Los patrios prohombres tienen
imágenes muy diversas,
nos ofrecen la que quieren,
la que más les interesa,
la que el momento requiere.
Según el tema que traten, así usarán de su ciencia,
sabrán ponerse elegantes
y tendrán tanta paciencia
que serán hasta galantes.
De todas ellas empero,
tocaré dos nada más:
los colores lo primero,
luego, en segundo lugar,
repertorio palabrero.
Es igual de dónde vengan,
con sus mezclas de colores
logran el carro y las riendas,
las ideas anteriores
y las ya anticuadas sendas
abandonan sus talentos
pues que ahora ya no cuentan,
dejando historias y cuentos
por el sol que más calienta
y a esperar nuevos eventos.
Los colores bien dominan,
de uno a otro se pasan,
unos con otros combinan
y lo que piensan las masas
es que han hallado una mina.
La retórica que emplean
es de lo más depurada,
nos darán dos mil ideas,
que habitualmente son nada
con tan grande verborrea,
que nos dejan convencidos
de que de algo grande tratan
ya que nada comprendimos
de su enorme perorata
y después les aplaudimos.
El preámbulo termino
ya que no quiero cansar,
aquí digo lo que opino
sin afán de molestar,
mas si quiere mi destino
que a alguno siente mal
o que a pecho se lo tome,
le recuerdo al personal
que el que se pica ajos come
y después huele fatal.
I
El color de la política o la política del color
Estos son los políticos
a quienes dimos el voto.
Son polícromos, típicos,
pero sabrán poner coto
a este momento crítico?
Los hay de todos los gustos:
de izquierda, centro, derecha,
bajitos, altos, vetustos,
también están en la brecha
los que nos pueden dar sustos.
Se reúnen en las Cortes
donde se cuentan sus penas,
se insultan, se ponen motes,
atan, desatan cadenas,
y aún les quedan resortes
para mutar los colores
y así los otrora blancos
hoy amarillos, señores!
Y qué decir de los bancos?
los azules, los mejores,
siempre los han de ocupar
los más verdes del país,
dicen los que han de esperar.
Y quienes tratan así
a los que deben mandar,
a su vez son apelados
marrones con ambiciones,
dispuestos y preparados
por si llegan ocasiones
para tornarse azulados.
Por si faltaba un color,
los rojos están presentes
que proclaman sin rubor
que esos colores y gentes
y también los del pavor,
de poder están morados.
De poder y de comer,
dice el pueblo ya hastiado
y negro también de ver
que siempre le echan de lado.
Dejemos en fin bien claro
que el arco iris de España,
sin ser demasiado raro,
pues en cualquier tierra extraña
el terrorismo y el paro,
el petróleo y la inflación
hacen cambiar de color
cualquier tipo de opinión,
es muy amplio y forjador
de no poca confusión,
o eso parece al menos,
por influencias quizá
de interesados venenos
que bien de aquí o de allá
están minando el terreno
del camino que emprendimos
y que la gran mayoría
demandamos y exigimos,
deseando ser un día
sin tanto color ni signos
un pueblo normal, corriente.
Mesías nadie ha pedido,
fuera las cuentas pendientes.
Azules, rojos, ¡queridos!
dejad en paz a la gente.
Segundo.
La palabra de la política o la política de la palabra
Sabemos y nadie duda
que políticos tenemos,
incluso de gran altura,
mas lo que muchos tememos
(hay quien aún asegura)
es que de la política
intenten hacer carrera
y gran vida turística,
haciendo de esta manera
la nuestra aún más crítica.
Tienen ideas contrarias
en sus modales y acciones
a veces formas primarias,
mas todos en sus dicciones,
igual el brahmán que el paria,
términos usan los mismos
y así se puede escuchar
decir, gritar, que vivimos
en democracia falaz,
o, somos lo que quisimos
o discursos semejantes
en cualquiera dirección.
Unos, otros, los de antes,
darán distinta función
a la lengua de Cervantes
dependiendo de momentos,
mientras el pueblo pregunta
en dónde están los cimientos
de tanta palabra junta
pues que no dan argumentos.
Palabras como consenso,
libertad, autonomía,
precios y paro en ascenso,
coalición, economía,
creo, quizá, bueno, pienso...,
o estas usuales frases:
la solución es el pacto,
lo primero es sentar bases,
firmemos acuerdos marco,
no lleguemos al desfase
y tantas y tantas más,
conforman el panorama
desde mucho tiempo atrás,
y no es que tengan la fama,
pues es notorio además
que hacen cuanto es posible
por demostrar claramente
que el diccionario es servible
para cualquier dirigente,
pues con él siempre es factible
hablar mucho y sin mentir,
esconer muchas razones
y sin tener qué decir
comer bien en reuniones
que a la postre han de servir
para problemas pendientes
atacarlos otro día
y decir luego a las gentes,
que Galicia..., Andalucía...,
son asuntos muy urgentes
que... sí..., claro..., se tocaron
y otros muchos también
que..., bien..., bueno..., se dejaron
no por faltar interés,
sino por ser demasiados.
No quisiera repetirme,
cosas habré de omitir,
creo que debo ya irme
sin que me hayan de decir
que obligado es despedirme.
Repetirme para qué,
con dos palabras se entiende
lo que escribiendo intenté,
lo de omitir ya depende,
pues si esto lee usted
tendrá después su opinión
sin que coincida quizá
con aquellos que en función
de intereses propios va
y para quién la razón?
Nuestros políticos son,
y aquí termino el temario,
oradores con tesón
manejando el diccionario
y aprovecho la ocasión
para decirles aquí
que el pueblo sigue en el hoyo,
que quiere salir de ahí,
que suelten un poco el bollo,
que queremos repartir.