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  El Proceso contra Teodoro Fuch (Wenceslao Fernández Flórez)
 

 

 

El Proceso contra Teodoro Fuch

Wenceslao Fernández flórez

"En todo el país no hay quien no conozca el proceso contra Teodoro Fuch por el robo de una gallina. Me han visitado muchos periodistas para celebrar conmigo interviews, he firmado más de quince mil tarjetas postales, álbumes y abanicos y se ha hablado de mí en el Parlamento. No soy vanidoso, y puedo asegurar que cuando robé la gallina no presumí que intervenía gravemente en los destinos de la nación. Pero ocurrió así, y poco se lograría con ocultarlo. Si la vieja criada no se hubiese asomado por la ventana de la cocina, nada de lo que pasó sería posible. Se asomó y prorrumpió en gritos: ¡Al ladrón, al ladrón! Entonces salté la empalizada y eché a correr sin abandonar la gallina. Volvía la gente de presenciar una gran parada a la que había asistido el Rey, y la Avenida era como un río humano... Miles de personas... Atravesé entre ellas con la gallina en la mano. Me cogieron, lejos ya, y comenzaron a incoar el proceso.

El fiscal citó dos mil trescientos ciudadanos que me habían visto correr entre ellos; mi abogado, cuatro mil ciento siete personas que no me habían visto, aunque también pasaban en aquel momento por la Avenida. Las declaraciones de unos y otros consumieron todo el papel que pudieron producir tres fábricas del reino, una legión de escribientes consignaron, cosieron y foliaron los pliegos. Tres veces comenzó a celebrarse el juicio y otras tres hubo de ser suspendido, porque no hay posibilidad de que acudan todos los que declararon en el sumario.

Las dietas a los jurados y a los testigos se elevaron a una cantidad tal, que el presupuesto del Estado liquidará este año con déficit. Un periódico ha calculado que con lo que se gastó en sustanciar el robo de la gallina se podían haber adquirido un millón de avestruces.

El partido liberal, que está en la oposición, agregó a su programa esta cláusula: i "Sobreseer el ruinoso proceso de la gallina, que arrastra a la nación al desbarajuste económico." Pero el partido conservador quiere a todo trance que continúen los procedimientos de la justicia histórica.

El preso acentuó su aire de importancia:

-Tan cierto como que me he de morir -siguió-, es que tuve aquí, en esta cárcel, delante de mí, al excelentísimo señor ministro de Hacienda. "Teodoro -me dijo-, las puertas de la prisión están abiertas para ti: huye."

-"Gracias, excelencia -le contesté-; me encuentro perfectamente y no abandonaré mi celda si no se me indemniza con generosidad."

Entonces el ministro me miró con lágrimas en los ojos. "¡Fuch -aseguró tristemente-, tendremos que hacer un nuevo empréstito por tu culpa; tú llevas el país a la miseria!"

Y se marchó sollozando."

 

 
 
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