¿Quién ha dicho
que el gato es arisco¿,
¿que este bicho
de pelo suavísimo y limpio
que a la caricia invita
y responde con ronrroneo agradecido,
es desconfiado y esquivo,
independiente y frío?
Seriedad le imprime el bigote
y habilidades varias
potencian al máximo
su finísimo oído,
su vista nocturna
sus pies acolchados:
en fin, su cuerpo felino.
Cuando en el sofá,
cómodamente sentada,
a la derecha Pipo
y a la izquierda Filomena,
contra mí ambos se restriegan
buscando la caricia anhelada,
cuando, con sus agudas uñitas,
delicadamente apresan
uno de mis dedos
llevándolo hasta su boca,
y lamiéndolo me piden
con suavidad infinita
que les comparta
de mi alimento
un mínimo bocadito,
se despierta mi ternura,
y crece mi cariño
por mis dos animalitos
que velan mi sueño,
tumbados cada noche
a los pies de mi cama
cual si fueran los angelitos
de la célebre oración
para niñas y niños
que guardan sus esquinitas.
¡Ay, pipo y Filomena!
Aunque os quiero mucho,
más que la chucha a lchucho,
perdonadme la faena
que os he hecho
por mi bien
y el vuestro:
esterilizada una,
castradito el otro,
en pareja viviréis
por los años
de los años, amén.