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  Romance del Pastor que Estaba en Babia (Anónimo)
 

 

 

Romance del Pastor que Estaba en Babia

Anónimo

Cuando la noche se abaja

toda en su manto guarnida

ya se avivan en el chozo

brasas de melancolía,

ya está la majada quieta,

tan ordenada y cumplida,

y ya señorea la luna

sobre la tierra enganida.

El pastor ovejerico

es un puño en su pellica.

Ladra el mastín en el cerro,

runrrunean las esquilas,

la noche, toda, se encalma

con las estrellas furtivas.

Ay, el mi pastor galano

que en vez de cantar suspira.

Cómo le vienen y arañan

visiones de lejanía,

recuerdos de tierra luenga,

ecos de las sierras frías,

y un dulce clamor que hiere

en el alma estremecida.

Ya está en el chozo la Babia

siempre llevada y traída,

tan lejana, tan lejana,

y en el corazón metida.

El ovejerico sueña

de la su novia caricias,

y sueña de la su madre

carantoñas y natillas,

sueña también la su torre

con las cigüeñas dormidas

y el repicar de campanas

en la fiesta de la ermita.

Ay, dehesas de Extremadura,

rebaños de lana fina,

mastines que están de guardia,

butres de sagaz pupila

que siempre van al acecho

de la oveja mal herida,

y órdenes del rabadán

dominando la vigilia

de la noche y la majada

que en el cerro se cobija.

Todo se aduerme careado

en su paz y en su medida,

únicamente el pastor

no duerme, que sueña, herida

la rosa de los recuerdos

de la su aldea querida.

Ay, pastor que estás en Babia,

ay, noche, qué mal abrigas

los decires sin palabras,

las añoranzas no escritas,

del pastor que está en su chozo

como un puño en su pellica,

siempre clavado en su Babia

tan bien llevada y traída.

Extraído de Relato de Babia de Luis Mateo Díez.

 

 
 
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