Esa mañana encendí el o la computador/a, todavía no sé como debo llamar a este cacharro cibernético, como lo hacía todas las mañanas. Traté de entrar en internet y mi explorador recibió comunicaciones extrañas y el antivirus instalado se volvía loco. Yo, que soy ciego, no sabía qué estaba sucediendo. Casi todos los llamados que alcancé a entender eran llamado de auxilio de distintas páginas web que poblaban el ciberespacio.

""Socorro, decía una página, esto que me está devorando no es un virus, es un monstruo electrónico que apareció pero que no puedo definir! "Socorro que me elimiiiiiiinnnnnnaaaaaa!" Luego el silencio. De la imagen no sé nada porque ya les dije que soy ciego.

Otra página, que no alcanzó a dar ni siquiera su sitio en internet, balbuceó. "¡Está desordenando todos mis campos magneticos, zzjjlllll hhwwppññ!" Y también calló.

Todos los elementos que poblaban el ciberespacio coincidían en que este era un ser virtual creado en un laboratorio de avanzada tecnología y que era imprescindible al menos ponerlo en cuarentena hasta determinar internacionalmente que hacer.

El grupo de los siete se reunió para tratar el tema de este nuevo tipo de ser al que denominaron ente neovirtual porque, según dijeron, "ya no pasa a nuestro lado sin hacernos nada, ni tampoco responde a las órdenes que le damos los humanos". Incluso, en los pasillos de la conferencia se comentaba la posibilidad que fuera algún laboratorio de Bily Gates quien lo haya generado y esté manejándolo en represalia por la lucha legal que contra su monopolio inició el gobierno de EEUU.

En las Naciones Unidas también se trató el caso y resolvieron formar una numerosa Comisión para estudiarlo y presentar las probables vías de solución, dándole un plazo de seis meses para expedirse, renovable por otros seis meses más. Se aclaró que los plazos eran máximos porque las poblaciones del mundo ya se estaban rebelando contra la falta de alimentos, agua, combustibles, transportes, etc., generando un caos que amenazaba ser explosivo.

Un miembro de la Comisión peticionó un abultado presupuesto para entre tanto trasladarse al ciber espacio a pactar en un tratado de paz y no agresión con el ente neo virtual, el excesivo monto presupuestado lo fundaba, muy diplomáticamente, en el riesgo que seguirían los miembros de esta comisión, en su gran mayoría integrado por militares de las potencias mundiales.

Los economistas y dirigentes de los grandes grupos financieros internacionales estaban aterrorizados. ¡Que sería ahora de la globalización que costó tanto implantar! Porque si es cierto que luego de devorar a la internet este mostruo seguiría con las comunicaciones televisivas e inalámbricas en su totalidad, ¿qué se podía esperarr?

Las Bolsas cayeron abruptamente.

Los servicios de contraespionaje estaban desorientados y desesperados.

La NASA intentaba probar que el ente neovirtual era un producto de un aerolito que pasó cerca de la tierra hace ya muchos años, no recuerdo cuántos habían dicho, pero recién llegaba luego de un larguisimo viaje interestelar en quinta dimensión.

¡Todo era nuevo!

La Tierra, sus gobiernos y toda la población fue puesta patas para arriba no solo en sus conocimientos sino también en sus costumbres y posibilidades de vida.

Estaban los agoreros y los optimistas pero todos reconocían que esta aparición de un nuevo tipo de ser era demasiado seria como para no alarmarse.

¿O era el principio del fin del mundo?.

Amigo Francisco: Rebuscando en mi baúl cibernético, me he encontrado con este texto tuyo que compartiste en una lista de correos -creo que la de tiflolibros.com.ar- hace unos cuantos años. Ahora que ya no estás entre nosotros y que, por tanto, no puedo pedirte permiso para publicarlo en mi página, he decidido rendirte homenaje porque, aun sin conocerte personalmente, siempre tuve la impresión de que eras una buenísima persona, que cuando se presentaba un nuevo miembro, aghí estabas tú para darle la bienvenida.

Gracias, amigo, y que nos esperes por muchos años.