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  Fábulas, Selección (Felipe Jacinto Sala)
 

 

 

Fábulas (Selección)

Felipe Jacinto Sala

 

El Ascua

El ascua candente ardía

y le guardaron respeto;

hoy la ven hecha pavesas

y la pisan con desprecio.

¡Qué de veces se repiten

en el mundo esos ejemplos!

 

El Vaso de Barro y la Copa de Oro

Al pobre vaso de barro humilde

la copa de oro le dijo una vez:

"Menguada pieza de arcilla frágil

mira y envidia mi solidez."

"En los festines -aquél repuso-,

sólida siempre parecerás;

mas en el fuego, soberbia hermana,

¿cuál de nosotras resiste más?"

Un aturdido, para probarlos,

dentro las llamas los colocó;

el váso en ellas endurecióse,

pero la copa se derritió.

Vasos de barro son los humildes

que entre las llamas

del infortunio cobran valor;

mas los soberbios puestos en ellas

son copas de oro,

que se derriten con el dolor.

 

El Gallo y el Búho

Antes del alba despertóse el gallo:

"Perezosos, alzad; la aurora brilla."

Y oculto en su escondrijo, el ciego búho:

"Mientes -dijo-, no luce todavía"

El sol, no obstante, apareció en Oriente

dorando el mar, el monte y la campiña,

y al punto saludáronle risueñas

con su fragante olor las florecillas,

las fuentes con sus plácidos murmullos,

las aves con sus cantos de armonía.

Cuando su luz en el cenit brillaba,

fuese el gallo a encontrar en su pocilga

al pájaro nocturno: "Dan las doce;

levántate haragán, saluda al día."

El búho entonces, con semblante huraño,

y en su indolencia por demás indigna,

cerró los ojos y clamó de nuevo:

"Mientes, mientes, no luce todavía."

Dejad al adversario de las luces

que halle en la sombra su mejor delicia.

Si vuestras almas ven en el Oriente

que el sol hermoso del progreso brilla,

anunciad como et gallo sus albores,

saludad con aplauso su venida.

 

El Cedro

"Gigante cedro, que al cielo

alzas tu frente sublime,

¿de qué manera te hicieron,

que tanto embate resistes?

No importa que el cierzo ruja:

no importa Que el rayo brille;

no hay fuegos Que te consuman

ni vientos que te derriben.

¿Será el verdor de tus hojas,

y el suave olor que despides,

digno galardón, acaso,

de tu firmeza invencible?"

"Lo ignoro -el árbol del Líbano

contestó con voz humilde-.

Sé que una virtud poseo;

la de ser incorruptible."

¡Fueran belleza y justicia

labradas de cedro insigne... !

¡No se mellarán las honras;

ni quedará impune el crimen!

 

La Palmera y el Genio

Preguntad a la palmera

¿por qué das frutos mejores?

Y os contesta tristemente:

"Nutríme en tierra salobre."

Preguntad ¿quién le dio al genio

sus más bellas concepciones?

Y os dirá con amargura:

"Me apacenté en sinsabores."

 

 
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