(Memoria y brindis)
El Cole, el de la frontera,
nos convirtió casi en curas
Hoy -ya personas maduras-,
¿encontramos la manera
de olvidar aquella era
en que las pasamos duras?
¿O no es verdad que vivimos
momentos de frustración,
porque la masturbación
con dificultad vencimos,
pues, según lo que aprendimos,
era insana tentación?
¿No es verdad que las mujeres
(a pesar de que decían
que eran malas) nos hacían
imaginar mil placeres
y olvidar los menesteres
que los mandos imponían?
Don Fernando, don Manuel,
Padre Arteaga y las hermanas
nos zurraban sus badanas
y decían: "¡Ay de aquél,
que se toque alguna piel
para acallarse las ganas!"
Sólo había un argumento
de moral -ya trasnochada-:
el seguir la fiel llamada
de pureza (vil tormento,
porque el sexo mandamiento
era cruz nunca aceptada).
Pues la carne era muy fuerte...
Cuando entraba ansiosa gana
de una paja "meneana",
cada cual echaba en suerte:
o me juego aquí la muerte,
o al infierno voy mañana.
Si venía un "auxiliar",
a vigilar nuestro sueño,
oía que, con empeño,
muchos hacían sonar
su colchón, al menear
lo que notaban cual leño.
Y, ¡claro!, al día siguiente,
con ojeras y forzados,
¡a confesar los pecados!,
pues veíamos patente
que, no siendo penitentes,
¡al Infierno condenados!
El confesor preguntaba:
--"¿Cuántas veces, hijo mío,
cometiste el desvarío?"
Y el confeso contestaba:
--"Muchas, padre. Uno acaba-
y, al rato, otra vez al lío".
--"Tres salves de penitencia,
y un rosario -y añadía:
y, si esa guarra manía
no se acaba-, una advertencia:
o practicas la abstinencia,
o, si no-, ¡la cirujía!".
Y pensaba el confesado:
"Con razón dice la gente
que, si un cura es hoy decente,
es porque está bien capado;
mas la fama ha demostrado
que es un bulo muy patente."
Hoy, pasado ya algún año,
recordamos de memoria
que con la jaculatoria
reducíamos tamaño
de la cosa, pues antaño,
si caías, ¡adiós, gloria!
Así, pues, mis compañeros:
si vamos llegando a viejos
--rotos prejuicios añejos
y con los trastos enteros--,
no seamos majaderos,
bebamos y... ¡a ser pellejos!
Gloriosos años del colegio de La Inmaculada Concepción de la ONCE de Madrid
Madrid, 27 de Junio de 2009
(En la Casa de Castilla-La Mancha)