Era una rosa gentil y aromática,
que se moría de sol anacrónico
por deferencia, de viento lacónico
por elegancia, de lluvia enigmática
por timidez... Era tan emblemática,
que le ciñeron un coro sinfónico
para cantar su perfume hegemónico
en armonía de voz y de plática.
Mas se moría de pena salmódica,
de soledad y de esencia analítica.
Cuánto daría por ser hoja crítica,
a la deriva del rumbo... metódica
víctima de la mudanza periódica,
pero feliz de montón y política.