Graves autores contaron
que en la ciudad de los ceros
el uno y el dos entraron
y, desde luego, trataron
de medrar y hacer dineros.
Pronto el uno hizo cosecha,
pues a los ceros honraba
con amistad muy estrecha
y dándoles la derecha
su valor así aumentaba.
Pero el dos es de otra cuerda,
¡todo es orgullo maldito!
y con táctica tan lerda
los ceros pone a la izquierda
y así no medraba un pito.
En suma, el humilde uno
llegó a hacerse millonario
mientras el dos, importuno,
por su orgullo cual ninguno,
no pasó de un perdulario.
Luego, ved con maravilla
en esta fábula ascética
que el que es humilde más brilla,
y el que se exalta se humilla
hasta en la misma Aritmética.