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  Los Ciegos y el Elefante, Fábula Indostánica (Anónimo)
 

 

 

Los Ciegos y el Elefante

Fábula Indostánica

Anónimo

Cuentan que seis ciegos un día

decidieron estudiar completamente al elefante,

animal que nunca vieron.

Mas si ver no podían, es claro, juzgar sí, pensaron y dijeron.

El primero se acercó al elefante, que en pie se hallaba;

Tocó su flanco alto y duro; palpó bien y declaró:

¡Ya lo tengo! El elefante ¡es igual que una pared!

El segundo, de un colmillo tocó la punta aguzada,

y sin más dijo: ¡Está clarísimo!, mi opinión está tomada:

Bien veo que el elefante ¡es lo mismo que una espada!.

Toca la trompa el tercero, y, en seguida, de esta suerte

habla a los otros muy fuerte: es largo, redondo, repelente...

¡El elefante, señores, es una enorme serpiente!.

El cuarto, osado y animoso, por una pata trepa;

¡oh, qué tronco más gordo! - exclama.

Y luego dice a los otros: Amigos, ¡esto es un árbol añoso!.

El quinto toca una oreja y proclama: ¡Amigos, colegas míos,

equivocados estáis completamente!

yo os digo que ¡el elefante es -obviamente- un raro y extraño

abanico!.

El sexto, al fin, coge el rabo, se agarra bien, trepa...:

¡Vamos, vamos, compañeros; ninguno en su juicio acierta!.

El elefante es..., ¡tocadlo!, una soga... Sí, ¡una cuerda!.

Los ciegos del Indostán disputan y se querellan;

cada uno seguro de haber hecho bien su prueba...

¡Todos con una pizca de razón..., y todos yerran!

El tacto da conocimiento.

La vista, color y profundidad.

El oído, melodía,

El olfato y el gusto, sabor.

Cinco sentidos conocen lo sensible.

Los cinco precisos son.

¿Mas para saber la verdad?

Inteligencia y razón, ambas dos precisas son

que no bastan los sentidos, la ciencia, la experiencia,

ni siquiera la universidad.

 

 

 

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