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  Presentación y Pregón, 71º Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa (Ángel Lueje y Pedro Zurita)
 

 

 

Presentación y Pregón en el 71º Concurso Exposición de Quesos de los Picos de Europa

(Cangas de Onís, 06-10-2011)

Ángel Lueje presenta a Pedro Zurita

(Transcripción de una intervención estrictamente oral)

Señor Alcalde, miembros de la mesa, Señoras, Señores, buenas noches:

Quiero empezar diciendo que convendrán ustedes conmigo que todo certamen que se precie tiene que tener un buen pregón, que lo anuncie y que lo exalte. Nuestro concurso exposición de quesos de los Picos de Europa, con tanta raigambre aquí en Cangas de Onís, que se viene celebrando todos los años el Día del Pilar, había perdido esta tradición del pregón. Por iniciativa municipal se pretende en esta edición, que es la número 71, retomar el pregón, retomar algo que nunca debió perderse. Y para ello tenemos la suerte de contar con una persona excepcional y con un pregonero de lujo: Pedro Zurita.

Cuando a Don Pedro el Centro Asturiano de Madrid en 2002 le concedió su máximo galardón, la "Manzana de Oro", en aquel entonces el querido amigo y maestro de periodistas Diego Carcedo escribió un artículo en el que se refería a Pedro como el asturiano más universal, lo cual no significaba el más conocido, porque Pedro no es un fichaje millonario del Real Madrid ni participa en ninguno de esos concursos y programas de televisión tan al uso hoy día.

Sin embargo, Pedro ha dedicado toda su vida desde la ONCE (la Organización Nacional de Ciegos) a una utopía, conseguir una sociedad igual para todos, una sociedad en la que los ciegos o las personas con problemas graves de visión tengan una participación activa en la misma, tengan igualdad de oportunidades; puedan disfrutar de los derechos de los ciudadanos como todos. Y este mensaje lo ha paseado, lo ha difundido por todo el mundo. Y lo ha hecho así, porque, sobre todo a lo largo de los catorce años en que ha sido secretario general de la Unión Mundial de Ciegos ha visitado por motivos de trabajo casi cien países, y creo, tengo constancia de ello, que siempre ha llegado al corazón de la gente. Y esto ha sido así no sólo por su sólida formación y su capacidad intelectual o por su don para las relaciones internacionales sino también porque nos encontramos ante un asombroso políglota. Él domina unos ocho idiomas extranjeros, entre los que se incluyen el esperanto y el ruso y creo que es capaz de expresarse en cuatro o cinco más. Tenía también un desafío, un reto personal, estudiar chino, que no sé cómo anda ese tema, pues no hemos tenido oportunidad de hablar de ello previamente. Esto hace que el mensaje de Pedro llegue a la gente sin intermediarios, sin intérprete.

Vayamos al principio. Pedro nació en Coviella, sí, en Coviella. Su padre era maestro en Arriondas y por proximidad geográfica-todos los de aquí sabemos que Coviella pertenece a Cangas, pero está muy cerca de Arriondas- lo inscribió en Arriondas. Pero él se considera de Cangas de toda la vida. (En este momento, Ángel da la palabra a una señora de Coviella, Conchita García Longar, que expresa con emoción que ella recuerda que nació allí y que era un niño precioso).

Al año, o año y pico su padre maestro de profesión -ocupación que a mí me dice algo- fue nombrado maestro de la escuela unitaria de niños de Soto de Cangas. Allí se fueron; allí pasó su niñez y allí su padre le enseñó muy pronto a leer. Hoy día se dice que si se enseña muy pronto a un niño a leer le entra un trauma. No es verdad. A los cuatro años, Pedro leía que era una maravilla y su padre estaba muy orgulloso de ello. Le enseñó eso y muchas más cosas.

Pedro tenía un glaucoma congénito y, por tanto, una muy grande limitación en la vista. Sin embargo, cuando él corría y andaba entre los demás niños no era muy consciente de lo que significaba esa limitación. Empezó a sentirlo cuando a partir de los siete años su resto visual fue haciéndose cada vez más pequeño hasta que a los diez años perdió la vista totalmente.

Cuando preguntan a Pedro qué recuerdos tiene de aquella época dice que se acuerda del color blanco de los campos nevados en el invierno allí en Soto, del verde de los prados y del negro del carbón con el que atizaban la cocina para calentarse. No pudo tener las vivencias de otros críos de distinguir los peces en el agua o de ver claramente los nidos de los pájaros en los árboles.

A sus nueve años toman la decisión de que ingrese en un colegio de la ONCE y concretamente cuando tiene diez años entra en el Colegio Santiago Apóstol de Pontevedra. Allí Pedro se da cuenta de dos cosas: lo mucho que le ha enseñado su padre y el campo infinito de posibilidades que le abre ese colegio de la ONCE. Él no va a perder el tiempo; es un ávido lector y un gran estudiante. Resta tiempo de ocio para dedicarlo al estudio. Hace los cursos de dos en dos y de tres en tres. Y como le queda tiempo libre ya se pone a estudiar francés. Y luego estudia inglés y se licencia en Filología Hispánica y da clase de esas dos lenguas. Va aprendiendo otros idiomas; acude a cursos y conferencias internacionales; es traductor de la ONCE; lo nombran Director de Relaciones Internacionales y en 1986 alcanza el cargo de secretario general de la Unión Mundial de Ciegos, función que le permite recorrer el mundo y llevar ese mensaje, dejar esa semilla que va germinando poco a poco, pero que germina.

