6 de octubre de 2011
Señor Alcalde de Cangas de Onís, Señores concejales, amigos todos:
No oculto que me produce una satisfacción enorme tener el honor de inaugurar el 71º Concurso-Exposición de quesos de los Picos de Europa en Cangas de Onís. Es para mí motivo de alegría muy especial saber que entre los que me escuchan ahora están compañeros míos en la escuela de Soto de Cangas: Toño Villarrroel, Pachín Castro, Noli Castro y Toni Díaz.
Cangas de Onís y yo
Me siento feliz por mi vinculación sentimental a este rincón hermoso de la tierra asturiana. El 12 de febrero de 1948 vine a este mundo en Coviella, donde vivía entonces mi familia, aunque mi padre fuese maestro en Arriondas. Coviella por la orilla del Sella que ocupa pertenece a Cangas, ciudad de la que está mucho más lejos que de Arriondas. En aquel tiempo ocho o dos kilómetros tenían una importancia grande. Me registraron, pues, en Arriondas, pero yo crecí con el orgullo de ser "raposu" de Coviella. Cuando tenía yo año y medio mi padre se trasladó de maestro a la escuela unitaria para niños varones de Soto de Cangas y en esta aldea pasé felizmente los primeros años de mi vida.
Cuando hace unas semanas se me ofrecía la oportunidad de ser pregonero del 71º concurso-exposición de los Picos de Europa, pensé inmediatamente en decir algo sobre la universalidad del queso como un paralelismo de mi condición de ciudadano del mundo.
El Queso en el Mundo
Deseo muy de corazón que los quesos artesanales de esta zona, Cabrales, Gamonéu, Beyos y otros logren perdurar muchísimo tiempo para el gusto de numerosos paladares asturianos, españoles y de otros países.
Diré que Francia e Italia son los países con una mayor gama de tipos de queso, unas cuatrocientas variedades. El queso surge dentro de la cultura europea y mediterránea y era prácticamente desconocido hasta hace algunos años en las zonas orientales del planeta; no se conocía en la América precolombina ni en África. A principios del siglo XIX se creó la primera fábrica de quesos en Suiza, pero la producción masiva surgió en los Estados Unidos con éxito a mediados de ese siglo.
La FAO (agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) informa que en 2004 se produjeron en el mundo más de 18 toneladas de queso.
Al parecer, en el panorama mundial el mayor consumidor de queso per cápita es Grecia y el segundo Francia. Es bien sabido que en este último país es un ritual en todas las comidas especiales al final antes de los postres ofrecer la degustación de varios tipos de queso. En Italia, el queso parmesano, por ejemplo, es un aliño insoslayable de muchos platos de pasta. La popularización de la "pizza" en Estados unidos, en Europa y en otras partes del planeta, en la que el queso mozzarella es un elemento básico, ha hecho que en los últimos años aumentara espectacularmente la producción y consumo de este manjar.
Mi simpatía por la cultura oriental, china, japonesa, etc., me condujo a consultar en estos días a amigos de esos sitios sobre su actitud ante el queso y acerca de la realidad de la producción y consumo del mismo allí. Las informaciones que me han proporcionado chinos, japoneses, tailandeses y malayos difieren poco entre sí. El queso no forma parte de los ingredientes alimenticios más habituales de sus cocinas respectivas. Sin embargo, el proceso de mundialización, la occidentalización de muchos aspectos de la vida de esos países, hace que vayan modificando su enfoque del empleo del queso en la mesa. Japón, sin duda el país culturalmente más occidentalizado de Oriente, fabrica ya industrialmente, cierto tipo de quesos; imita incluso la confección artesanal de algunos tipos europeos y los grandes supermercados de ese país tienen siempre una sección reservada a quesos de importación.
Entre los chinos pueden verse actitudes despreciativas hacia el queso, pero sin embargo en las grandes ciudades el queso forma ya parte de ciertos alimentos, la tarta de queso, por ejemplo, y ´tengo noticias de primera mano que los diplomáticos chinos en Francia o Suiza disfrutan mucho de los quesos locales. Seguro que se lo pasarían muy bien si tuviesen la oportunidad de degustar una buena tabla de Cabrales, Gamonéu o Beyos.
