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  La lluvia de Verano, Fábula (Juan Eugenio Hartzenbusch)
 

 

 

La Lluvia de Verano

Juan Eugenio Hartzenbusch

 

Muy de madrugada

sale de su aldea

Lucas para un viaje

de unas ocho leguas.

No hay en todas ocho

parador ni venta;

no hay por el camino

árboles siquiera.

Gran calor aguarda,

porque julio empieza;

va por eso Lucas

bien a la ligera.

De flexible paja

sombrerito lleva:

pantalón y chupa

son de primavera,

y alpargata leve

calza, que sujetan

lazos que le cruzan

sobre empeine y pierna;

con lo cual y un palo,

y un morral de jerga,

Lucas diligente

del lugar se aleja.

Aún el sol no asoma,

la mañana es fresca,

nubes aparecen,

se levanta niebla.

Horas van pasando.

la humedad se aumenta:

ya menudas gotas

por el aire ruedan,

hasta que a torrentes

lanzan las esferas

lluvia que amenaza

inundar la tierra.

Cuál estaba Lucas,

júzguelo cualquiera :

hízose una sopa

de pies a cabeza.

No era, ciertamente,

grande su paciencia:

enojóse, y loca

se soltó su lengua.

"Luego quieren -dijo-,

que uno se someta

dócil a las leyes

de la Providencia.

Esta condenada

lluvia Que no cesa,

¿qué motivo tiene?,

¿qué bien acarrea?

Mala es y remala

para la cosecha,

y salud y vida

puede que yo pierda."

Esto hablaba el necio,

cuando de unas peñas

un ladrón armado

sale y se le acerca.

Lucas imprudente

su garrote apresta,

sin mirar que el otro

tiene una escopeta.

Del gatillo tira

el ladrón con fuerza;

mas, por dicha, el tiro

sin salir se queda.

Lucas acomete

con audacia nueva,

y el ladrón cobarde

huye entre las quiebras.

Y para que Lucas

algo se detenga,

la escopeta arroja,

que le estorba y pesa.

Nuestro caminante

discurrió al cogerla:

"No estará cargada

cuando así la suelta."

Mírala, y entonces,

¡cuál fue su sorpresa!,

carga doble dentro

del cañón encuentra;

pero entrambas cargas

barro estaban hechas,

y aun el cebo mismo

de la cazoleta.

"¡Diantre! -dijo Lucas

muerto de vergüenza-,

locamente al cielo

dirigí mis quejas.

Pólvora excelente

la del ladrón era,

y ella se inflamara

si estuviese seca.

Niebla y lluvia hicieron

Que se humedeciera:

si ellas me calaron,

me salvaron ellas."

¡Gloria a Dios que rige

la naturaleza!

¡No hay mal en el mundo

Que por bien no venga!

 

 
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