En el año 2000 deja su cargo voluntariamente -no se presenta a su reelección-, por una parte para reponerse de un grave accidente de coche que sufrió en Marruecos en 1997, y por otra, porque él cree necesaria la renovación y savia nueva para estos cargos.

Su labor ha sido reconocida por gobiernos y entidades de todo el mundo con múltiples galardones. Sin embargo, yo quiero terminar con algo que me parece que recoge el sentido de su labor. En diciembre de 2001 recibió una carta de un chico de Costa de Marfil que había conocido a Pedro cuando visitó la escuela en que ese niño estudiaba que, aparte de muchas consideraciones, concluía la carta con este adagio: "el que toca el tamtám no conoce el alcance de los sonidos que produce". Pero los sonidos están ahí; son los que ha generado Pedro a lo largo de toda su vida.

Pedro, es un honor tenerlo hoy aquí con nosotros; está en su casa y escucharemos con mucho cariño y suma atención sus palabras.

 

 

De una aldeina a todo el mundo

Pedro Alejandro Zurita Fanjul

(Coviella y Soto de Cangas)

6 de octubre de 2011

 

Señor Alcalde de Cangas de Onís, Señores concejales, amigos todos:

No oculto que me produce una satisfacción enorme tener el honor de inaugurar el 71º Concurso-Exposición de quesos de los Picos de Europa en Cangas de Onís. Es para mí motivo de alegría muy especial saber que entre los que me escuchan ahora están compañeros míos en la escuela de Soto de Cangas: Toño Villarrroel, Pachín Castro, Noli Castro y Toni Díaz.

Cangas de Onís y yo

Me siento feliz por mi vinculación sentimental a este rincón hermoso de la tierra asturiana. El 12 de febrero de 1948 vine a este mundo en Coviella, donde vivía entonces mi familia, aunque mi padre fuese maestro en Arriondas. Coviella por la orilla del Sella que ocupa pertenece a Cangas, ciudad de la que está mucho más lejos que de Arriondas. En aquel tiempo ocho o dos kilómetros tenían una importancia grande. Me registraron, pues, en Arriondas, pero yo crecí con el orgullo de ser "raposu" de Coviella. Cuando tenía yo año y medio mi padre se trasladó de maestro a la escuela unitaria para niños varones de Soto de Cangas y en esta aldea pasé felizmente los primeros años de mi vida.

Cuando hace unas semanas se me ofrecía la oportunidad de ser pregonero del 71º concurso-exposición de los Picos de Europa, pensé inmediatamente en decir algo sobre la universalidad del queso como un paralelismo de mi condición de ciudadano del mundo.

El Queso en el Mundo

Deseo muy de corazón que los quesos artesanales de esta zona, Cabrales, Gamonéu, Beyos y otros logren perdurar muchísimo tiempo para el gusto de numerosos paladares asturianos, españoles y de otros países.

Diré que Francia e Italia son los países con una mayor gama de tipos de queso, unas cuatrocientas variedades. El queso surge dentro de la cultura europea y mediterránea y era prácticamente desconocido hasta hace algunos años en las zonas orientales del planeta; no se conocía en la América precolombina ni en África. A principios del siglo XIX se creó la primera fábrica de quesos en Suiza, pero la producción masiva surgió en los Estados Unidos con éxito a mediados de ese siglo.

La FAO (agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) informa que en 2004 se produjeron en el mundo más de 18 toneladas de queso.

Al parecer, en el panorama mundial el mayor consumidor de queso per cápita es Grecia y el segundo Francia. Es bien sabido que en este último país es un ritual en todas las comidas especiales al final antes de los postres ofrecer la degustación de varios tipos de queso. En Italia, el queso parmesano, por ejemplo, es un aliño insoslayable de muchos platos de pasta. La popularización de la "pizza" en Estados unidos, en Europa y en otras partes del planeta, en la que el queso mozzarella es un elemento básico, ha hecho que en los últimos años aumentara espectacularmente la producción y consumo de este manjar.

Mi simpatía por la cultura oriental, china, japonesa, etc., me condujo a consultar en estos días a amigos de esos sitios sobre su actitud ante el queso y acerca de la realidad de la producción y consumo del mismo allí. Las informaciones que me han proporcionado chinos, japoneses, tailandeses y malayos difieren poco entre sí. El queso no forma parte de los ingredientes alimenticios más habituales de sus cocinas respectivas. Sin embargo, el proceso de mundialización, la occidentalización de muchos aspectos de la vida de esos países, hace que vayan modificando su enfoque del empleo del queso en la mesa. Japón, sin duda el país culturalmente más occidentalizado de Oriente, fabrica ya industrialmente, cierto tipo de quesos; imita incluso la confección artesanal de algunos tipos europeos y los grandes supermercados de ese país tienen siempre una sección reservada a quesos de importación.