La mayoría de mis amigos tailandeses, malayos, japoneses y chinos señalan que ellos sienten un rechazo grande hacia los quesos con un olor fuerte, aunque algunos manifiestan que valoran mucho precisamente esa modalidad.
Mi itinerario vital
Durante los primeros años de mi vida yo tenía una vista disminuida, pero con algunas dificultades procuraba participar totalmente en las actividades escolares, de juego y colaboración en las tareas agropecuarias de la aldea. A los diez años ingresé en Pontevedra en una escuela internado de la ONCE para niños ciegos -entonces aquí aún no se practicaba la educación inclusiva- y cuando regresé a pasar las vacaciones en Soto de Cangas se había producido en mi vida un hecho muy trascendente. Ya no Veía nada. De todos modos, pese al inevitable disgusto de ese cambio, aquella educación brindada por la ONCE, totalmente gratuita, era en realidad como la educación de un colegio de ricos. El acceso a material específico para mi problemática visual me abrió muchos horizontes.
En 1964 cuando yo tenía dieciséis años me inscribí con el consentimiento de mi padre en un campamento de verano para niños ciegos en Francia. Quería que ésa fuese una oportunidad de oro para practicar el francés que ya había iniciado como materia optativa en 1959 cuando seguía estudios primarios en el colegio de la ONCE en Pontevedra. El día anterior de mi partida con mi padre para Francia mi madre intentó convencerlo de que era una locura que fuese solo tan lejos. Mi voluntad de realizar esa estancia era inmensa y cogí una rabieta tremenda. Mi padre fue sensible a mi empeño y, según lo previsto, me llevó a Francia. En septiembre cuando el período de estancia en esa colonia de vacaciones se iba a cumplir yo decidí no avisar a mi familia acerca de cuando, cómo y dónde deberían ir a buscarme. Con mis propios recursos viajé desde Lyon en Francia hasta el mismísimo Soto de Cangas. Hice trayectos sucesivos en tren de Lyon a Barcelona; de Barcelona a Madrid, de Madrid a Oviedo; en Oviedo cambié de la estación del Norte a la de Económicos; de Oviedo fui a Arriondas y allí tomé el autobús de línea regular hasta Soto. Un día aparecí solo en el pueblo, feliz y contento. Supe ya entonces aprovechar bien la solidaridad de otras personas.
Y esto fue el inicio de mis viajes a otras muchas ciudades de Estados Unidos y Europa para seguir cursos de verano y practicar las lenguas que pronto se convirtieron en la gran pasión y el interés muy especial de mi vida.
Entonces yo no me rendía ante los desafíos de la vida. Después de aprender francés e ir a Francia estudié con gran provecho inglés, alemán, italiano, ruso y esperanto y ahora estoy enfrentándome al aprendizaje del chino. Conozco bastante bien otros idiomas parientes de esas lenguas principales.
Desde 1968 la ONCE me ocupó en sus relaciones internacionales y de 1986 a 2000 desempeñé el cargo de secretario general de la Unión Mundial de Ciegos. Sucesivamente estuve en 97 países del mundo: 32 en Europa; 21 en las Américas del Norte, Centro y Sur; 17 en Asia; 6 en Oriente Medio; 19 en África y, finalmente, en Australia, Nueva Zelanda y Fiji.
Recuerdos en el asturiano local de mi zona
Yo era el jiyu del maestru, que amás non era asturianu, pero yo siempre quisi tar con los otros críos, jablar como ellos y jacer les mismes coses. Muches veces diba con ellos a herba; esmarallaba; embalagaba... acuérdome cuando paríen les goches y prestábami muchu ver los coíninos salir. "Un coín y a la macona" -dicía Antonín, el padre de Toni el de Leonor.
Pasaron muchos años sin que me parase en Sotu, pero en 2006 el mi sobrín Juan Luis, el de Manolita, prometió y cumplió llevame durante unos dís a ver a quien yo quisiera en Sotu, Isongu, Cangues y Arriondes. Yo jablo del mió viaje a la infancia. Prestábame ver la alegría con que tos me recibían y a partir d'esi veranu vengo por aquí un cachín tolos años. Al añu siguiente Juan Luis fui conmigo y Enrique Solares a Coviella.
Esti pregón e un puntu mui guapu nesa recuperación de los mios raigaños.
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