un sedoso pañuelo negro,

venido del país

de lo "imposible todo",

me está oprimiendo la garganta.

En el vacío se pierden mis manos,

en vigilia me tiene mi agitado respirar,

y una cortina de aguas marinas

me oculta los horizontes.

Quiero gritar y no puedo;

un nombre me viene a los labios:

el tuyo, pero no puedo,

porque tu nombre no eres tú,

es mucho más, es lo que yo deseo:

todo un mundo, para el necio

tal vez falsificado,

pero real para los ojos que miran

tras su empañado cristal.

Si yo gritara tu nombre,

chocarían mi mundo con mi historia;

mi mundo de noches estrelladas,

de luna llena, de días cálidos y claros,

de perfectas y celestes armonías;

mi historia de noches de insomnios y tabaco,

de pensamientos y sentimientos que tropiezan,

de sedoso pañuelo negro

venido del país

de lo "imposible todo",

de vida de eternas dualidades...

¡Maldita sea!, ya lo sé,

si sólo existiera uno,

el otro estaría demás.

Barcelona, 8-11-1987

 

LIX

 

Para ti, Pequeña, para ti

que purificaste las aguas

y el aire de mi ser;

para ti que pusiste luna

y estrellas en mi noche

y el sol en mi amanecer;

para ti que me llevas en ancas

de paisajes nuevos

sin saber hasta dónde;

para ti, Pequeña, para ti,

que sin saber cómo,

navegas en un sueño

sin puerto determinado;

para ti todo lo que escribo

como tarta de aniversario,

con brillantes velas

que alumbran mi sentir;

para ti, pequeña, para ti, para ti...

Barcelona, 8-11-1987 (A M. E.)

 

LX

 

Estoy contigo en el fondo de mí mismo

(oasis del tiempo indiviso)

donde todo es presente,

donde el desierto no existe.

Que nadie me despierte,

y mucho menos tú.

Desde siempre y por siempre estoy contigo

(la mujer y el hombre juntos),

el todo, un punto,

el átomo, el universo.

Que nadie me despierte,

y mucho menos tú.

Estoy conmigo en el centro de ti misma

(energía de amor de vida),

la tierra abajo,

el cielo arriba,

tú en mi, yo en ti.

Que nadie me despierte,

y mucho menos tú.

Estás conmigo en el centro de ti misma,

libando el néctar de una flor;

nos amamos con palabras y en silencio:

estamos agrandando el universo.

Que nadie me despierte,

y mucho menos tú.

Barcelona, 18-11-1987 (A M. E.)

 

Poema Inacabado

 

Uno viene a este mundo,

dice la gente versada,

sin saber nada de nada;

y por no saber no sabe,

por qué ni para qué nace,

ni cuál será su morada.

Todo es oscuridad:

tiempo, familia, país,

desgraciado, feliz...

Nadie te pide permiso;

el placer así lo quiso,

y tú, sin más, ¡a vivir!

Pero nada más nacer

te percatas de dos cosas

a juzgar por la llorosa

expresión de la garganta:

esta vida te espanta,

la otra era más hermosa.

¿Y cuál es la otra? -pregunto-,

¿dónde y cuándo comienza?

Respuestas tiene la ciencia

que ninguna me convence,

porque siento que ofenden

mi más íntima creencia.

Y esta que empezamos

al salir del tibio seno

con el llanto como estreno

¿dónde y cuándo acaba?

Lo que dice es como lava

que abrasa inmortal terreno.

La vida no puede ser

tránsito entre dos nadas,

porque es ilimitada

la mente del hombre real:

vivir un mundo ideal,

no es ni animalada.

Alguien dijo una vez

que "el hombre es lo que piensa";

pero, con ser muy cierta,

la frase se queda corta,

pues mucho también importa

lo que la persona sienta.

La existencia es eterna,

sin un principio ni un fin;

lo que pasa es que, así,

al menos lo pienso y siento,

la vivimos en segmentos

sólo viendo el "aquí".

Y aquí estoy en penumbra,

hablando conmigo mismo,

en busca de mi egoísmo:

amarse de verdad uno

es el amor oportuno,

lo otro es egotismo.

Sí; filosofía barata,

que, como la del sabihondo,

muere en la nada muy pronto

si se queda en la palabra:

al monte tira la cabra

y el hombre habla a lo tonto.

La palabra debe ser

expresión de lo que vives;

si lo que tu alma percibe,

en la soledad meditas

sin que el mundo lo derrita,

al mundo va, no lo olvides;

pero de forma que muestra

a un hombre coherente,

con varios dedos de frente

que ama al universo,

actúa en él inmerso

derramando su presente,

presente que es resultado

de lucha de luz y sombras,

de caídas, sin más alfombra,

que tu alma solitaria,

que se extiende solidaria,

sobre un tiempo que te nombra,

llamándote a rellenar

tu vida de infinitud,

rompiendo, por virtud,

de un esfuerzo gigantesco

las cadenas de tu cuerpo

(estorbo para la luz).

Quiero estar en el mundo,

y, en él, claro que estoy,

pero no puedo, por menos, hoy

que gritar mi inconformidad:

hay poca fraternidad

entre lo que hago y lo que soy.

¿Y qué soy? ¡Maldita sea!:

una idea en la inmensidad,

una total claridad;

materia en lo concreto,

palabras que son secretos,

osea, hilemorfidad.

vine hilemórfico, pues,

a comer, beber y a...

también sentir y pensar,

en un tiempo tan duro,

que mi incierto futuro,

tendría que trabajar.

"El azar también cuenta"

-me dijo alguien a mí-,

como el fraude sin fin,

y muchos factores más,

que dejan a los demás

tirados allá y aquí.

Sin embargo, cuántas veces

he pensado que el azar

no debe tener lugar

en la mente del humano,

porque entre leyes, hermano,

nos movemos sin cesar;

y aunque las ignoremos

nunca dejan de regir.

a ellas, es un decir,

que las conozcas o no,

así lo entiendo yo,

se lo pasa por "allí".

Es matemática pura

este Universo inmenso;

sí, tú estás en el censo,

entre mil leyes sujeto;

no lo dudes, es un reto

conocerlas por extenso.

El que ignora las leyes,

día tras día las viola;

y va agrandando la bola

entre justificaciones,

que son manifestaciones,

del mal que a todos asola.

Hay una ley, seguro,

para cada circunstancia;

la llama nuestra ignorancia

casualidad, azar, suerte...

Y así nos llega la muerte

con penas en abundancia.

 

Fin

 

 
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