Corriendo van por las calles
muchos ciegos en manada,
conducidos por zagales
y el rabadán que los manda.
Agarrados por el cuello,
con su maleta y paraguas
van a votar en la ONCE
a la mismita camada.
Delante de la D. G.,
parando el coche oficial,
a una oveja rebelde
decíale el gran rabadán:
-No bales fuerte, cordera,
mira que te van a oír
y entonces no podré
buen cargo darte a ti.
Tengo un puesto por aquí,
otro tengo por allá;
en ninguno harás nada
y bastante cobrarás.
También tengo escondida
alguna que otra agencia
para que por U.P.-ONCE
trabajes con arte y ciencia;.
o comandos intermierdos
que sirven pa lo que sirven:
para pagar favorcitos,
porque rendir, pues no rinden.
Y como por todas partes
extiendo mi señorío,
o te nombro asesora
o a la fundición te envío.
Pero, mi altiva palmera,
mi encendido granado,
has de estar en la higuera
y escribir al dictado.
Aquí se estila el dogal,
el palo o bastón blanco
y la actuación inmoral
que crece por todos lados.
Y los ciegos, ¡a la mierda!
si hasta el cielo se levantan
buscando que no se pierdan
los fines que se maltratan.
Mas tú, insultana eres,
que desiertos mis salones,
pretendes dejar sin seres
que me canten mis canciones.
Mira que te doy pal pelo
y martirios orientales,
desgracias y desvelos,
y cachetazos morales.
Y si me pusieras cuernos
para que adornen mi frente,
te me llevaría al huerto
tachándote de indecente.
Pero si en U.P. te metes,
para tu mente habrá sopor
para tu cuello collarete,
pa tus labios.... ¡cerrador!
-¿Qué me valen tus regalos,
-respondióle la rebelde-,
si nos conduces a palos,
cosa que mucho ofende?
Déjame en paz, dictador,
que piense en libertad,
que actúe sin temor,
y se juegue en igualdad.
Escuchóla el rabadán,
y manoseando su barba,
dijo, como quien medita,
agobiado por la carga:
-Si tus ideas mejores
dices que las mías son;
si son muchos los errores
que cometí como guion,
fue, y te soy sincero,
por la erótica del poder
y el porno del dinero,
que no se pueden perder.
Y si has dado tus amores
a otro grupo perdedor,
ciega de la ONCE, no llores;
y vete con tu rencor.
Y dándole de U.P.
llavero de propaganda
El rabadán de los ciegos
volvió en silencio la espalda.