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  Sobre Ir de Picos Pardos y Otras (María Jesús Sánchez Oliva)
 
 
 
 
  Sobre Ir de Picos Pardos y Otras
 
  María Jesús Sanchez Oliva
 
  Lunes de Aguas 
 
Si alguna vez decides conocer Salamanca (España), harás muy bien en venir, te maravillarán sus palacios, sus conventos, sus iglesias, sus catedrales, su puente romano, la fachada de su universidad y sobre todo su Plaza Mayor, pero por favor, ni se te ocurra hacerlo un Lunes de Aguas, te encontrarás con una ciudad de calles vacías, con bares, restaurantes y cafeterías cerrados, sin comercios abiertos para gran disgusto del Corte Inglés, Carrefour, Zara y otras firmas comerciales que desde su llegada a la ciudad se pelean con los trabajadores, sindicatos y autoridades para no cerrar, sin un alma para hacerte la caridad de explicarte dónde demonios te has metido, pues ese día, los salmantinos, nada más terminar de comer, si es que con las prisas y el olor a hornazo comen, se van a comerlo al campo. Si la lluvia lo impide, y tiene que diluviar para que esto suceda, se irán al pueblo, al chalé propio o ajeno, o quizá se queden en casa, pero con amigos, parientes o vecinos, pues desde el siglo XVI, es día, mejor dicho, tarde de merendar juntos.
Presumen las autoridades locales de haber resucitado la fiesta. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que desde los años 80, las distintas corporaciones, organizan charangas para amenizar la merienda y ponen autobuses gratis a la Aldehuela –principal zona verde de la ciudad donde se instalan las atracciones de las ferias y fiestas, el mercadillo de los domingos, etc-, pero esto no es otra cosa que malgastar el dinero de los ciudadanos en invitarlos con su propio dinero para hacerse propaganda, y digo malgastar porque los ciudadanos necesitan a las autoridades para que les organicen otros servicios, las fiestas, salvo cosas muy puntuales, se las saben organizar ellos solos, y para botón de muestra, el Lunes de Aguas cuyo origen, como entre amigos, voy a contarte.
 
Famosa por sus putas 
 
Por aquellos días, Salamanca, era una de las ciudades más famosas por su universidad, por sus plateros, por su arte gracias a las canteras de Villamayor con cuyas piedras están construidos la mayoría de sus edificios y por sus putas. Así lo afirmaba la voz popular cuando desgranaba las razones por las que se conocía a las principales ciudades del país:
A Toledo, por la espada,
a Valencia, por las frutas,
a la Rioja por el buen vino
y a Salamanca por sus putas. 
Buenas razones había para que esto fuera así. Salamanca era una ciudad de mucho tránsito, o turismo profesional, que se dice hoy. En ella se daban cita los pañeros de Béjar, los jamoneros de Guijuelo, los hortelanos, artesanos y carboneros que llegaban de la provincia para hacer negocio abasteciendo a la ciudad, pues, Salamanca era una ciudad sin más industrias que la de los conventos y la de la universidad y esto le daba mucho prestigio pero poco pan.
 -Salamanca la blanca ¿de qué te mantienes? 
-De cuatro carboneritos que van y vienen
-afirma una canción popular.
Debido a la corta distancia con Portugal, también era importante la llegada de portugueses. “Cuando viene el portugués, la puta come un mes”, dice un refrán de la época. Pero el movimiento más importante era el de los estudiantes, hombres en mayoría, de familias acomodadas, jóvenes que además de querer saber, querían divertirse, que no sólo de libros vive el estudiante, ¿y con quién mejor que con las putas? Las mocitas “decentes” de la ciudad, o vivían muy vigiladas, o al margen del ambiente universitario, “que la mujer que sabía latín, no podía tener buen fin”, y podían contarse con los dedos de una mano y sobraban las que se atrevían a romper los principios.Los estudiantes pues hacían sendero de la universidad a la Casa de la Mancebía local donde las putas ejercían su profesión con todas las de la ley. El burdel, a dos pasos de la universidad, había sido creado gracias a una ordenanza del Príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos, que había sido nombrado gobernador de la ciudad por sus padres y puesto en manos del obispo Diego de Deza, para que le instruyera en asuntos de gobierno con vistas a su futuro reinado. En él, putas y estudiantes, se divertían de lo lindo, y a nadie le importaba, y a nadie le molestaba, pero llegaba la Cuaresma y la Iglesia, siempre preocupada de salvar el alma de los feligreses aunque para ello tuviera que matarles el cuerpo, ponía el grito en el cielo, mejor dicho, en la tierra, y tanto y tanto gritó que aunque no había teléfonos, ni Internet ni seúres para llevar correos urgentes, los gritos llegaron a los oídos del rey.
 
