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  Esas Horribles Protuberancias (Daniel Samper Pizano)
 

 

 

Esas Horribles Protuberancias:

Daniel Samper Pizano

Concha, la mexicana, llega tarde a la primera reunión del Movimiento Unitario de Mujeres Hispanohablantes en España.

--Perdónenme, chicas, pero me ocurrió una cosa insólita -dice Concha, que desembarcó en Madrid hace pocas semanas--. Fui al gimnasio y le dije al profesor que quería fortalecer el conejo, porque lo sentía muy flojo.

Paloma, la española, soltó un pequeño grito y se puso pálida.

--Al profe --continuó Concha, la mexicana-- le dio un vahído y casi se desmaya. Yo no entendía lo que pasaba hasta que, colorado como un tomate, me preguntó a qué llamábamos conejo en México. Pos esto, le dije, tocándome el bíceps. Lo tengo medio caído.

Intervino entonces Mechas, la colombiana, mientras Paloma, la española, guardaba aterrado silencio.

--Ustedes los mexicanos sí son muy raros, ¿no?. Dizque llamar a los bíceps conejo. Voy a decirte donde está el conejo.

Mechas, la colombiana, se puso de pie y Paloma, la española, se tapó los ojos.

--El conejo es esto --dijo Mechas, la colombiana, y señaló los laterales de las caderas--. Cuando uno se descuida, engordan que parecen maletines.

Concha, la mexicana, quedó boquiabierta.

--Pues a eso en mi tierra lo llamamos chaparreras. Conejo, ya te dije, son los músculos del brazo.

Cuca, la argentina, no dejaba de menear la cabeza mientras oía a las otras señoras.

--Mirá vos. --interrumpió Cuca, la argentina--. ¿Sabés qué nombre le damos en Argentina a esta parte del cuerpo?

Paloma, la española, se tapó los oídos.

--Pantalones de montar --dijo Cuca, la argentina--. Supongo que se les dice así porque se parecen a los que usa el gaucho cuando va a caballo.

Gloria, la cubana, que había escuchado la conversación con interés, decidió intervenir.

--Pues eso para nosotros es cartucheras, oye.

--¿Cartucheras los zamarros? Qué tan raro, ¿no? --comentó Mechas, la colombiana.

--No, no los zamarros --corrigió Gloria, la cubana--: cartucheras son las protuberancias horribles que ustedes llaman conejos, chaparreras o pantalones de montar. En fin, los bultos esos que hay que bajar a punta de dieta y gimnasia, muchacha.

Paloma, la española, consideró prudente intervenir.

--Aquí, en España, lo que vosotras llamáis con nombres que van desde la ropa de jinetes hasta roedores que no me atrevo a nombrar, se denomina pistoleras. Como las que usan los vaqueros para guardar sus armas.

--¿Viste? --interrumpió Gloria, la cubana--. Igual a las cartucheras, pero con otro nombre.

--Claro, las chaparreras --dijo Concha, la mexicana.

--O el conejo -añadió Mechas, la colombiana.

--Cuidado --advirtió Paloma, la española--: esa palabra que vosotras usáis en México para llamar el bíceps, o en Colombia para las pistoleras, en España es muy vulgar.

Concha, la mexicana, volvió a quedar boquiabierta.

--¿Cómo así? ¿Bíceps es mala palabra? --exclamó Concha, la mexicana.

--Bíceps no. La otra --dijo Paloma, la española.

--¿¡Conejo!? --exclamaron sorprendidas Gloria, la cubana, Concha, la mexicana, Mechas, la colombiana, y Cuca, la argentina.

Paloma asintió y les dijo en voz baja lo que significaba.

--¡Increíble! -comentó Gloria--: ¡es lo mismo que en Cuba llamamos mecha!

--¡Qué gracioso! --dijo Mechas-- ¡es lo mismo que en Colombia llamamos cuca!

--¡Asombroso! --terció Cuca--: ¡es lo mismo que en Argentina llamamos concha!

--¡Qué horror! --exclamó Concha--: ¡es lo mismo que en México llamamos paloma!

Entonces Paloma, la española, se tapó los ojos, los oídos y la boca.

 

 

 

 
 
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