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Ayer y Hoy en Dos Palabras y La Sopera Desahuciada (José Molina Torres) |
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Ayer y Hoy en Dos Palabras
José Molina torres
Hoy, que la tecnología nos proporciona tantas y tantas comodidades, inimaginables no hace muchos años, en uno de esos raros momentos de relax, mi imaginación ha estado jugueteando con el pasado, el presente y el futuro. He imaginado el mundo sin motor. Gracias a los libros, a las películas, a los relatos de mis padres y abuelos y algunas experiencias vividas, me ha sido fácil trasladarme a una época en la que el transporte de mercancías y personas era tarea de los animales. Las distancias se hacían más cortas o largas dependiendo de la agilidad de estos, y las comodidades a la hora de viajar evolucionaban en función de los artilugios que el hombre era capaz de diseñar para ser arrastrados por robustos y fuertes animales. Entoces no existían gasolineras ni grandes áreas de descanso dotadas de los servicios más modernos; pero por el contrario, preponderaban multitud de posadas en las que en ninguna de ellas faltaban los abrevaderos para los animales ni los limpios y aseados establos para su descanso. Apareció el motor, y el mundo se estremeció al tránsito de los automóviles por los caminos, ante el estrepitoso ruido de los aviones al surcar el cielo y ante la rapidez con la que los barcos realizaban sus largas travesías. He imaginado los hogares sin agua corriente, sin lavadora y sin lavavajillas. Imágenes y recuerdos de mujeres y hombres, con cántaros, cubos y grandes recipientes, camino de las fuentes, ríos y pozos para abastecerse de agua para el consumo, el aseo personal y la higiene de la casa, pasean por mi mente. Para los niños y jóvenes de hoy, son imágenes de ciencia ficción la pila en la casa para lavar la ropa a mano, las mujeres cargadas con cubos de ropa y jabón recorriendo un largo camino en busca del arroyo, el río o el lavadero público para lavar su ropa y desandar el camino andado. También les resulta inimaginable ver a las mujeres fregar los platos, vasos, cubiertos, ollas y sartenes en dos grandes recipientes; uno para quitar la grasa y fregar, y el otro para enjuagar y por último secarlos uno a uno con un trapo o un paño. He imaginado el mundo sin ordenador, sin internet, sin móvil y sin videoconsola. Mi mente ha quedado embadurnada por la tiza, el lápiz, el bolígrafo, el rotulador y la pluma, instromentos todos ellos con los que se comenzaron a trazar las letras sobr la tierra, pizarra y papel. Las cartas pasaban largos e interminables meses en diligencias, barcos o en las alforjas de los caballos hasta llegar a sus destinatarios. Apareció el telégrafo y las comunicacionesmejoraron sustancialmente, se inventó la máquina de escribir y parecía que el mundo se consternaba; la aparición del ordenador, no sólo asombró a la humanidad, revolucionó el mundo de la industria y amenazó con la desaparición de la mano de obra, si no que también, y gracias a internet fué capaz de destruir barreras, eliminar fronteras, cruzar mares y océanos, y tampoco tuvo miedo a la hora de visitar planetas y constelaciones. Cuando ya el teléfono dejó ser un lujo que no todo el mundo podía permitirse, y se introdujo en los hogares como el mejor y necesario medio de comunicación, y parecía insustituible, apareció el móvil convirtiéndose en un sueño inalcanzable para la gran mayoría, pero cada vez eran más y más los que tenían en sus manos ese objeto tan codiciado y se maravillaban ante la multitud de cosas que era capaz de realizar, eso sí, gracias a la tecnología. Los mayores se embelesaron ante la llegada de la videoconsola, una máquina junto a la que permanecían largos ratos frente al televisor viendo en la pantalla los progresos que lograban mientras movían sus dedos, más tarde, la videoconsola ha sido capaz de dejar casi desiertas las plazas y calles en las que los niños y niñas pasaban largas horas jugan.do a juegos que seguramente en su imaginación habrán quedado como raros recuerdos de su infancia. He imaginado una pareja de hoy regresando al pasado para construir su futuro, conocedores de lo que la tecnología aporta a la vida del ser humano, he imaginado importantes discusiones a la hora de establecer prioridades, y he imaginado que el sentido común, al margen de caprichos y deseos seería el encargado de reconstruir el futuro acorde con las necesidades más prioritarias. Convencido de que los imparables avances tecnológicos no dejarán de asombrarnos y maravillarnos, y desconociendo la evolución de los proyectos que sin dudan seguirán cambiando nuestros fhábitos y costumbres, una cosa, sí que tengo clara, y es, que jamás me separaré por voluntad propia de mi imprescindible y fiel iphone.
LA SOPERA DESAHUCIADA
José Molina torres
Lo que hace tiempo fue cariño, ilusión y halagos, con el paso de los años se ha convertido en odio, desprecio y rechazo.
Esta mañana mientras daba mi habitual paseo de doce kilómetros, a través de mis atónitos oídos, me he enterado del trágico desenlace que en breve le espera a una sopera, a la que su dueña es incapaz de asignarle una tarea útil.
Querida sopera: yo no te conozco, pero sí que he estado muchas veces a tu lado, en esa casa en la que encerrada en un mueble has pasado cálidos inviernos al abrigo de la calefacción y refrescantes veranos proporcionados por el aire acondicionado. Solo se acuerdan de ti de tarde en tarde, cuando les estorbas para quitar el polvo del aparador y para dejarte olvidada en él una vez aseado.
Hace muy pocos días, has sido testigo de una de esas profundas limpiezas que se hacen en los hogares después de un gran lavado de cara de los mismos. Yo no sé lo que habrá ocurrido en esta ocasión, ni lo que le habrá pasado por la cabeza a tu desconsiderada dueña, lo cierto, es que te considera una verdadera inútil y ha decidido prescindir de tu compañía. Está intentando que te acojan en algún hogar caritativo, pero no te voy a engañar, eso va a ser una misión imposible, por lo que lamentablemente, serás abandonada al lado de un contenedor de pilas, sin importarle que puedas ser atacada por el Covid-19, ese virus que tanto daño está ocasionando en el mundo.
No le guardes rencor por la manera de abandonarte, porque la verdad, es que hubiera podido ser más cruel y haber acabado ella con sus propias manos con tu vida, para después arrojarte al contenedor del vídeo.
!Que la suerte se apiade de ti!
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