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  La Carajicomedia, fragmento (Anónimo de 1519)
 

 

 

La Carajicomedia (fragmento)

Anónimo (1519)

Esta obra aparece por primera vez en el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa, editado en Valencia en 1519.

I

Freno al carajo de Diego Fajardo

Al muy impotente carajo profundo

de Diego Fajardo, de todos ahuelo,

que tanta de parte se ha dado del mundo

que ha cuarenta años que no mira al cielo;

aquel que con coños tuvo tal zelo

cuanto ellos d'él tienen agora desgrado,

aquel qu'está siempre cabeça abaxado

, que nunca levanta su ojo del suelo.

II

Un carajo más flojo que la espuma

Tus casos falaces, Carajo, cantamos,

tus ferocidades, bravezas no pocas;

dizes que sueles romper por las rocas,

y d'esto mil coños quexosos hallamos,

que júntanse y dizen: "No le creamos,

pues que le vemos más floxo qu'espuma,

demás d'esto, tiene tan blanca la pluma,

que sólo de verlo descuido tomamos."

III

La alcahueta

Dame remedio, pues tú sola una

eres a quien pedirle me atrevo,

pues resucitas y hazes de nuevo

lo muerto, lo viejo, sin dubda ninguna.

Pon mi potencia en cuerno de luna,

las venas del miembro estiendan, engorden,

vayan mis hechos en tanto desorden,

que no dexe casa que no tenga cuna.

IV

Comienza el recorrido

No bien formadas mis bozes serían

cuando muy brava sentí mi pixona,

y luego me lleva la vieja matrona

a mil trincaderos, que putas tenían.

Y cuando las nalgas no bien remecían,

feríalas ésta con duro flagelo,

tanto que andavan tan altas del suelo,

que nunca caderas en tierra ponían.

V

El ejército de las putas

Assí me soltaron en un patio llano,

desque andovieron comigo en rebuelta,

como a las vezes el gran coño suelta

el chico carajo que no l'hinche la mano.

Yo de tal caso mirable, inhumano,

d'entre tantas putas sallí casi muerto,

do vi multitud, no número cierto

en [son] luxurioso y modo profano.

VI

Desfallecimiento del carajo

Estando yo assí, con mucho desseo

de verme en sazón de darles holgura,

sentí mi carajo hazerse blandura

delante los coños, que triste me veo.

No puedo creer, ni pienso, ni creo

poder más bivir, según me apostemo

de ver mi carajo tan puesto en estremo

que no m'aprovecha flotar su rodeo.

VII

Invocación a la alcahueta

"¡O puta vieja y disponedora

de la clerezía y todos estados,

de formas de virgos, de suertes y hados,

y en ser hechizera maestra y señora!

¡O gran alcahueta, o gran sabidora,

remedia mi triste carajo infacundo

, que tan lagrimoso ha sido en el mundo,

que, ya traspassado, ni canta ni llora!

VIII

El ensalmo

"Diabólica imagen, pues tienes poder,

dame tu rabo, qu'el miembro me avise,

le palpe, le tome, le arrastre, le pise,

le fuerce, le abive, con grande saber".

Esto le dixe, y le oí responder,

en boz que parece la de Sant Ilario:

"Con luengos cojones, como un encensario,

tú, Diego Fajardo, ¿qué puedes hazer?"

D'este Sant Ilario se lee en el Tripas Patrum ser un rústico vaquero, llamado Satilario por ser gran saltador. El cual, estando un día en un peñascal, con grande dolor de las ingres, tendidas las espaldas en tierra y untándose el vientre y ijadas con manteca, con la flotación de la mano y calor del sol alçósele la verga. Y estando en esto fue caso que un diablo que passava por allí a tentar un santo hermitaño, mirando desde una peña el camino que avía de llevar, vido debaxo de la peña Satilario, de la manera que avedes oído, de lo cual muy gozoso dixo: "Aquel vellaco villano está agora encendido en luxuria; yo le saltaré en el vientre, y le rebantaré y llevaré su ánima." Y dicho esto, dio un gran salto sobre el pecador vaquero, que bien descuidado estava. Y acertándole con los pies en el ombligo, resvaláronse, y fuesse deslizando hasta que se hincó el miembro de Satilario por el culo. Lo cual sintiendo Satilario, le apretó y tuvo firme, llamando a bozes sus perros. Lo cual