Ordenanza real
 
Felipe II, que no debía tener muchas ganas de pensar y necesitaba justificar la vida que se cascaba, entendió la preocupación de la Iglesia y decidió poner en sus manos los medios necesarios para salvar las almas de los estudiantes de Salamanca, no de las putas, que las mujeres no tenían alma, y si además de mujeres eran putas ni sentían ni padecían. Para ello firmó, rubricó y publicó una ordenanza real, por la cual, para evitar tentaciones carnales a los estudiantes, las meretrices debían permanecer fuera de la ciudad durante el periodo de cuaresma. Y pasada la vacatio legis, ¡menos mal que esperaron!, empezó a cumplirse la ley.
 
El Padre Putas
 
El Miércoles de Ceniza era el día señalado para que las prostitutas dejaran la ciudad y no podían regresar hasta el lunes siguiente al de Pascua. Durante este tiempo permanecían recluidas en el vecino pueblo de Tejares, -desde la década de los 60 del siglo pasado barrio de la ciudad y lugar de origen del Lazarillo de Tormes-, en unos albergues que se habilitaban para el efecto, sin trabajar, sin divertirse, sin quitarse el vestido de falda acabada en picos y color marrón con el que por ley tenían que vestirse para ser distinguidas de las mujeres “decentes”. Pero claro está, no las iban a dejar solas, a su libre albedrío, que lo malo no era que fueran pecadoras, lo malo era que convertían en pecadores a los hombres. ¡Pobrecillos! Esto se resolvió como se sigue resolviendo todo lo que se quiere convertir en problema: nombrando un jefe, en aquel caso, que fuera cura. El nombramiento del cargo lo firmó también el Príncipe Juan, sin duda porque el obispo se lo sopló al oído, que no en balde era su maestro. Este cura era el encargado de trasladarlas de la ciudad a Tejares, de custodiarlas durante la larga Cuaresma y de traerlas de vuelta a la ciudad. El cargo en cuestión llegó a ser muy importante entre los clérigos. Al parecer todos se mataban por él. Nada raro, por otra parte, los cargos siguen teniendo muchos golosos. Así pues, el que tenía la suerte de pillarlo, no quería soltarlo, y eso que se llamara Pedro, Juan o Pablo, para los salmantinos no tardó en llamarse Padre Putas.
 
Frases célebres
 
Nada como las frases hechas para conocer las circunstancias de los pueblos y el sentimiento de sus gentes. He aquí tres que nacieron con el Lunes de Aguas, es decir, que tienen su origen en aquellos hechos y nos revelan el sentimiento popular.
 
Estar como putas en Cuaresma
 
Aunque en tono de humor, lo seguimos diciendo para dar a entender que no tenemos dinero ni para divertirnos, que estamos en total bancarrota, es decir, como estaban aquellas putas durante la Cuaresma: sin clientes para ganarse el pan, sin amigos para divertirse, aburridas en el albergue y hartas de su guardián.
 
Ir de picos pardos
 
Es una de las frases más gráficas que hemos oído. Todavía hoy la repetimos ante alguien que se va de juerga sin dar explicaciones o aparece a deshoras y con cara de sueño. Anduviste de picos pardos ¿verdad?” “Si no anduvieras de picos pardos…” Los primeros en ir de picos pardos, -no de putas, de visita a los lupanares- fueron aquellos estudiantes de Salamanca. Es sabido que en todas las épocas los ciudadanos en general y los jóvenes en particular gustan de incumplir las normas establecidas. No siempre es que sean tan incívicos como quieren hacernos ver, es que si tuvieran que cumplir todas las leyes, no podrían vivir, por un lado, y por otro están a veces tan fuera del sentido común que sólo careciendo de él se pueden cumplir. A esta conclusión debieron llegar aquellos estudiantes tras sopesar algunos planteamientos. ¿En qué cabeza cabía que les impidieran disfrutar de vivos para que gozaran de muertos? ¿Por qué lo que era bueno todo el año se convertía en malo durante la Cuaresma? ¿Cómo era posible que en una ciudad donde estudiar era un lujo de ricos y comer un privilegio de curas se preocuparan por las almas y no por los estómagos? ¿Quiénes eran ellos para decirles lo que debían hacer con sus vidas…? Convencidos pues, de que sólo las prostitutas podían prohibirles su visita, dejaban la ciudad a hurtadillas y se largaban a Tejares, de picos pardos, en alusión al uniforme de las prostitutas que por el uso ya debía tener poco brillo. Y dicho esto, surge la pregunta: ¿Dónde estaba el Padre Putas? Pues he aquí la posible respuesta.
 
