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  La Pluma y la Espada (Miguel R. Seisdedos)
 




La Pluma y la Espada

Miguel R. Seisdedos (Cooperador Salesiano)

Diálogo para el Día de la Buena Prensa

Lema: Son Hermanas.

Pluma. Has pasado ya de moda,

quita, quita, vieja espada;

yo soy ahora la que mando,

la que triunfo, la que reino en todo el mapa.

Aún estás enrojecida,

aún estás ensangrentada

por la sangre, que sin duelo derramaste

en innúmeras batallas.

Todos, todos te aborrecen

por cruel, por inhumana,

por cortante, por terrible,

por feroz, por sanguinaria.

¡No me toques!, ¡no me toques!

¡Quita, quita! ¡Aparta, aparta!

¡Que aún estás en sangre tinta!

¡Que me manchas!... ¡Que me manchas!... ¡Que me manchas!...

Espada. ¡Ni una gota, ni una gota!...

hay en mi hoja toledana;

puedo atravesar el mundo

con la frente levantada,

que sólo he vertido sangre

en defensa de la patria;

herí a quien la hería,

y maté a quien la ultrajaba...

Cuando yo reiné en el mundo,

¡en el mundo reinó España!

La libré con valentía

de los hijos de la Arabia,

la hice dueña de un gran mundo,

la hice dueña...

Pluma. ¡Calla, calla!

Vertiendo sangre a torrentes,

no se engrandece a la patria.

Espada. Vertiendo cieno y veneno,

mucho menos; se la daña,

se la insulta, se la tizna,

se la escupe, se la enloda, se la hiere, se la mata.

Y eso haces tú, pluma infame.

Pluma. Eso haces tú, vieja espada;

tú, que punzas;

tú, que rasgas;

tú, que cortas;

tú, que sajas;

tú, que hieres;

tú, que matas...

Espada. ¿Y qué es mejor?... ¿matar cuerpos,

o matar, como tú, almas?...

Pluma. ¡Cuántas, cuántas se han salvado

por las obras de Granada,

por las obras de Rodríguez

y las obras de Teresa, la doctora castellana!

Por mí se salvaron muchas..

¿A quiénes salvó la espada?...

Espada. A los indios infelices,

habitantes de la tierra americana,

que las doctrinas divinas

de Jesucristo ignoraban...

A los santos misioneros

abrió camino la espada...

La espada siempre fué noble,

la espada siempre fué santa,

la espada siempre fué limpia,

la espada siempre fué...

Pluma. Espada.

Espada. Los más grandes españoles,

los que más engrandecieron a la Patria,

con orgullo

me llevaban...

Me llevó Cid el noblote,

y por cierto que me honraba...

¡Con tal gusto iba en su brazo poderoso,

que, al 'pensar en aquel tiempo, me extremezco

de coraje, derramando tristes lágrimas!...

Me llevó Fernando el Santo,

y el Católico Monarca

me llevó sobre su muslo

a la toma portentosa de Granada...

Y me llevó Carlos V,

el emperador del mapa,

el asombro de su siglo,

el humillador de Francia,

el guerrero de gran talla,

el soñador de grandezas,

que sujetar quiso al mundo

bajo su soberbia planta...

Y me llevó el Rey Prudente,

el representante neto de la Católica España.

Y Hernán Cortés y Pizarro

en sus brazos musculosos me llevaban,

y atravesaban llanuras,

y atravesaban montañas,

y, si atravesar los ríos

a nado necesitaban,

con sus dientes, con sus dientes,

con sus dientes más potentes que las garras

de los leones soberbios,

con cariño me llevaban.

Y me llevó Garcilaso,

el poeta de dulzura soberana,

y Cervantes, y...

Pluma. No sigas;

que tú no honraste a los hombres; te honraron ellos, espada.

Cervantes me pertenece;

con su pluma inundó a España

de tal fulgor, de tal gloria,

que aún por él somos ahora dominadores del mapa.

Y Lope de Vega, el monstruo,

por mí a la nación dió fama;

y Calderón, el insigne;

y Alarcón, y otros y otros, que, para nombrarlos sólo, dos siglos necesitara...

Ahora empieza mi reinado;

tú ya terminaste, espada.

Espada. Porque no hay un brazo fuerte,

que me esgrima, que me blanda;

que, si hubiera un genio bélico,

que quisiera engrandecer aún a España,

acabando para siempre con los ruines,

pluma, que la tiznan, que la dañan,

que la insultan, que la escupen,

que la enlodan, que la hieren; que la matan...

¡vive Dios que, como en tiempos

en que yo el mundo entero dominaba,

en un día, en un minuto, en un segundo

aumentaban mis hazañas,

acabando para siempre con los viles

mercaderes de la patria!

Te dejo a ti el campo libre, pluma.

Las dos amamos a España,

las dos su bien deseamos,

su grandeza amamos ambas.

Con la pluma la destruyen,

¡con la pluma hay que salvarla!

¡Vete al campo de la lucha,

que ya viene la batalla!...

Si mi ayuda necesitas,

si vacilas, si desmayas,

a tu voz, para auxiliarte

en tu amparo irá la espada;

que la espada siempre es noble;

que la espada siempre es santa,

que la espada siempre es limpia,

y lo justo siempre ama...

¡Un abrazo, hermana mía!

Pluma. ¡Un abrazo, noble hermana!

Espada. ¡Bendita la pluma sea!

Pluma. ¡Bendita también la espada!

 

 

 
 
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