¡Maldito seas, señor,
por tu carente bondad;
porque pones sin amor
sobre tiras de dolor
cromos de conformidad!
¡Qué triste es mi pregonar...
Llevo en mi bolsa escondidos
nuevos productos sim par
y en el TPV un mar
de números no vendidos.
Tú sólo, amo y señor,
tú que sin amor me hieres;
tú, que con inmenso ardor
pruebas con mayor dolor
a los ciegos que no quieres,
tú, sí, lo debes saber;
que sólo quiero contar,
secretos del no vender
a quien lo deba comprender
y nos lo pueda arreglar.
¡Maldito seas, señor,
por tu carente bondad;
porque pones sin amor
sobre tiras de dolor
cromos de conformidad!
Será el cambio que viniere,
en mala hora recibido.
¡Vamos, pues que Dios no quiere
ver a los ciegos jodidos,
a joder al que jodiere!
Yo no me quejo, señor;
soy un buen trabajador
que goza al trabajar
llevando el pan al hogar
con sacrificio y amor.
Quiero ser útil, señor;
quiero por mi bien currar
con frío o con calor;
quiero hacer mi vida altar
de un pan ganado sin rubor.
Vivir sin apenas labores
es muy triste y sombrío,
es como el del agua de un río
que, sin árboles ni flores,
va por un campo baldío.
Vida de falsa alegría
es la de quien ni un solo día
ha podido trabajar
aunque de verdad lo quería,
pues sólo pudo estudiar.
No huyáis serios ofertores
de empleos y más empleos
de ciegos trabajadores
que hoy, por ciegos "señores",
son mandados a paseo.
Saber sufrir y tener
el alma recia y curtida
es lo que importa saber,
pues a peor, al parecer,
cambiará nuestra vida.
Por eso, dueño y señor,
porque sin amor me hieres,
tú, que con inmenso ardor
pruebas con mayor dolor
a los ciegos que no quieres;
porque vender es llenar
las bolsas de un pandillón;
porque sé que me has de dar
cabreo e "inritación"
a medida del pesar;
por tu obrar dictador
porque lo mandas si quieres,
porque provocas dolor,
maldita sea, señor,
la mano con que nos hieres.