Cuando parta, me iré sin hacer ruido.
Repasaré el diario de mi vida,
y besaré a esas formas tan queridas,
que llorarán creyendo que me he ido.
Mas no me iré del todo sin deciros,
que no son necesarias despedidas.
Nuestro amor es la barca que nos guía,
a la morada que es nuestro destino.
Lloraréis, como yo lloré a mi gente,
hasta que cicatricen las heridas
y dejéis de sentirme como ausente.
Un día, evocaréis dulces recuerdos
que borrarán aquel dolor latente.
Veréis que no hay motivo para el miedo.
Se abrirá ese palacio de amor dulce,
que todos intuimos sin nombrarlo.
Comenzaremos todos a abrazarnos,
reconociendo historias que nos unen.
gozaremos del sol. NO habrá más nubes,
que escondan la ternura y esos rayos,
de amor intoxicante y desatado.
No habrá más sufrimiento y pesadumbre.
Juntaremos todas las armonías
en un bloque de amor. En una pieza,
que será la perfecta sinfonía.
Cada hermano, será un todo perfecto,
que querrá formar parte de esa fiesta
que disuelva en amor el universo.
Explotará la luz en nuestras almas.
Nuestro abrazo será cual terremoto,
que transforme el amor en suave calma.