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  Visita al Cementerio (Desconocido)
 

 

 

Visita al Cementerio

Texto transcrito a mano por el "Augusto" padre de "Egosan" allá por 1930 y pocos. Fueron envejeciendo a un tiempo papel y transcriptor hasta que, desaparecido este último, "Egosan", empeñado en rescatar el contenido antes de que el continente siguiese el mismo camino, logró, con la colaboración de una familiar "Canción" y un amigo, ¡"Caranva", qué amigo!, recomponerlo tal cual aquí lo veis.

Doce Meditaciones

I

¡Oh, mansión de soledad,

De tristeza y de aflicción,

Donde acaba la ilusión

Y empieza la realidad!

Aquí se halla la verdad

Y termina la locura;

Toda riqueza, hermosura,

Grandeza, honor, dignidad.

Aquí todo es vanidad

Que encierra la sepultura.

II

Miro en todas direcciones

Y sólo encuentran mis ojos

De humanos seres despojos

O fúnebres panteones.

Lápidas con direcciones

Se dominan por doquier.

Un hueso, una calavera.

Aquí un ciprés macilento,

Y allá, sobre el pavimento,

Tosca, una cruz de madera.

III

De la opulencia y riqueza

Tan sólo quedan andrajos.

Terminaron los trabajos,

La herramienta y lapobreza.

La hermosura y la belleza

Se han trocado en sombra oscura.

Toda riqueza, amargura

En esta mansión sombría.

¡Qué pavorosa! ¡Qué fría!

¡Qué triste es la sepultura!

IV

Aquí no hay modas fatales

Ni oro, ni plata, ni cobre.

El Grande, el rico y el pobre

Son aquí, en la tumba, iguales.

Las riquezas mundanales

Se hunden en esta mansión

Y, aunque la vana ambición

Alce panteón grandioso,

Será bello y suntuoso,

Mas siempre será panteón.

V

Aquí yace el poderoso,

El pródigo, el usurero,

El potentado, el obrero,

El honrado, el virtuoso.

Aquí en continuo reposo

Duermen sus restos mortales

Sin Hércules ni rivales,

Sin odio en el corazón,

Porque aquí, en la tumba, son

Todos los hombres iguales.

VI

Los que por gala insensata

O por orgullo bizarro,

Siendo su cuerpo vil barro,

Lo adornaron de oro y plata;

Los que seda o escarlata

Llevaban por vestidura;

Los que en miserable altura

Llevaron vana ambición,

¡Aquí están! Ved lo que son

Dentro de la sepultura!

VII

La vida es una quimera.

Es devorador torrente

Que arrastra con su corriente

A la humanidad entera.

La luz que cruza la esfera

Da brillo y desaparece,

Bella rosa que florece

Fresca, olorosa y lozana

Al despuntar la mañana,

Y que a la tarde perece.

VIII

Joven orgullosa y vana,

Que te adornas de mil modos

Para seducir a todos

Y parecer más galana,

¡Ay de ti, Si más cristiana

Fueras; más solicitud

Tuvieras por la virtud!,

Traje en verdad más sencillo,

Pero que no pierde el brillo

Ni aun dentro del ataúd.

IX

El hombre ciego delira

En pos de vanos placeres.

Corre y deja sus deberes

Por vanidad y mentira.

Continuamente suspira

Con demasiada ansiedad

Por una felicidad

Que jamás verá cumplida

Porque no se halla en la vida

Lo que está en la eternidad.

X

Hombre desdeñoso y fuerte,

Que con orgullo profundo,

Pequeño se te hace el mundo

Para poder contenerte,

Dentro de poco la muerte

Te envolverá en negro velo.

Si hoy no cabes en el suelo,

Ten por cosa clara y cierta:

Menos cabrás por la puerta

Estrechísima del cielo.

XI

Mas ¿por qué canto a la vida

En la mansión de la muerte?

Pues si aquí todo está inerte,

¿Por quién mi voz será oída?

Aquí el alma afligida

No debe entonar canciones,

Porque aquí, en estas regiones,

Donde descansan los muertos

Sólo han de oírse conciertos

De plegarias y oraciones.

XII

Seres que descansáis hoy

Bajo la tierra sombría,

Y que fuisteis algún día

Esto mismo que yo soy,

Dormid en paz, yo me voy

De esta mansión de sosiego.

Siempre que a este lugar llego

Vi patente mi razón:

Que el mundo es vana ilusión.

¡Dormid en paz… y hasta luego!

 

 

 

 
 
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