Callarse como un puta
 
Esto seguimos diciendo ante alguien que se hace el tonto, que no da la cara, que guarda silencio cuando debe dar explicaciones. Es posible que la frase original fuera “Callarse como un Putas”, no en singular y sin mayúscula como hoy se usa, que es lo que posiblemente hacía el Padre Putas con los rebeldes estudiantes. ¿Por qué? Quizá porque era sobornado con algunas monedillas; a lo mejor porque él también andaba llenando de pecados el alma y le amenazaban con hablar; tal vez porque se metía en oración y se olvidaba del trabajo. Cada cual que piense lo que quiera. Yo simplemente digo que si tan codiciado era el cargo, sus ventajillas tendría, que ni a los curas le amarga un dulce.
 
El regreso de las putas
 
El traslado de la ciudad a Tejares de las prostitutas se hacía poco menos que a la chita callando. No se sabe que despertara expectación en los salmantinos. El regreso, sin embargo, era la mar de pomposo. Las putas, ataviadas con sus picos pardos bien lavados y planchados, llegaban en procesión, con el Padre Putas a la cabeza y cruzaban el Tormes en barcas engalanadas para la ocasión. De ahí le viene el nombre de “Lunes de Aguas”, porque siempre era lunes, y tenían que cruzar el río, y lo hacíancomo reinas. En la ciudad las esperaban los estudiantes, que las recibían con bailes, música y vino. Tan vistoso era el espectáculo que los salmantinos tomaron la costumbre de pasarse la tarde en la ribera del río para verlas llegar mientras degustaban un buen hornazo.
 
El hornazo
 
El hornazo es un pan relleno de distintos embutidos y huevos cocidos. No es un producto propio de Salamanca, se come en toda la provincia, incluso es también imprescindible en otras romerías. Pero sí es cierto que en la merienda del Lunes de Aguas puede faltar cualquier cosa menos un hornazo.
 
El Padre Lucas
 
Pasaron los años y tras ellos se fueron afortunadamente las procesiones de putas, los picos pardos, los albergues de Tejares, pero los salmantinos no dejaron de salir esa tarde de lunes a merendar al campo, aunque eso sí, a cualquier sitio menos a la ribera del puente: ya no había espectáculo que ver. Pero lo importante era la fiesta, y ésta había echado tales raíces que ni la guerra acabó con ella, como no acabó con el personaje del Padre Putas que pasó a ser el cabezudo principal de las ferias y fiestas de la ciudad, pero eso sí, con una salvedad: durante la dictadura de Franco fue rebautizado con el nombre de Padre Lucas, pero para los papeles, no para el pueblo.
 
16 de abril 
 
Este año los salmantinos celebraron el Lunes de Aguas el pasado día 16. Las vísperas hicieron o compraron su hornazo, pero esa mañana, como de costumbre, fueron interminables las colas en los establecimientos del ramo. Unos tenían que recoger el que habían encargado; otros tenían que comprarlo para regalárselo a algún amigo, pariente o vecino, que por razones de fuerza mayor no tuvo ganas o no pudo ir al campo; muchos tuvieron que comprar otro porque alguien se les sumó a la pandilla sin avisar. Cosas de última hora. Las clases y los trabajos concluyeron antes de la hora habitual. Al filo del mediodía todos quisieron salir a la vez de la ciudad y el atasco de coches fue monumental, tan monumental como el que se produjo al regreso, tras unas horas de carreteras totalmente desiertas. Si aquellos estudiantes levantaran la cabeza se alegrarían al ver que de aquellas injustas leyes el pueblo ha hecho una fiesta entrañable, pero se volverían a sus tumbas disgustados al saber que todavía hoy, en nombre de la salud, de la paz, de los derechos humanos, se siguen firmando leyes que sólo pretenden confundir, dividir, manipular, y para sobrevivir a ellas, hay que seguir burlándolas a hurtadillas. ¡Qué lástima!
 
Publicado en mi blog el 30 de abril de 2012.
 
http://mariaje30dias.blogspot.com/
 
 
 
 
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