De frente ante la Cruz,
una monjita lloraba,
y entre lágrimas clamaba
una plegaria a Jesús.
Tristes sus ojos sin luz,
denotaban sufrimiento.
Y en ese amargo momento
que acusabann el sufrir,
lentamente dejó oír
una voz en este lamento.
¡Oh, Santísimo Señor,
que estás clavado en la Cruz,
ilumina con tu luz
la senda de mi dolor!
Dime, Jesús, por favor,
Qué es lo que yo debo hacer:
¿sacrificarme al deber
que tu religión proclama,
o sucumbir en la llama
de mi impulso de mujer?
Mientras que tu amor me llama
con ternura inaccesible,
y mi cuerpo se derrama
pensando, Dios, en tu nombre,
te confieso, y no te asombre,
que desearía encontrar
cuando me vaya a acostar
la compañía de un hombre.
Yo siento un fuego interior
que tus preceptos rechaza,
que siento que me abrasa
cuando pienso en un varón.
Es la voz del corazón,
es el sexo de mujer
que está buscando el placer
que busca toda moral,
que es hermoso y natural
y que se llama "coger".
Yo necesito, ¡oh, Señor¡,
una pija enorme y dura,
que calme mi calentura,
que me quite este calor,
pues siento una picazón
que no me deja estar quieta:
me pican hasta las tetas.
Pido poronga a grititos,
y siento acá, al ratito,
mojárseme la cajeta.
Yo necesito saciar
mi impulso de mujer.
¡Señor, yo quiero coger¡;
y este gusto me he de dar.
Y tendrás que perdonar
si te digo una locura:
con 20 años y pura
no es manera de vivir.
¿Hasta cuándo he de sufrir
con tremenda calentura?
Aquí me trajo mi madre
para consagrarme a vos;
mas yo pregunto, mi Dios,
aunque esto bien no cuadre:
Si tantas veces mi padre
a mi madre se cogió
(porque este fruto soy yo
de este amor entre cobijas)
¿por qué me niegan la pija
que mi madre se tragó?
Renuncio a mi religión,
porque no sirve, y no quiero
pasarme la vida al pedo
sin ninguna diversión.
Quiero unirme a la legión
de las minas concharrotas.
bailar el twis en pelotas,
coger de a nueve en el piso,
y chupar a los chorizos
hasta las últimas gotas.
Quiero ser mina mundana,
y a ser monja me resisto
de la noche a la mañana.
¡Dadme pija, oh Señor¡,
¡dadme una flor de poronga¡,
¡dadme quién me la ponga
bien adentro hasta cagarme¡,
porque lo que más quiero yo
es de puta consagrarme.