Aquí desde Larrés
pueblo de celtíbera raza
saluda a ustedes y abraza
este pobre montañés.
Que aunque no es pequeño el salto
desde Jerez a Pirene
no por eso no se tiene
de afecto y memoria falto.
Ante esta esquividad
recogiendo el pensamiento
sugiere a cada momento
recuerdos de la amistad.
Sepan pues amigos caros
que tras molesta odisea
saluda a mi amada aldea
y a sus íncolas ignavos.
Y todo lo encuentro igual
sin mudanzas ni artificios
ahora como ab initio
en este patrio breñal.
Apenas rotas en él
las costumbres patriarcales
se suceden los anales
siempre en el mismo troquel.
No la civilización
trajo aquí sus adelantos
pero tiene sus encantos
la falta de imitación.
Aún se cree ahora ver
la misma escena moral
y la misma material
que viera uno al nacer.
Y al sentir la producción
de esta dulce resonancia
auras de feliz infancia
refrescan el corazón.
Rincón dichoso en que todos
atentos a sus labores
desconocen los dolores
que aquejan de varios modos
al político febril
que presa de afán insano
lo halla todo honesto y llano
en su conciencia sutil;
al sabio de alto escarceo
que al cabo de su jornada
sabe que no sabe nada
y que es fuerza ser pigmeo,
al ricachón opulento
a quien anidando tesoro,
la hidrópica del oro
no le da paz un momento;
al ciudadano social
esclavo de mil pensiones
y de farsas y atenciones
de vida convencional.
A todos según me explico
supera este celtíbero
libre, creyente y austero
y en su pobreza muy rico.
Más no quiero más ahora
modular la cuerda seria,
y mudando de materia
cantemos paulominora.
Todo, impulso vividor
en esta naturaleza
todo es vida y fortaleza,
todo es salud y vigor.
Al contacto de estas cumbres
y de estos bosques umbríos
cobra el cuerpo nuevos bríos,
cobra el alma nuevas lumbres.
Limpio ambiente, doradas
pomas y verduras finas,
aguas puras cristalinas,
ab origina tornadas,
rico queso, leche, nata,
carnes de sabrosa raza,
y tal cual pieza de caza
víctima de mi escopeta
éstas y en relato fiel
buenos pollos y jamones
son las viles municiones
de nuestra boca y mantel.
Añada una mente esquiva
a toda memoria y duelo
y tiene usted el modelo
de vida vegetativa.
Sin ser Doctor Letamendi
ni de higiene profesor,
le aseguro por mi honor
que es un buen modus vivendi,
Otra cosa no procuro
aunque tan bajos acuerdos
me releguen a los cerdos
del sensual Epicuro.
Más, ¡ay de mí! ¡me equivoco!
bien sabe usted que en el alma
hace imposible la calma
cierta espina que no toco.
Viva usted feliz: trabaje
en lo que sea esencial
y en todo lo adicional
deje usted que otro baraje.
Que al cabo de cierta edad
y quebrantos de salud,
de cuidarse la virtud
se torna en necesidad.
Hasta la experiencia impía
nos dice en su dura escuela
que ha de tener, mal que duela
del yo la filosofía.
Bien seguro que al fin
y en esto no cabe broma
vendrá con su hoz la roma
como dice Moratín.
La rústica musa corre
más concluye aquí su númen:
le ama a Usted mucho, en resumen
su buen amigo Latorre.
8 de Agosto de 1892