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  Romance de la Loba Parda (Anónimo)
 

 

 

ROMANCE DE LA LOBA PARDA

Anónimo

Estando yo en la mi choza

pintando la mi cayada,

las cabrillas altas iban

y la luna rebajada;

mal barruntan las ovejas,

no paran en la majada.

Vide venir siete lobos

por una oscura cañada.

Venían echando suertes

cuál entrará a la majada;

le tocó a una loba vieja,

patituerta, cana y parda,

que tenía los colmillos

como punta de navaja.

Dio tres vueltas al redil

y no pudo sacar nada;

a la otra vuelta que dio,

sacó la borrega blanca,

hija de la oveja churra,

nieta de la orejisana,

la que tenían mis amos

para el domingo de Pascua.

-¡Aquí, mis siete cachorros,

aquí, perra trujillana,

aquí, perro el de los hierros,

a correr la loba parda!

Si me cobráis la borrega,

cenaréis leche y hogaza;

y si no me la cobráis,

cenaréis de mi cayada.

Los perros tras de la loba

las uñas se esmigajaban;

siete leguas la corrieron

por unas sierras muy agrias.

Al subir un cotarrito

la loba ya va cansada:

-Tomad, perros, la borrega,

sana y buena como estaba.

-No queremos la borrega,

de tu boca alobadada,

que queremos tu pelleja

pa' el pastor una zamarra;

el rabo para correas,

para atacarse las bragas;

de la cabeza un zurrón,

para meter las cucharas;

las tripas para vihuelas

para que bailen las damas.

 

Romancero viejo

Incluido en Flor nueva de Romances Viejos. Ramón Menéndez Pidal. Colección Austral, nº 100. 32ª edición. Madrid 1989, ESPASA CALPE S.A.

 
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