Entre los chinos pueden verse actitudes despreciativas hacia el queso, pero sin embargo en las grandes ciudades el queso forma ya parte de ciertos alimentos, la tarta de queso, por ejemplo, y ´tengo noticias de primera mano que los diplomáticos chinos en Francia o Suiza disfrutan mucho de los quesos locales. Seguro que se lo pasarían muy bien si tuviesen la oportunidad de degustar una buena tabla de Cabrales, Gamonéu o Beyos.

La mayoría de mis amigos tailandeses, malayos, japoneses y chinos señalan que ellos sienten un rechazo grande hacia los quesos con un olor fuerte, aunque algunos manifiestan que valoran mucho precisamente esa modalidad.

Mi itinerario vital

Durante los primeros años de mi vida yo tenía una vista disminuida, pero con algunas dificultades procuraba participar totalmente en las actividades escolares, de juego y colaboración en las tareas agropecuarias de la aldea. A los diez años ingresé en Pontevedra en una escuela internado de la ONCE para niños ciegos -entonces aquí aún no se practicaba la educación inclusiva- y cuando regresé a pasar las vacaciones en Soto de Cangas se había producido en mi vida un hecho muy trascendente. Ya no Veía nada. De todos modos, pese al inevitable disgusto de ese cambio, aquella educación brindada por la ONCE, totalmente gratuita, era en realidad como la educación de un colegio de ricos. El acceso a material específico para mi problemática visual me abrió muchos horizontes.

En 1964 cuando yo tenía dieciséis años me inscribí con el consentimiento de mi padre en un campamento de verano para niños ciegos en Francia. Quería que ésa fuese una oportunidad de oro para practicar el francés que ya había iniciado como materia optativa en 1959 cuando seguía estudios primarios en el colegio de la ONCE en Pontevedra. El día anterior de mi partida con mi padre para Francia mi madre intentó convencerlo de que era una locura que fuese solo tan lejos. Mi voluntad de realizar esa estancia era inmensa y cogí una rabieta tremenda. Mi padre fue sensible a mi empeño y, según lo previsto, me llevó a Francia. En septiembre cuando el período de estancia en esa colonia de vacaciones se iba a cumplir yo decidí no avisar a mi familia acerca de cuando, cómo y dónde deberían ir a buscarme. Con mis propios recursos viajé desde Lyon en Francia hasta el mismísimo Soto de Cangas. Hice trayectos sucesivos en tren de Lyon a Barcelona; de Barcelona a Madrid, de Madrid a Oviedo; en Oviedo cambié de la estación del Norte a la de Económicos; de Oviedo fui a Arriondas y allí tomé el autobús de línea regular hasta Soto. Un día aparecí solo en el pueblo, feliz y contento. Supe ya entonces aprovechar bien la solidaridad de otras personas.

Y esto fue el inicio de mis viajes a otras muchas ciudades de Estados Unidos y Europa para seguir cursos de verano y practicar las lenguas que pronto se convirtieron en la gran pasión y el interés muy especial de mi vida.

Entonces yo no me rendía ante los desafíos de la vida. Después de aprender francés e ir a Francia estudié con gran provecho inglés, alemán, italiano, ruso y esperanto y ahora estoy enfrentándome al aprendizaje del chino. Conozco bastante bien otros idiomas parientes de esas lenguas principales.

Desde 1968 la ONCE me ocupó en sus relaciones internacionales y de 1986 a 2000 desempeñé el cargo de secretario general de la Unión Mundial de Ciegos. Sucesivamente estuve en 97 países del mundo: 32 en Europa; 21 en las Américas del Norte, Centro y Sur; 17 en Asia; 6 en Oriente Medio; 19 en África y, finalmente, en Australia, Nueva Zelanda y Fiji.

Recuerdos en el asturiano local de mi zona

Yo era el jiyu del maestru, que amás non era asturianu, pero yo siempre quisi tar con los otros críos, jablar como ellos y jacer les mismes coses. Muches veces diba con ellos a herba; esmarallaba; embalagaba... acuérdome cuando paríen les goches y prestábami muchu ver los coíninos salir. "Un coín y a la macona" -dicía Antonín, el padre de Toni el de Leonor.

Pasaron muchos años sin que me parase en Sotu, pero en 2006 el mi sobrín Juan Luis, el de Manolita, prometió y cumplió llevame durante unos dís a ver a quien yo quisiera en Sotu, Isongu, Cangues y Arriondes. Yo jablo del mió viaje a la infancia. Prestábame ver la alegría con que tos me recibían y a partir d'esi veranu vengo por aquí un cachín tolos años. Al añu siguiente Juan Luis fui conmigo y Enrique Solares a Coviella.

Esti pregón e un puntu mui guapu nesa recuperación de los mios raigaños.

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