"Recurriendo a Quevedo, yo te digo
Que no veo el porqué de tanto enojo
Pues, aunque vives ciego y eres cojo,
No te acuso de tal, que eres mi amigo.
Viéndote en esas trazas de mendigo,
Comido por la sarna y por el piojo
Y poniendo tu boca donde arrojo
El pan que ayer comí y que hoy maldigo,
Siento pena de ti y no comprendo
Dónde quieres llegar tan atorante,
Negándote a comer y maldiciendo
De este mi flojo arrojo el colorante,
Pues sin tregua ni espacio voy haciendo
Lo que tú has de comer más adelante".