Himno a la Celulitis
Enrique Serna
Deja la carne dura
para el recio colmillo de las fieras
y cata la blandura
de las asentaderas
que tiemblan como líquidas esferas.
Ignora las mudanzas
del gusto popular y rastacuero.
Sigue las enseñanzas
de Rubens y Botero
en materia de busto y de trasero.
Si el vulgar desatino
del firme glúteo idolatrar te abruma,
recuerda que previno
la hija de la espuma
a batallas de amor nalgas de pluma.
¡Oh encanto de la gorda
pierna con robustez elefantina
que en grasa se desborda!
¡Oh majestad divina
del muslo rebozado en gelatina!
¡Oh esponjas del deseo,
colchón para los huesos de la amada,
de los ojos recreo,
de los dedos almohada,
cremosa invitación a la nalgada!
Mueran las saltarinas
esclavas del aerobics y las dietas,
Jane Fonda y sus cretinas,
desnalgadas atletas
sin gracia, sin sabor, sin sal, sin tetas.
Vivan las perezosas
sacerdotisas del esfuerzo nulo
que dejan las odiosas
fatigas para el mulo
y son felices sin mover el culo.