En la Variedad Está el Gusto... Las Insaciables Libidinosas de la Historia
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace poco, una alumna de historia me preguntaba si era cierto que la reina Isabel II de España manufacturó al hermosísimo Alfonso XII fuera de la cobija matrimonial. En realidad, a lo largo de la historia ha habido señoras cuya líbido descomunal las ha llevado a cosechar un buen número de aventuras sexuales como para sonrojar a cualquiera.
Dos reinas africanas destacan por su gusto por la variedad en cuanto a machos se refiere:Cleopatra, quien no solo fue la amante de Julio César y Marco Antonio, sino que también se le adjudican otros cuantos concubinos; Ana Nzingha de Ndongo y Matamba, quien luchara contra los colonialistas portugueses y fuera una de las mejores comandantes militares de toda la historia tampoco pensaba mucho a la hora de sustituir a un hombre por otro sin lujo de boda o divorcio.
Una de las doñas que más hombres coleccionó fue Julia, la bella hija del mandamás romano Augusto. La muchacha parecía pensar con la entrepierna,y no con la cabeza, a tal punto que su padre se avergonzaba de la vocación de cacería sexual de la chica y hasta la alejó de sí para no vivir en eterno bochorno. No sería la única dama romana en ser coleccionista de hombres. Mesalina, la última esposa del emperador romano Claudio, era tan insaciable entre cobijas que en una ocasión retó a la meretriz más famosa de Roma a un singular concurso:ganaría la que lograra cohabitar con el mayor número de machos en un día. Mesalina le ganó a la ramera logrando cópulas con 25 hombres diferentes en el plazo fijado.
Faustina, la hermosa esposa del emperador -filósofo romano Marco Aurelio, fue otra mujer que coleccionaba aventuras sexuales. En aquellos entonces era común que linajudas matronas romanas contrataran a los más guapos gladiadores para combates nocturnos en la batalla del amor, y se cree que Faustina engendró al degenerado Cómodo con uno de esos cernícalos y no con el bonachón y cornudo Marco Aurelio.
De la Edad Media, quizás la más libidinosa de las mujeres fue Leonor de Aquitania, quien primero fue reina de Francia por su boda con Luis VII, un santurrón que la aburría, para verse repudiada por él al descubrir que se las pegaba hasta con el tío. Leo luego pasó a ser reina de Inglaterra al robarse la cuna de Enrique II, quien era 11 años menor que ella cuando se casaron. Cuando Enrique comenzó a darle quehacer con otras, ella no se quedó atrás y sedujo hasta pajes apenas núbiles y hasta un esclavo sarraceno.
Leo no logró ser superada por su nuera Isabella de Angulema, quien tras desposar contra su voluntad a Juan Sin Tierra, cubrió de cachos la coronada testa del odioso monarca. Juan sin Tierra, ofendido por la lujuria de su mujer con otros, apresaba a los amantes de ésta y los hacía azotar colgados de la cama de Isabella. En la Italia renacentista, pocas mujeres tuvieron la notoriedad de Lucrecia Borgia, la hija bastarda del papa Alejandro VI. Aunque estuvo casada en tres ocasiones nomás, Lucrecia llevó una vida tan licenciosa que en una ocasión hasta practicó el incesto con su propio padre durante una orgía realizada en los palacios de la Santa sede.
Margot de Valois, hija del rey galo Enrique II y hermana de tres reyes franceses, fue conocida por sus numerosas pasiones y escapadas subidas de tono. Aunque la casaron por motivos políticos con el futuro Enrique Iv de Francia, tuvo más de 75 amantes y aún estando en la tercera edad, gustaba de seducir a pajes apenas adolescentes. No se le quedaba atrás en su búsqueda de placeres la hermosa noble inglesa Lady Jane Ellenborough, quien fue una genuina dama escarlata del siglo XIX.
Reinas como Ma. Luisa de España, quien siendo la esposa del sonso Carlos IV logró que su regio esposo nombrara primer ministro a su favorito Manuel de Godoy, tuvieron incontables amantes a plena vista y paciencia del público, siendo precedida en esta dudosa distinción por Isabella de Avis(la consorte de Carlos I de España). Isabel II de España en efecto concibió al rey Alfonso XII en un affaire con Enrique de Ruiz Puigmoltó, y tras parir al ansiado varón siguió coleccionando machos de la especie para su lecho. María de Rumanía, nieta de la pudibunda reina Victoria y esposa del rey Fernando de Rumanía, tampoco ocultó que le gustaba cambiar de pareja a menudo. El pueblo rumano hasta hacía chistes acerca de la pasión de María por las aventuras.
No solamente las reinas tuvieron licencia para dar rienda suelta a su gusto por la variedad masculina.Unas cuantas mujeres de talento y genio fueron muy prolíficas en aventuras.
Alma Schindler, la esposa del gran compositor judío Gustavo Mahler, también fue una de las mujeres que más amantes tuvo en la historia. Estando casada concada uno de los esposos que tuvo, solía tener un establo de amoríos, al igual que la judía rusa Lou Andreas Salomé, quien fuera la querida del filósofo alemán de la teoría del superhombre, Federico Nietszche. La gran bailarina norteamericana a quienes consideran la madre de la danza contemporánea, Isadora Duncan, fue otra partidaria del amor libre. Se cree que anduvo por unos 50 amantes, otros le calculan más. Otras dos libidinosas gringas fueron jennie Jerome, la beldad adinerada que acabó siendo la madre de sir Winston Churchill, y la famosa Victoria Woodhull, quien pasó de ser meretriz a aspirar a la presidencia de los Estados Unidos.
La madre de Churchill tuvo aventuras hasta con el rey Eduardo VII y Victoria usó sus puntos de vista sobre el amor libre para plataforma de campaña presidencial. No les quedaría atrás a estas dos gringas otra paisana suya, Evelyn Nesbit, quien al despuntar el siglo XX dio un escándalo cuando su ricachón esposo mató al hombre que inició a la Nesbit en su agitada vida sexual, el sátiro arquitecto Stanford White. Evelyn fue considerada como una de las cabareteras más deseadas de Gringolandia, aunque murió en la lipidia.Otras grandes coleccionistas de hombres fueron la cantante francesa Edith Piaf y la espía holandesa Mata Hari, quienes no perdían una sola oportunidad que se les presentara.
Josephine Baker, todo un monumento de belleza negra y la mujer que conquistó a París con una falda de bananitos y nada debajo, tuvo un rosario de amantes antes de convertirse en heroína durante la II Guerra Mundial, cuando colaboró con la Resistencia (Maquis) francesa. Por lo menos corrió mejor suerte que su tocaya, la famosa Josefina de Beauharnais, quien siendo una viuda alegre y descarada conquistó a Napoleón Bonaparte solo para verse luego repudiada al no poder producir un hijo. Cuando esta Josefina se casó con Bonaparte, era considerada tan liviana que pagaba todo en especies, mientras que su cuñada, también Josefina (la hermana predilecta de Bonaparte) fue una de las mujeres que más machos coleccionó en su corta pero agitada vida.