Ha llegado un año nuevo
con su ronda tributaria,
abismática y silente;
su estacional balanceo
de mecedora celeste;
sus doce citas galácticas;
sus trece lunas en pleno;
sus cincuenta y dos escuadras
marchando en fondo de siete;
sus cerca de cuatrocientos
derviches en torno a un eje,
y sus señales horarias
descolgándose del péndulo
en horas de campanada,
minutos de cuentos breves
y segundos, por momentos,
conminación o suspense.
Y todos gritando llamas
por sendas bocas: "bisiesto",
por un revuelo de falda.
Ojalá que no renieguen
de sus gritos en enero,
aunque sea porque emprende,
ni en febrero, por la talla,
ni en marzo por homogéneo:
Será que de la jornada
he cubierto todo el Este.
Ha llegado un año nuevo
con tanta cintura en ciernes
que, cuando brota en su barba
la nieve de blancos flecos,
en sus pies bailan sandalias
y en sus tobillos, aretes,
de grandes branquias de cuero,
que respiran sordamente;
a ritmo de yunque y fragua;
un año de desconciertos,
como apuntan las espadas,
con las rodillas de fiebre
o de risa enloqueciendo,
y el pecho en alerta urgente
para no morir de lágrima;
un año dispar, complejo...,
de propias y de contrarias,
con el estómago inerme,
por el hambre del esfuerzo,
y de fiesta el bajo vientre,
por el recreo y la fábrica.
Mas, en los dos hemisferios,
coincidiendo las distancias
en el nombre que ponerle:
concretamente, Bisiesto,
porque será diferente.
Quiera Dios que, por su gracia,
en abril siga el acuerdo,
aunque sea por templanza,
y en mayo, porque propende,
y en junio, por el extremo:
supondrá que tiendo redes
en mi paso por el agua.
Ha lleghado un año nuevo
avivando la esperanza,
como siempre, con un fuelle
de ilusiones, convirtiendo
lo añorado en lo corriente,
como norma, la hojarasca
del desdén en el desvelo
rebosante de quien ama;
un año de flor y mieles,
pintado por el deseo
con marco y con caballete
diseñados por las hadas
a propósito del lienzo,
y con pinceles y espátulas
hábiles en los laureles
y en los colores de ensueño.
<un año que, cuando suene,
nudos haya en la nostalgia
que lo recuerden Bisiesto,
con una cruz y una estampa.
A ver si persisten fieles
en julio, por el regreso,
y en agosto, por relieve,
y en septiembre, porque traza
horizontes con los dedos:
querrá decir que mis alas
siguen batiendo trimestres.
Ha llegado un año nuevo.
Y es probable que no encuentre
convergencia necesaria
la experiencia con los rezos,
y que luzca la bonanza,
por ausencia, y las hieles,
por frecuencia; que el infierno
con el alba se despierte
y en maitines haga gala
de clarines, recorriendo
y azotando la mañana
con sus crines estridentes,
y sus ruines mensajeros
anunciando del pesebre
los rigores; de la pascua,
los dolores; del desierto,
la inclemencia; de la pausa,
los temores, y del huésped,
los pastores, tristes reos
de la vida y de la suerte,
humillados por la nada
y abrumados por el ruego.
Sin embargo la canalla
de los hados, y aun si fuesen
malhadados los bisiestos,
sólo por un veintinueve,
por favor, que no decaigan
en octubre los entuertos,
aunque sea por mudanza,
ni en noviembre, porque tiende,
ni en diciembre, por el término:
Significará que el césped
ha dejado de ser planta...
Significará... que he muerto.