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  El Conjuro (Félix María Samaniego)
 

 

 

El conjuro (de cómo el diablo defendió su ojete, aun a costa de perder una victoria, de "El Jardín de Venus")

Félix María Samaniego

De un tremebundo lego acompañado,

fue a exorcizar un padre jubilado

a una joven hermosa y desgraciada

que del maligno estaba atormentada.

Empezó su conjuro

y el espíritu impuro,

haciendo resistencia,

agitaba a lajoven con violencia

obligándola a tales contorsiones,

que la infeliz mostraba en ocasiones

las partes de su cuerpo más secretas:

ya descubría las redondas tetas

de brillante blancura,

ya, alzando la delgada vestidura,

manifestaba un bosque bien poblado

de crespo vello en hebras mil rizado,

a cuyo centro daba colorido

un breve ojal, de rosas guarnecido.

El lego, que miraba tal belleza,

sentía novedad grande en su pieza

y el fraile, que lo mismo recelaba,

con los ojos cerrados conjuraba

hasta que al fin, cansado

de haber a la doncella exorcizado

dos horas vanamente,

para que sosegase la paciente

y él volviese con fuerzas a su empleo,

al campo salió un rato de paseo

diciendo al lego hiciera compañía

a la doncella en tanto que él volvía.

Fuese, pues, y el donado,

de lujuria inflamado,

apenas quedó solo con la hermosa

cuando, esgrimiendo su terrible cosa,

sin temor de que estaba

el diablo en aquel cuerpo que atacaba,

la tendió y por tres veces la introdujo

de sus riñones el ardiente flujo.

Mientras que así se holgaba el lego diestro,

a la casa volviendo su maestro,

vio que en la barandilla

de la escalera, puesto en la perilla,

estaba encaramado

el diablo, confundido y asustado,

y díjole riendo:

-¡Hola, parece que saliste huyendo

del cuerpo en que te hallabas mal seguro,

por no sufrir dos veces mi conjuro!

Yo me alegro infinito;

mas, ¿qué esperas aquí? ¡Dilo, maldito!

-Espero, dijo el diablo sofocado,

que sepas que tú no me has expulsado

de esa pobre mujer por conjurarme,

sino tu lego que intentó amolarme

con su tercia de dura culebrina,

buscándome el ojete en su vagina,

y pensé: ¡Guarda, Pablo!

Propio es de lego motilón ladino

que no respete virgo femenino.

¡Pero que deje con el suyo al diablo!

 

 

 
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