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  El Barón de Braganza y el Juego de las Adivinanzas
 




El Barón de Braganza y el Juego de las Adivinanzas

En casa de la marquesa

de Voluta y Encomienda,

grandes hombres a la mesa

hallábanse de merienda.

Era tarde de tormenta

y de los naipes cansados

al son de la cuarta cuenta

del carillón historiado,

resolviéronse animados

por el Barón de Braganza,

ni cartas jugar, ni dados,

¡ vivan las adivinanzas !

¡Que empiece doña Faustina

que es nuestra anfitriona!

dijo, entusiasta, la prima

del marqués de la Archidona.

Sea pués como decís

(asintió la ilustre dama)

y pensando en un rubí

que ensortijado portaba

su primer enigma expuso:

Es objeto grande y grueso

que con gran satisfacción

llégale a la dama al hueso

con lágrimas de emoción.

¡Que ha de ser querida amiga,

(dijo el Barón en un rapto)

sino el ilustre artefacto

con que transmitir la vida!

¡Virgen Santa!, ¡Sebastián!

Tráigale al señor Barón

su sombrero y su gabán

que se marcha en este instante.

Aunque si pide perdón

puede seguir adelante.

Prosiga el juego señores.

Parando su vista ahora

en un magnífico lienzo

caballo de raza mora

galopaba contra el viento.

Y anunció de esta manera:

Fuerte es, terso y hermoso,

y si mano placentera

lo acaricia sin reposo

se le ve mucho mas sano,

mas entero y mas fogoso.

Ojos en blanco, el Barón,

con el aliento alterado

anunció, no sin agrado,

su brillante deducción:

Amigos todos. Marquesa:

puedo decir con orgullo

que del enigma concluyo

una única respuesta:

¿No será, fatalidad,

ese miembro tan preciado

que del hombre confiado

prueba su virilidad?

¡µnimas del Purgatorio!

¿Qué dice este desdichado?

¡Lo que ha dicho el vejestorio

todos habéis escuchado!

¡Mayordomo! ¿Mi señora?

¡Gabán, sombrero y bastón!

que de aquí y en buena hora

se nos va el señor Barón.

Tales fueron las razones,

las disculpas, las promesas,

que el de Braganza en la mesa

prosiguió sin mas sanciones.

Y en esta tercera vez

vino en fijar la señora

en un bollo y un café

su atención y adivinanza,

y la expuso sin demora

como obliga antigua usanza:

Entra soberbio y erguido

y después del movimiento

en el cálido fluido

tras perder su apostura

y su turgencia y sustento,

es ya una birria, es blandura.

Y levantose el Barón

(como yéndose al lavabo).

Mi querido Sebastián

traiga mis cosas y acabo.

La solución dá el Barón:

Rabo, Picha, Polla y Nabo.

 

 

 
 
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