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  La Sidra (Vital Aza)
 

 

 

La Sidra

Vital Aza

Como no soy en sidra competente

pues no bebo más que agua de la fuente,

me dirigí a Pepín el de Miyares,

filósofo y sidrero impenitente,

que se pasa la vida en los lagares

y el gran Pepín me dijo lo siguiente:

«No hay bebida más sana

que el zumo embriagador de la manzana.

Y como fue tan codiciado fruto

Por el que Dios lanzó del paraíso

a Eva y a Adán, y estamos los mortales

(por culpa de esa tonta y ese bruto)

sufriendo los castigos terrenales;

Dios, que es muy bueno, consolar los quiso,

y así le dijo un día a la manzana:

Tú vas a ser, porque me da la gana,

mi fruto predilecto. ¡Huye serpiente!

¡No más a la mujer ni al hombre acoses

y déjalos vivir tranquilamente!

El zumo de manzana es excelente.

¡La sidra será el néctar de los dioses!

¡Bien sabía el Señor lo que se dijo!

y no es la sidra dulce, achampanada,

(propia de damisela remilgada)

la que los dioses beberán, de fijo.

Es la pura, limpia, y transparente,

cuyo grato sabor nos enajena,

la que busca el sidrero inteligente:

¡La sidra de tonel! ¡Ésa es la buena!

Hay quien suele decir que es irritante,

que hay que beber muy poca. ¡Qué simpleza!

¡Si no se sube nunca a la cabeza!

Se bebe y se desbebe en un instante.

¿Qué emborracha decís? ¡Qué poca lacha!

La sidra alegra, pero no emborracha.

Si por ejemplo, en noche tenebrosa,

un hombre que ha bebido unos culetes

va a casa y le pega unos cachetes

a la señora madre de su esposa,

que es, según dicen todos, una arpía,

eso no es borrachera, ¡es alegría!

Quédese el pernicioso alcoholismo

para esos bebedores imprudentes

que marchan de cabeza al abismo

y abusan de los vinos y aguardientes,

que son unas bebidas indecentes.

Gente incivil, de espíritu bellaco

¡Así la sociedad se desmorona!

¡Ésos son los discípulos de Baco!

¡Nosotros los amantes de Pomona!

La sidra es panacea.

Bálsamo que al espíritu recrea

y da fuerza y vigor al organismo.

Y conste que esta idea

no es mía, es de un doctor muy afamado.

Me la dijo ayer mismo

bebiendo en un lugar muy retirado

y comiendo en mi amable compañía,

el centollo más grande que allí había.

El buen doctor decía entusiasmado:

Yo no he sido jamás un temulento,

veo en la sidra un gran medicamento.

Esta bebida es tónica, sedante,

febrífuga, diurética y laxante.

No hay agua de Vichy ni de Vittel

comparable a la sidra de tonel;

y contra los atascos de la bilis

en la sidroterapia está el busilis.

Esto dijo el doctor y yo lo apruebo.

Vayan al diablo vinos y licores,

Sidra no más a todas horas bebo

y tengo una salud de las mejores.

¡Y no cambio un copino de manzanas

por todas las bodegas jerezanas!»

Como en esto no tengo opinión propia,

de lo que habló Pepín con pico de oro,

os transcribo, lectores, esta copia,

y me retiro humilde por el foro.

 

 

 

 
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