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Poemario Médico 03 (Varios Autores) |
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Poemario Médico (3)
Juan de Dios Peza (1852-1910).
Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
El pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,
Y más feliz..."
Y el cómico reía
Víctimas del spleen, los altos lores
En sus noches más negras y pesadas,
Iban a ver al rey de los actores,
Y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,
Llegóse un hombre de mirar sombrío:
- Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
Como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo;
No me importan mi nombre ni mi suerte;
En un eterno spleen muriendo vivo,
Y es mi única pasión la de la muerte.
- Viajad y os distraeréis.
- ¡Tanto he viajado!
- Las lecturas buscad.
- ¡Tanto he leído!
- Que os ame una mujer.
- ¡Si soy amado!
- Un título adquirid.
- ¡Noble he nacido!
- ¿Pobre seréis quizá?
- Tengo riquezas.
- ¿De lisonjas gustáis?
- Mis tristezas.
- ¿Vais a los cementerios?
- Mucho... mucho...
- De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
- Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
Yo les llamo a los muertos mis amigos;
Y les llamo a los vivos, mis verdugos.
Me deja -agrega el médico- perplejo
Vuestro mal, y no debe acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo
"Sólo viendo a Garrik podréis curaros".
- ¿A Garrik?
Sí, a Garrik... La más remisa
Y austera sociedad le busca ansiosa;
Todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
- ¿Y a mí me hará reir?
- ¡Ah! sí, os lo juro;
El sí; nada más él; más... ; ¿qué os inquieta?
- Así -dijo el enfermo-, no me curo:
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
. . .
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
Enfermos de pesar, muertos de tedio,
Hacen reir como el actor suicida,
Sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reir se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
Porque en los seres que el dolor devora
El alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
Si sólo abrojos nuestra planta pisa,
Lanza a la faz la tempestad del alma
Un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
Que las vidas son breves mascaradas;
Aquí aprendemos a reír con llanto,
Y también a llorar con carcajadas.
Juan Gelman (1930-...).
Necesidades
el individuo que difiere de sus pares
que perturba o escandaliza a su familia o sociedad
suele ser calificado de insano acusado de enfermedad mental y perseguido como enfermo
este acto de psiquiatría llena necesidades importantes.
el individuo que ve piernas azules de mujer volar
arbolitos cantar el mundo heder
es encerrado golpeado con electricidad insulina médicos
este acto de psiquiatría llena necesidades importantes.
¿necesidades del volar o cantar?
¿necesidades del individuo que difiere de sus pares
que perturba o escandaliza a su familia o sociedad y es
calificado de insano acusado de enfermedad mental y perseguido como enfermo?
¿otras necesidades?
¿necesidades del individuo que no difiere de sus pares
que no perturba o escandaliza a su familia o sociedad
que no es calificado de insano acusado de enfermedad mental ni perseguido como enfermo?
¿piernas azules de mujer volar no?
¿ni arbolitos cantar ni mundo heder?
este acto de psiquiatría llena necesidades importantes
los jabalíes de oro se están comiendo a yvonne.
Manuel Zequeira y Arango (1769-1905).
Para una enferma apurada
A un médico se llamó
Con tal prisa, que salió
Sin el bastón, ni la espada:
No importa que esto se note,
Dijo con modesto labio,
Que en mi oficio mata el sabio
Sin espada ni garrote.
A visitar un vicario
El Doctor Don Gil entró,
Y el sacristán que lo vio
Se fue al punto al campanario;
Pero al irse dijo: "advierto
Que si Dios no nos socorre,
De aquí a que llegue a la torre
Bien puedo tocar a muerto".
OREL (Antonio J. Vicente Gil) (1952-?).
Viendo mi fealdad, clara y manifiesta
una bella mujer me dijo un día
que belleza interior en mí veía
"buena vista", me dije, "tiene ésta".
Quise verificar tan grato aserto
comprándome para ello un endoscopio
me miré y de datos hice acopio
demostrando que aquello era cierto.
Mi cerebelo es turgente y coqueto,
terso y sonrosado el cuerpo calloso
bazo blando y rojo, páncreas escueto.
Es mi epidídimo suave y precioso
lustroso y refulgente el esqueleto,
por fin, aunque por dentro, soy hermoso
* * *
Andaba yo reptando por la vida
cargando mis entrañas de tormentos
mi estómago de amargos alimentos
que cruzan el píloro en estampida.
La angustia me maltrata el duodeno
el suplicio, mi delgado intestino
en el íleon se muta en asesino,
y en el yeyuno es puro desenfreno.
Patea mi apéndice vermiforme,
flagela y hiere el colon transverso,
pasa el esfínter con dolor enorme.
Heces de dolor, caen al universo,
ello hace que el calvario se transforme
en este crudo y lacerado verso.
* * *
Corazón contesta,
¿por que palpitas? ¡di!
¿por que palpitas?.
¿Aun no te has enterado
que mi caudal sanguíneo
ha sido desviado
de la yugular al suelo?.
Deja ese trabajo inútil,
ya que nunca podrás ser
una bomba de vacío,
¡abandona¡.
¿Por que te emperras
y sigues insistiendo
con tu latir arrítmico
y descompasado?.
El tío de la funeraria
se va a cabrear
como le sigas haciendo
esperar su momento.
Corta el rollo corazón,
nada te queda que bombear,
acabemos de una vez
y tengamos la fiesta en paz.
Los llantos nos aguardan
no seamos descorteses,
da tu última pulsación,
te apuesto unos gusanos con pedigrí
a que será una diástole.
Emma-Margarita R. A.-Valdés.
Hoy he visto tu plástica figura,
tus senos juveniles y turgentes,
la perfecta armonía de tus dientes,
brillantes con excepcional blancura.
Tu cuerpo es sicalíptica escultura
incitadora a goces vehementes;
tus lujuriosas curvas prominentes
excitan la pasión y la locura.
¡Qué lástima!, pues falsa es tu belleza,
es producto de mil operaciones,
de horrible silicona y cirugía.
Ríe el cuerpo, tu espíritu bosteza,
el vacío rellena los rincones
que el bisturí no alcanza todavía.
* * *
Tenía ardiente amargor,
y se encontraba muy mal,
con dolor estomacal
y con molesto picor.
El paciente fue al doctor
con gran temor.
Era el médico orgulloso,
presumía de su ciencia,
carecía de paciencia,
era fatuo y vanidoso.
Pero era grande el dolor
y el paciente fue al doctor
con gran temor.
El médico recetó
para curarle del mal,
lo escribió de forma tal
que ninguno lo entendió.
No lo descifró el lector
y el paciente fue al doctor
con gran temor.
Tras presumir de paciencia
repite la prescripción,
mas sigue la confusión
y es la muerte consecuencia.
Se comprende, con dolor,
que el paciente fue al doctor
con gran temor.
Una estúpida secuela,
pues para el galeno adulto
era mostrarse un inculto
escribir como en la escuela.
No hay quien escriba peor
y el paciente fue al doctor
con gran temor.
Juan de Dios Peza
Juan Gelman
Manuel Zequeira y Arango
Antonio J. Vicente Gil (Orel)
Emma-Margarita R. A.-Valdés
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