Hallándose un mono ante el espejo,
admiraba arrobado su figura,
"¡qué elegancia!, ¡qué porte!, ¡qué apostura!,
¡qué gesto tan simiesco!, ¡qué gracejo!
Soy fuerte, soy robusto, no soy viejo;
las monas me disputan con locura;
yo a todas complazco con premura
copulando más veces que un conejo".
Sintiéndose feliz el animal,
se empezó a masturbar con frenesí,
llegando a eyacular sobre el cristal.
Vista su obra, se dijo: "No está mal;
pinté un cuadro lo mismo que Dalí,
y sólo con un lápiz. Soy genial".