viendo el diablo, y mirando su desastrado caso, y sintiendo venir los perros ladrando, començó a dar grandes vozes, diziendo: "Satilario, suelta". El cual, teniéndole rezio, con feroz boz respondía. "Nunca, si el carajo no quiebra". Y Assí le tuvo hasta le remojar. Y estonces le soltó, y ya llegavan los perros cerca cuando el diablo culi roto començó de fuir, y los perros tras él, hasta le encerrar en el infierno, adonde el triste se está remeendando el culo hasta oy, jurando que nunca ha de sallir fuera. Por llevar provecho a su casa, tan mala burla recibió. Esta fábula toca aquí el Reverendo Padre. Autora d'esto es la mala vieja en su hablar, que más feroz parece a las gentes que Satilario al triste diablo.

IX

Movimientos de la sabia mano

Mas la sabia mano de quien me guiava,

viendo mi floxo carajo perplexo,

le sova, le flota, le estira el pellejo,

hasta tornarle como s'estava:

es a saber, de prissa, tan brava,

que rempuxava por verse más libre,

como el gran barbo rempuxa en el Tibre

cuando el anzuelo del buche le trava.

X

Artemisa y Marina

A ti, muger, vimos, del gran Manseolo,

tú qu'en divisas nos profetizas

los cuernos que pones, y anatematizas

no sé, por cierto, de uno tan solo.

Y a ti, pastelera Marina, con dolo

metida de gana, con nueva cautela,

en celdas escuras, do no'stá candela,

saciando con priesa los cultos de Apolo.

D'esta Marina pastelera es de saber que es una muger dispuesta y de buen gesto, la cual ya tiene consumidos y ardidos en este mundo dos maridos, y agora da tras el tercero, por sus pecados, llamado Navarro. El cual no ha muchos tiempos que, aviendo acuchillado un ombre sobre ciertas diferencias cornudales que tenía, huyó de Valladolid, y fue caso que, venido a noticia de un devoto fraile gordo y bermejo, concedió en su pensamiento una consolación para esta su próxima; y hízose pasadizo por casa de la sobredicha, a la cual hablando benignamente, le dixo cómo su marido estava ausente, etc. El repollendo fraile dixo: "Devota hermana, sabed que en nuestra casa de la Trenidad está retraído, y esto os vine yo a dezir, porque él os ruega secretamente le vaya a ver esta noche. Y aun porque él es mi amigo, y aun por vuestra contemplación, haré tanto que os esperaré a la puerta del monesterio, y venid secreto, que yo soy el portero." Creído esto por la sobredicha, aparejó bien de

cenar y, venida la noche, tomó una moça y la cena, y vínose para el lugar asignado, a do ya la esperava el bendito fratre, y, llegado allí, él le dixo: "Señora, embiad la moça, que harta onra se os haze en que vos entrés en el monesterio, que caro me costaría si el ministro lo sabe." Ella embió la moça, y fiando en la santidad del fraile, entra tras él, y así como passavan las puertas, el fraile de mano y golpe las cerrava, hasta que llegó a su celda. Y ella preguntando por su marido, y él respondió: "Señora, vuestro marido yo lo he de ser esta noche.

Por eso no recibáis passión, que cierto yo tengo muy cargados los lomos, y aquí no se puede hazer otra cosa, que en devociones para vuestros finados se corregirá ". Visto por ella la dispusición y bermejez del fraile, consintió en sus preces, y luego cenaron, y entremezclaron a bueltas las siete obras canónicas, con tanto hervor de devoción que si el fraile rezava un salmo o verso, ella rezava dos y aun tres, y metía coletas y otros responsos, en tal manera que los dos llegaron al quinzeno salmo; y después dixeron el miserere y el retribue dignare, y el regen cojón de ombre bivo, y venite adoremus, y otras devociones, hasta que el fraile, conociendo la gran devoción d'ella y él no ser bastante, acordó de invocar el auxilio de algunos novicios. Los cuales, por ser la obra meritoria, venieron seis, los cuales ayudaron mucho al tentado fraile, y por su trabajo d'ellos algún tanto se amortiguó la carne de la susodicha. Et ideo dicit textus: "saciando con priesa los cultos de

Apolo." Estoria auténtica es, lo cual ella no niega.

 

 

 
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