Hace unos días, estando de vacaciones, paseaba por el monte con un amigo, experto botánico, cuando llamaron mi atención las flores de un pequeño arbusto. Tenían una forma que se asemejaba a una cruz con un centro rojo que parecía una gota de sangre.
Tras observarlas comencé a examinar el pequeño árbol.
-¿Té gusta? - preguntó mi amigo al darse cuenta de la atención con la que lo miraba.
-Es muy bonito y sus flores muy curiosas - contesté escuetamente.
-Es un cornus - me dijo.
-¿Un qué?- el latín, hacía años que se me había olvidado.
-Un cornejo - dijo, muy extrañado de que no lo supiera.
-¿Dónde?- dije mirando extrañado a mí alrededor, pues había entendido conejo y pensaba que había visto uno de monte.
- He dicho cornejo, - contestó reteniendo la carcajada por mi confusión - Es el nombre de ese arbusto.
- Vaya, el árbol con el que hacían los licios sus armas, pero es muy pequeño para que pudieran hacerlas. - observé, mirando sus ramas y el retorcido tronco.
- Tú y tus conocimientos históricos. ¿Quién porras son los licios? No dijo porras precisamente, pero vale.
-Los habitantes de Licia - contesté y me quedé tan pancho.
-Ya y los españoles son los habitantes de España. ¿Dónde demonio está Licia? Soy de ciencias.
- Tienes razón, perdona - y con un poquitín, solamente un poquitín, de ironía añadí - - no estudiaste historia - materia de la que yo tenía algunos conocimientos - Licia, es una antigua región de Asia Menor, hoy una provincia de Turquía, los licios hacían arcos con sus ramas, como verás son muy pequeñas, de ahí mi extrañeza.
¡Ah! - ¿Es por eso? Antes fue un árbol.
- ¡Cómo! - exclamé, solicitando inmediatamente una explicación. ¿Qué quieres decir?
- Es fácil. La leyenda popular nos dice que la madera del cornejo se utilizó para construir la cruz en la cual crucificaron a Cristo.
- ¿Qué tiene que ver con...? - no pude terminar la frase, pues sin dejarme hacerlo dijo.
- No seas impaciente y déjame terminar. El árbol quedó muy triste por el uso que habían dado a su madera. Ante ello Dios se apiadó de él, le dotó esas flores blancas similares a la cruz, con el centro rojizo que simboliza la sangre que su Hijo derramó sobre él y para que nadie pudiera construir una nueva cruz, transformó aquel árbol de gran porte, en uno que es pequeño con el tronco retorcido como ese.
-Bonita leyenda -reconocí, al tiempo que reanudaba el paseo.